César Secundino Méndez es un virtuoso del arpa, instrumento que ama y con el que se ha presentado en importantes escenarios de diferentes partes del mundo, y actualmente difunde “El canto del Tunkuluchú” una obra programática de su autoría que busca la fusión entre el jazz y la música de mariachi.
Han pasado más de 15 años desde que el músico nacido en Torreón, Coahuila, cambiara la guitarra clásica por el arpa, ya que, gracias a la petición de uno de sus maestros, escuchó un álbum del arpista Ángel Padilla y el sonido de este instrumento lo sedujo.
“Yo estudiaba guitarra clásica en Saltillo, en la Escuela Superior de Música y el maestro Javier Cantú me dijo un día en la clase que yo tenía que aprender que la guitarra sonara como si fuera un arpa. Y yo me quedé pensando que nunca había escuchado un arpa, la única que conozco es la de la Lotería.
“En ese tiempo no existía la facilidad del Internet para ver videos en YouTube y mi maestro me encargó de tarea escuchar el arpa, así que compré un disco del maestro Ángel Padilla, y cuando lo puse, me quedé impactado con las primeras notas, me enamoré del instrumento y dije: yo me voy a dedicar el resto de mi vida a tocar esto”, afirmó.
Reconoce que el arpa es un instrumento peculiar que pocos músicos eligen, por lo que no hay tantos arpistas como pianistas, violinistas, guitarristas o chelistas, entre otros.
“Conforme avanzaba el tiempo, me di cuenta de que el arpa es un instrumento muy poco explorado, pues normalmente el arpa se encuentra en la Orquesta Sinfónica, también está presente en la Ópera, Música de Cámara, pero no se utiliza en otros géneros como el pop, el rock, el jazz y fue lo que a mí me atrajo un poco, explorar todo ese nuevo mundo del arpa.
“Hay muy pocos arpistas, sobre todo en el norte del país, y en general, pues no hay tantos en comparación con los músicos que eligieron otros instrumentos como el piano, el violín, porque aparte es un instrumento muy caro; por ejemplo, mi primer instrumento lo tuve casi cuando terminé mi carrera, porque ya podía trabajar en la orquesta y juntando dinero lo compré.
“Pero además hay que mantener el instrumento y adquirirlo es muy difícil porque aquí en México no se fabrica, existen las arpas folclóricas como el arpa jarocha o la jalisciense, pero este tipo de arpa es europea”, refirió.
Secundino Méndez mencionó que antes solamente se podía estudiar arpa en la Ciudad de México, pero uno de sus maestros, Enrique Guzmán, lo invitó a que se fuera a la Universidad Autónoma de Nuevo León, en donde se abriría el primer Departamento de Arpa de la Facultad de Música.
“Yo ya les había dicho a mis papás que me quería ir a la Ciudad de México, pero como yo crecí en San Pedro de las Colonias, aunque ya vivíamos en Saltillo, todavía teníamos una mentalidad de gente de provincia, y ellos no querían que me fuera a la capital del país.
“Entonces, en el 2005 se dio la oportunidad de venir a Monterrey y como yo estaba en Saltillo, me animé a venir a estudiar acá”, señaló.
EL MEJOR ARPISTA DEL MUNDO
En mayo del 2018, César Secundino, se hizo acreedor del primer lugar y premio del público en la competencia mundial de arpa (The World Harp Competition), que se realizó en Utrecht, Países Bajos, con el objetivo de encontrar al mejor arpista del mundo.
Esta ha sido una gran satisfacción para el también compositor y arreglista coahuilense, quien gracias a esto ha estado en países como: Rusia, Ucrania, Bélgica, España, Alemania, Francia, Italia, Gales, Portugal, Brasil, Países Bajos, Finlandia, Estados Unidos, Colombia, China, Arabia Saudita y México.
Esto es el resultado de años de preparación, ya que después de estudiar en el departamento de la UANL, en el 2011 César fue aceptado en el conservatorio Superior de Música de Aragón (CSMA, Zaragoza, España), donde se especializó en interpretación clásica y comenzó a desarrollar su propia técnica en arpa de jazz.
Posteriormente, en el 2016, realizó su maestría en Berklee College of Music, donde estudió armonía, composición e improvisación, con destacados maestros en el mundo del jazz como: Víctor Mendoza y Perico Sambeat.
Secundino Méndez ha acumulado grandes satisfacciones en su carrera artística durante sus viajes a diferentes países del mundo y compartió una anécdota en particular.
“La verdad es que me ha tocado tener todo tipo de experiencias y de todas he aprendido muchas cosas, por ejemplo, me impactó mucho cuando toqué por primera vez en un teatro en Europa, fue en Rusia, en San Petersburgo, precisamente durante una competencia de arpa.
“Y cuando yo salgo al escenario, allá los teatros son bañados en oro, muy barrocos; eso me impactó mucho, y me quede viendo el escenario como un minuto, y los jurados estaban esperando a que empezara a tocar”, recordó el arpista, quien también es padre de Sebastián y Milena.
EL CANTO DEL TUNKULUCHÚ
El músico está promoviendo “El canto del Tukunluchú”, un disco que realizó con mariachi “Ángeles de México”, que está disponible en YouTube.
“Terminé en febrero mi doctorado, y este proyecto es el resultado de mi tesis, en la que el objetivo era la evolución del lenguaje musical del mariachi, ahorita yo me dedicó al jazz y lo que hice fue introducir elementos del jazz al mariachi.
“Algo que no es muy común, porque ellos ya tienen estructurada su música, tocan sobre ciertas estructuras, ciertos ritmos, entonces esto era como innovar la manera en la que se ejecuta el mariachi”, manifestó.
Mencionó que “El canto del Tunkulunchú” está inspirado en una leyenda maya sobre un búho, (Tunkuluchú ) que dio origen al dicho “cuando el tecolote canta, el indio muere”.
“Yo lo que hice fue escribir una obra programática, música programática cuyo auge fue en el periodo romántico de la música y lo que se trata es de describir un cuadro, un paisaje, o un estado de ánimo, entonces yo me basé en este concepto para escribir este álbum.
“Como es un concepto meramente instrumental, la música va a describiendo el desarrollo de la historia. Este disco está dividido en diez partes, y cada parte va narrando una parte de esta describiendo diferentes momentos de la leyenda del Tunkulunchú”, explicó César Secundino.