Martín Solares publicó en el 2006 la novela “Los minutos negros”, sin imaginar que 15 años después haría la adaptación junto con Mario Muñoz para el guion de la película del mismo nombre que se presentó recientemente con éxito en el Festival Internacional de Cine de Morelia.
Para realizar este trabajo en mancuerna, tanto el autor como el cineasta, tomaron decisiones importantes como la de enfocarse en la esencia de la novela para poder contar una historia que tuviera todos los elementos del cine negro.
“Hay una enorme diferencia entre el cine y la literatura, porque cuando uno lee novelas, uno avanza a su propio ritmo y se detiene cuando quiere; pero el cine es implacable, son imágenes que desfilan ante tus ojos y no se van a detener cuando tú quieras, si es que estás en una auténtica sala de cine. Teniendo eso en mente, decidimos crear un relato que fusionara lo mejor de todos los tiempos.
“De entrada Mario me dijo: vamos a ir a lo esencial, vamos a concentrarnos en el periodo de los años 70s y usar eso como la columna vertebral del proyecto y nos quedamos con una historia lineal, que es la historia de dos policías en una zona del país en donde termina la civilización y comienza la selva”, señaló el escritor tamaulipeco.
Por su parte el director añadió: “El centro de la historia son los años 70s, nosotros en algún momento queríamos narrar las dos épocas, pero no nos dio la vida, el presupuesto y tuvimos que decidir cuál de las dos historias queríamos narrar, y decidimos narrar esta época”.
El novelista y el realizador nacieron justamente en el año de 1970, por lo que comparten su gusto por la literatura y el cine “noir” y las influencias que han tenido a lo largo de su vida, se vieron reflejadas de alguna forma en la película.
“Es imposible hablar de los minutos negros sin hablar de la literatura y el cine negro, es como la familia en donde se inserta este relato; obviamente Martín tiene un montón de influencias que él incorporó, pues aparece hasta Alfred Hitchcock y B. Traven dentro de su relato, y luego a la hora de trasladarlo al cine, obviamente está el cine negro en todas sus variaciones”.
Muñoz comentó que vio con su equipo el cine negro clásico como el de El halcón maltés, hasta el cine negro de los setentas como Serpico, Contacto en Francia; el cine de directores como Jean Pierre Melville y Akira Kurusawa, entre otros.
“El cine negro se presta para la estética, parte de su poder son estas contraluces, este impacto muy gráfico que tiene y eso nos llevó a explorar hasta adaptaciones de cine negro desde Blade Runner que es cine negro pero cruzado con ciencia ficción, hasta Sin City de Robert Rodríguez, es decir, como que hay todos esos pedazos y todas estas cosas son como eras geológicas que se van sumando, que al final te generan un producto, como una estética donde se suma todo”.
Mientras que Solares apuntó: “Tenía un debate cotidiano con Mario, y aunque estábamos de acuerdo, aprovechábamos para preguntarnos en donde creíamos que había que poner la frontera entre la literatura y el cine, y llegamos a la conclusión de que preguntarse por eso, era dejar fuera el arte del panorama y de la creación y así que decidimos que el arte estaría en cada diálogo, de cada escena y de cada toma”.
Los protagonistas de “Los minutos negros” son el agente Vicente Rangel y el novato Cabrera, apodado “el Macetón”, quienes investigan el feminicidio de tres niñas en “Paracuán”, el escenario imaginario en el que se desarrolla la acción.
“Cuándo yo escribí la novela la palabra feminicidio todavía no se usaba de una manera tan generalizada, pero ese es el tema central de la historia. No es una película ni una novela ideológica ni de propaganda política, sino que intenta ser dos maneras artísticas de contar una historia muy humana y desde ángulos insospechados.
“Es decir, no quisimos inventar un detective quijotesco capaz de hacer justicia contra una sociedad mucho más poderosa que él, pese todas las adversidades, y ser capaz de salirse con la suya, nos concentramos en gente real que trata de hacer lo correcto en medio de un clima de muchísima adversidad y crueldad hacia los más vulnerables; y es una pregunta por la memoria ¿qué tanto podemos mantener en la memoria, si se cuenta en semanas, días o meses, la necesidad de hacer justicia por aquellos que desaparecen?”, cuestionó Solares.
En este sentido, Mario Muñoz consideró que, pese a que en nuestro sistema prevalecen la corrupción y la impunidad, la realidad es que de alguna manera hay consecuencias para quienes burlan la justicia.
“Creo que hay una meditación importante en la historia acerca de que no hay salidas fáciles en la justicia, creo que, en ninguna parte, pero en nuestro país ciertamente es un lugar muy complicado y es importante señalar que no es que si te metes al mundo de la violencia- sea el narco u otro tipo de organización criminal- necesariamente vas a tener una vida tranquila y resuelta, significa que vas a entrar a una espiral que el día de mañana te toca a ti.
“Por otro lado, creo que el Macetón como el policía nuevo en la historia, nos hace ver desde sus ojos toda esta corrupción y preguntarnos qué hacer personalmente, qué nos toca a cada quien desde nuestra pequeña arena”.
Sobre la creación de lugar imaginario al que bautizaron como “Paracuán” Muñoz explicó que era complicado filmar en Tampico, de donde es originario Solares, entonces tuvieron que buscar otras locaciones.
“Nuestro país tiene lugares espectaculares donde filmar, es uno de los países donde más se filma, vienen extranjeros porque es increíble la variedad de escenarios; las dificultades que tuvimos de entrada era que el lugar en donde surge la historia sería Tampico, porque ahí creció el autor, pero era imposible filmar por la inseguridad en la que se vivía y se sigue viviendo, y eso genera algo muy particular.
“En Tampico, los lugares estaban cerca, pero cuando decidimos que filmar en Veracruz, un pedazo de `Paracuán´ estaba en Coatzacualcos, o en Ciudad de México, y otra en Hidalgo; al final tuvimos que filmar en Morelos, tuvimos que hacer una integración de muchos lugares para crear Paracuán, pero fue positivo para la historia porque es un lugar que nadie puede reconocer”, mencionó el también director del thriller policiaco “Bajo la sal”.
Ambos trabajarán en un próximo proyecto, y Solares auguró éxito a Muñoz con “Los minutos negros” al afirmar que tiene una intuición y buen manejo del género negro.
“Creo que esta película va consolidar a Mario como un auténtico director, con una visión personal artística, porque su interés por lo macabro, por el manejo de un suspenso delirante, por usar escenarios fuera de lo común se confirma en esta película y también en su don de trabajar con los actores para llevarlos más allá de sus capacidades habituales”, concluyó el escritor, quien obtuvo el Premio Efraín Huerta y fue finalista del Premio Rómulo Gallegos en 2007 por la novela “Los minutos negros”.