
Ir al cine es la opción preferida para los cinéfilos que también eligen ver las películas en las plataformas como Netflix, o bien ir a un cineclub donde se siente un ambiente más íntimo y relajado que en una sala con muchas butacas, pero un poco más dinámico que el rincón favorito de sus casas.
En el marco de la Escuela de Verano UANL 2023 la coordinadora de programación y exhibición de Procine CDMX, Rosario Zaragoza Fuentes, impartió el curso “Breve guía para montar un cineclub” en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario.
Este fue uno de los talleres a los que más personas asistieron a comparación de otros que ofreció la Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Secretaría de Extensión y Cultura en la Escuela de Verano, con el lema “Bajo el sol del conocimiento”.
Los principales objetivos del curso fueron: conocer de forma breve la historia del cineclubismo en México y su desarrollo fuera de la Ciudad de México; conocer la forma de programar: gestión de películas y cómo diseñar un ciclo, acercamiento a acervos gratuitos y distribuidoras nacionales.
Además, los asistentes tenían que nombrar y conocer los géneros de cine para diseñar la ruta del cine-debate, así como saber algunas herramientas para entablar y promover el diálogo posterior a las exhibiciones.
“Yo me encargo del área de exhibición y de programación, y suelo dar algunos talleres únicamente de programación, es decir, cómo hacer una curaduría, cómo elegir las películas y en dónde puedes acceder a catálogos gratuitos.
“En la Ciudad de México es difícil que la gente llegue a esos talleres, pues creo que es que hay demasiada oferta, hay muchos espacios y es más popular el tema de los cineclubismo, de las salas de exhibición alternativas y más allá de los complejos comerciales existen mucha más oferta en este sector”, señaló.
Consideró que la experiencia de quienes hayan tomado el taller ha sido encontrar o descubrir otras formas de ver cine, otras formas de organización de la sociedad civil en general, y cómo gente común y corriente va armando sus espacios de exhibición conforme a sus propios recursos y se dan cuenta que también ellos pueden hacer algo así.
En los pocos cineclubs que hay en esta ciudad, gran parte de las películas que proyectan se pueden ver en plataformas como en Netflix, sin embargo quienes acuden a estos espacios buscan una atmósfera diferente para disfrutar del filme en cuestión.
“Siempre nos cuestionamos que si podemos ver las películas en tu casa a través de Netflix o simplemente ir al cine, pero la diferencia de un cineclub o una sala de exhibición alternativa, es que el tipo de convivencia es muy distinta a la de una sala comercial.
“Por ejemplo, en el cine hay salas especializadas en las que también se ofrecen experiencias inmersivas, el sonido, o tercera dimensión, etcétera, pero si alguien quiere hablar sobre la película, se tiene que limitar a comentarla con su compañero, mientras que en un cineclub los asistentes pueden intercambiar opiniones y de ahí iniciar un diálogo sobre temas relacionados con la película”, dijo.
Mencionó que el cineclubismo crea comunidad y va más enfocado a la colectividad que al individualismo.
“Un poco el ideal del cineclubismo apela a volver a reunirnos, a generar sociedades o cultura comunitaria, que la cultura sea para todos y que uno mismo pueda hacer llegar esa cultura”.
Zaragoza Fuentes comentó que en cualquier espacio se puede montar un cineclub, siempre y cuando sea con el principal objetivo de difundir el cine, sin importar que la persona interesada no tiene que ser especialista en cine.
“Lo que les digo en el taller que no tienen que ser eruditos ni especialistas, sino que sean fanáticos y cinéfilos de corazón”, afirmó.
CINE MEXICANO Y CINE INDEPENDIENTE
Otro de los aspectos que tiene el cineclubismo en México es que promueve las producciones nacionales, las películas independientes.
“Sabemos que en las salas comerciales se proyecta un cine muy específico. El cine mexicano no llega tan fácilmente a las salas, producimos más de 300 películas al año, y la si le preguntas a la gente cuántas películas mexicanas a visto, seguramente dirán que menos de 20.
“Pero si les preguntan por las más populares, seguramente dirán que ya vieron Spiderman o Barbie, por ejemplo, y no está mal, no estamos satirizando ese cine. Pero también nosotros estamos produciendo, y se está haciendo buen cine, cine de calidad que merece ser visto, y justo los cineclubs son los espacios que permiten darle la entrada a estas producciones”, expresó.
En el caso del cine independiente dijo que los directores y productores no solamente tienen que pensar en hacer su película, sino que además deben buscar patrocinadores, y ellos mismos hacerle promoción y publicidad.
“A veces un realizador o un director invierte su dinero para hacer la película, pero luego también tiene que poner dinero para distribuirla y a veces contra grandes empresas que tienen toda una maquinaria bien establecidas, y muchas veces ni aunque pongan todo su esfuerzo no puede competir con eso”, puntualizó Zaragoza Fuentes.