Por Sakura Tsuchiya/Comunickanda
Tokio, Japón.-
Mientras mucha gente en el mundo está cansada de usar mascarillas por la pandemia, los japoneses siguen sintiendo más que un apego… una adicción por cubrir el rostro.
Antes del Covid-19, ya era común ver a muchos japoneses con mascarillas, para prevenir resfriados o alergias. Esta costumbre ha ayudado a que el país con alta densidad de población y gran número de visitantes con los Juegos Olímpicos pudiera controlar de manera sorprendente los contagios y evitar graves consecuencias fatales.
Por muchas razones, este producto tiene alta demanda y una imagen positiva. No obstante, especialistas advierten sobre “la cara oculta” tras las mascarillas: primero el problema de la dermatitis o daños a la piel; el segundo, la adicción, llamada “síndrome de la mascarilla”, en Japón.
Durante su participación en el popular programa “La mejor clase del mundo”, de la cadena NTV, el doctor Yo Iwami precisó datos sobre estas afecciones.
El síndrome de la mascarilla es una afección que hace sentir incómoda a la persona que no lleva máscara todo el tiempo, según Nagahisa Fujita, presidente del Consejo de Administración del Hospital de Neurología Fujita.
Una consecuencia adicional de este trastorno es la falta de comunicación: al usar una máscara de manera permanente, se vuelve difícil entablar una conversación, ya que no se puede seguir el movimiento de la boca o la expresión facial.
¿QUÉ HAY DETRÁS DE ESTA ADICCIÓN?
En una encuesta nacional del sector privado, el 70% de los japoneses respondió que les gustaría seguir usando máscaras incluso después del coronavirus.
¿Por qué se mantiene esta tendencia en Japón, mientras mucha gente en el mundo está cansada? El psicoterapeuta Yuzo Kikumoto comenta en el diario Tokyo Shimbun que hay razones de fondo, más allá de los contagios. Se trata de ocultar ciertos complejos. Las mascarillas son una protección para el individuo, que muchas veces se niega a comunicarse con los demás. Sirven además para quienes quieren guardar sus verdaderos sentimientos y ocultar el complejo de su apariencia.
Las emociones se expresan en gran medida por la boca. En contraste con la sociedad japonesa, en gran parte del mundo occidental se da importancia especial a la autoafirmación. Y las máscaras no ayudan para transmitir correctamente las emociones. Por eso, es incómodo e impráctico usar estos productos, según comenta en un artículo el psiquiatra Hideki Wada.
Tamami Katada, también especialista en esta materia, ha especificado, en otro artículo, que es más probable la adicción a las máscaras en mujeres de entre 20 y 30 años, con cierto complejo o bajo sentido de autoafirmación.
¿QUÉ HACER?
Junto a los problemas de incomunicación, que pudieran aislar socialmente a quienes llevan mascarilla. O a los malentendidos que se generan al no proyectar con claridad las expresiones, hay también efectos físicos sobre la piel, como el de la dermatitis. Por otra parte, continuar usando una mascarilla cuando no es necesaria, puede reducir la resistencia a los virus.
Sin embargo, como en todo proceso de adicción, hay que intentar ayudar a las personas a que se vayan alejando de esta práctica, poco a poco. De esta forma, los especialistas sugieren que el adicto a las máscaras empiece por reconocer el problema y dar el primer paso para acostumbrarse a “no usar máscara”.
El protocolo incluye estos pasos: en primer lugar, quitarse la mascarilla frente a una persona cercana (familia o conocidos, desde antes del coronavirus). Una vez que se da este paso, se puede quitar la mascarilla frente a alguien a quien solo se conoce, con el “rostro cubierto” (como tantos casos en estos tiempos de colegas o compañeros de escuela).
Por último, se sugiere atreverse a quitarse el cubrebocas incluso en lugares donde haya terceras personas desconocidas (como en el tren o en otros lugares públicos). Probablemente no ha llegado todavía el tiempo para este último paso, ni en Japón ni en el resto del mundo, pues aún se recomienda de manera general usar mascarillas, Sin embargo, en algún momento será la mejor forma de superar la adicción, en esta sociedad.
En entrevista con algunos alumnos en la Universidad de Estudios Internacionales de Kanda (KUIS), se pueden escuchar comentarios variados sobre este tema. Entre tantas voces, Ran Maeda, estudiante de 21 años, dice que las mascarillas se han convertido en parte de la moda en estos días. No es solo la funcionalidad la que está evolucionando.
Hay quienes están satisfechos con la gran oferta de máscaras de colores y diseños. Y muchos entienden esa dependencia, puesto que no se sienten incómodos al usar la mascarilla. De alguna forma se ve como parte de la vida normal en la sociedad japonesa.
El autor es Estudiante de español en la Universidad de Estudios Internacionales de Kanda (KUIS), Japón.
Edición: profesora Silvia Lidia González