
Un hombre común se convierte en el Ulises de “La Odisea” gracias a la mirada de una mujer amante de la literatura. “El Italiano”, es la más reciente novela de Arturo Pérez Reverte en la que cuenta una historia de “amor, mar y guerra”.
“En mis novelas hay muchas historias de amor, pero casi siempre las dejo abiertas, porque desconfío siempre de aquello de que ‘fueron felices …’ porque además intervienen una serie de factores como la traición, la fatiga, la enfermedad y la infidelidad.
“Pero esta vez quería cerrar la historia, es una historia de amor que se sabe desde el principio que es un final feliz, pero es justamente es el desarrollo de este enamoramiento que constituye el hilo dorsal de la historia”, señaló el periodista y escritor español el pasado 21 de octubre en una conferencia virtual acompañado por Pilar Reyes, directora de la Editorial Alfaguara desde Madrid, con la participación de 150 periodistas entre españoles y latinoamericanos.
“El Italiano” está basado en hechos reales. En los años 1942 y 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, buzos de combate italianos hundieron o dañaron catorce barcos aliados en Gibraltar y la bahía de Algeciras.
“Yo hice el curso de buceo a los 18 años en la Marina, digamos que es un mundo que es muy familiar; además para escribir la novela accedí a documentos que cada buzo italiano al regreso de su misión si sobrevivía, anotaba para sus compañeros.
“Tengo mucha información de cómo se ve el mar y la guerra desde bajo del mar; porque quien ha estado bajo el mar buceando, sabe ya -sobre todo de noche- la esfera negra, el horror; imaginemos a esos hombres audaces, jóvenes, acercándose silenciosamente a la base sumergiéndose para pasar las cargas submarinas y al final se esperaba el cautiverio o la muerte”, señaló el autor de “La Reina del Sur”, “Territorio Comanche”, “El capitán Alatriste”, por mencionar algunos títulos.
Consideró que a lo largo de su vida ha experimentado situaciones que lo han hecho reflexionar sobre qué es lo que en realidad vale la pena y encontró que los valores universales son fundamentales para mantener un equilibrio.
“La vida me ha quitado muchas en las que creía cuando era joven, pero hay algunas que me ha reforzado y son el respeto por: el valor, la dignidad, la lealtad y el amor; el valor todavía me conmueve.
“Creo que esta novela es un acto de justicia, un homenaje al valor, porque uno puede comprarlo todo con dinero, o puede aparentarlo, pero cuando todo se va el diablo, cuando se desmorona la fachada social del mundo en el que vivimos, si no tienes las cuatro palabras básicas: lealtad, amistad, valor y dignidad, te arrastra el torrente de la vida”, expresó.
HEREDEROS DE LA CULTURA MEDITERRÁNEA
Arturo Pérez Reverte afirmó que en “El Italiano” vuelve a poner en primer plano la “cuna” de la que proceden los españoles, europeos, americanos, hispanoamericanos, todos unidos por un lazo que es la cultura mediterránea.
“Nosotros formamos parte de un sistema cultural que tiene 3 mil años de historia, venimos de Homero, de Platón, de Aristóteles, de Sócrates; de Virgilio, Dante, de Cervantes; digamos que el Mediterráneo es la raíz latina mediterránea con Italia y Grecia como espina dorsal.
“Me di cuenta lo que es importante que es reeler los clásicos griegos porque es encontrar de nuevo la justificación de todo aquello que nos ha hecho y estoy muy orgulloso de ser mediterráneo, y cuando voy a América en Argentina, Chile o México, reconozco que ahí no soy extranjero, porque estamos en el mismo ámbito y me emociona esa patria de fraternidad que arranca en el Mediterráneo que es el origen de todo”, enfatizó.
Por otro lado, recordó cuando era corresponsal de guerra en Sarajevo y cómo se apoyó en la literatura para poder pasar las noches en las que era imposible dormir por los bombardeos.
“Yo era un reportero que cubría la guerra, ese era mi trabajo; yo era un mercenario cualificado, pero yo no era libre, yo estaba ahí para cumplir con mi trabajo, pero cuando regresaba al hotel y entonces me ponía a leer a Plutarco, a Jenofonte, a Balzac, con una linterna y un whisky en un rincón, mientras escuchaba las bombas afuera, entonces yo era libre.
“Los libros me devolvían la dignidad del ser que sabe que hay una parte que no se puede vender, no se puede comprar, ni se puede manipular, que es tuya; para mí esa la libertad, en este mundo tan difícil como es, conservar esa pequeña parcela de ti mismo, esa es la libertad”, subrayó.
NUEVOS MONJES MEDIEVALES
Ante los cambios políticos, económicos, culturales y sociales que están sucediendo en la actualidad, el novelista considera que el mundo que conocemos, será sustituido por otro mundo, pero es algo que eventualmente tenía que suceder.
“Yo soy puntualmente optimista e históricamente pesimista. Yo creo que ese mundo del que he hablado antes está sentenciado a muerte; yo he leído mucho, he visto caer muchos imperios en los libros, he visto morir muchas cosas en la vida real y sé que todo tiene un final
“Yo creo que ese ‘occidente’, ese vasto territorio cultural está sentenciado por muchas razones, pero no lo veo con drama, siento que me ha tocado vivir el final de un tiempo, de un mundo que será sustituido por otro mundo, que no sé si será mejor o peor, pero no voy a estar aquí para verlo.
“No sé quién va a sustituir los mecanismos rectores de ese mundo que viene, ni cuánto tiempo tardará, pero habrá monasterios medievales donde los monjes del futuro estarán copiando y salvaguardando los restos de ese derrumbe cultural que un día ocurrirá, porque los bárbaros, sean los que sean, un día terminarán con este mundo.
“Pero mientras haya jóvenes herederos de esa tradición, jóvenes lectores educados para el futuro, serán los monjes medievales y serán la bisagra que una al mundo desaparecido con el mundo que vendrá. Ellos serán los transmisores, porque no se perderá todo, pero siempre tiene que haber una transmisión para que algo permanezca en el mundo que será muy diferente, pero que ya no será el mío”, expresó el escritor que en el próximo mes de noviembre cumplirá 70 años.