Finch ha decidido dejar el refugio subterráneo en el que ha estado durante años para emprender un viaje hacia la soleada costa oeste. Siente que el tiempo se le agota y debe arreglar sus asuntos, porque ya hay muy pocas esperanzas de hacer algo, lo que sea, en un mundo devastado por el calentamiento global.
Como único personaje humano, Tom Hanks es un técnico experto en robótica, en esta ligera aventura postapocalítica, que muestra un planeta desolado, a causa de la desaparición de la capa de ozono, la radiación ultravioleta que carboniza en segundos a los que están en el exterior, y una atmósfera irrespirable en la que han quedado extintas las plantas.
Lo que se ha visto aquí ya ha sido presentado antes, muchas veces, y se muestra como una variación del mismo tema, con una producción suntuosa. Es ciencia ficción de alto presupuesto. La diferencia es la siempre magnética presencia del protagonista. Toda la cinta es un roadmovie de Finch acompañado del robot inteligente que crea, Jeff, al que le va enseñando cómo funciona el mundo. En particular quiere que se haga cargo del perro que lo ha acompañado, y que ha sido para él como un hijo en los últimos tiempos de desolación y penurias. La singular familia avanza por el país desierto, con el único propósito de sobrevivir.
No hay mayores complicaciones en la historia presentada por Apple TV+, que es como una alerta sobre los estragos que la polución que el hombre descarga sin prudencia sobre el planeta, Ha sido violenta la reacción de la naturaleza, que culminó con la extinción de la raza, a excepción de algunos seres que andan por ahí dispersos, pero con muy escasa posibilidad de resurgir como especie, en medio de ciudades desiertas y acechanzas de salteadores.
Hanks se ve por vez primera avejentado, luego de verlo ininterrumpidamente durante 40 años en pantalla con casi un centenar de créditos. Estupendo en su interpretación y carismático como de costumbre, ahora, a sus 65 años, se escucha con voz cascada y más lento en sus reacciones. Pero la edad le sienta bien para el papel de este científico desilusionado y práctico que anda por el mundo como un náufrago, acompañado de su Wilson cibernético.
El director Miguel Sapochnik enfatiza, con mucho humor, en la relación fraternal que une al humano y a la máquina. Finch transfiere todos sus afectos a Jeff, explicándole la belleza de la vida y el sentido de la existencia basada en el amor. Rápidamente, el robot inicia su aprendizaje sentimental y emocional, aceptando las emociones de su maestro y creador y asumiéndolas como propias, al punto en que entiende cuándo debe sentirse triste, alegre, con iniciativa o recatado.
Finch es el retrato de una Tierra devastada por un evento solar aniquilador. Tiene una marcada cuota panfletaria, sobre el desastre climático inminente, aunque es divertida, interesante y cálida.
@LucianoCamposG