Para la escritora colombiana Amalia Andrade, su más reciente libro “No sé cómo mostrar dónde me duele” editado por Planeta es una de sus más más personales pues le permite abordar un tema que la ha apasionado: la necesidad de contar con una educación emocional que nos permita identificar qué es lo que sentimos y por qué.
Como parte de su gira para presentar esta obra, que ya está obteniendo una buena recepción por parte del público, la autora conversó con Hora Cero sobre lo complicado que le resultaron algunas partes del proceso para elaborarla y cómo decidió utilizar diversas herramientas como la fotografía y las letras de canciones para explicar mejor al lector lo que le estaba diciendo.
Andrade, de 37 años de edad, reconoció que compartir con sus lectores la profunda tristeza que sintió hace tiempo no fue con la intención de lograr ayudar a alguien que pudiera sentirse identificada con su experiencia, pero si esto sucede sería entonces un resultado inesperado pero afortunado.
— ¿Cómo te sientes que ya está disponible para el público este esta obra tan personal?
Estoy muy emocionada, estoy muy contenta, es un libro muy personal que significa mucho para mí y en donde juego con diferentes cosas de mi carrera. Estoy muy emocionada de que llegue a las manos de los lectores.
— Escribir siempre se ha considerado como un ejercicio bastante personal, porque se dice que cuando uno escribe se muestra ante el lector, o sea, es difícil esconderse sin embargo, eso lo llevaste más allá en este libro…
El ejercicio de escribir el libro sí fue complicado pero no la vulnerabilidad, o sea, lo complicado no fue abrirme, lo complicado fue otras cosas como hablar de las emociones sin que fuera muy académico o muy pesado.
Yo no tengo otra opción más que ser muy honesta en mis textos, los temas que le planteo a mis lectores requiere mucha honestidad entonces, lo mínimo que yo podría darles es eso, esa parte no se me dificulta.
— ¿Cómo cómo llegaste a esa posición tan complicada, porque mostrarte vulnerable es algo que es muy difícil para la mayoría de las personas?
La vulnerabilidad es una herramienta muy poderosa, es nuestra fuerza. Yo no creo que ser vulnerable es ser débil, creo que ahí hay todo lo contrario, ahí hay mucho poder, es como la parte central de nosotros, por eso creo en el poder general de la vulnerabilidad
— Leyendo el libro hay una cosa que me llamó mucho la atención: hablas de que pasaste una depresión muy complicada y me llama la atención porque eres una mujer exitosa, con una buena vida, eres un rostro bastante inusual de la depresión…
Tengo una buena vida, pasé por una circunstancia especial, una circunstancia difícil que inherentemente traía mucha tristeza, una tristeza muy honda, eso fue lo que yo atravesé y digamos que a eso le pongo el título de depresión.
Pero la salud mental aunque tiene que ver con nuestro trabajo o nuestra vida profesional, es independiente de nuestras circunstancias, pues podemos sufrir o experimentar diferentes circunstancias de salud mental.
Yo nunca lo he pensado mucho así, pero si mi caso sirve para que la gente entienda que cualquier persona se puede sentir así, pues me parece maravilloso, porque eso nos toca a todos, no discrimina.
— Porque si alguien lee tu libro puede decir: ‘si ella tiene este problema de depresión, tiene estos problemas de tristeza, pues con más razón yo’, o sea, le puedes ayudar a alguien a entender, a buscar ayuda, a buscar una vía distinta.
Espero que así sea, igual yo hablaba mucho en mis otros libros de mi experiencia con la salud mental, en mi segundo libro que se llama ‘Cosas que Piensas Cuando te Muerdas las Uñas’ hablé mucho acerca de mi relación con el trastorno de ansiedad y de cómo le he pasado mal.
Entonces yo creo que seguramente habrán lectores que no estén familiarizados con esto, pero otros que sí están familiarizados con mis diferentes encuentros con la salud mental.
— En tu libro te apoyas mucho en fotografías y en canciones ¿crees que son recursos que ilustran un sentimiento o un pensamiento incluso mejor que las palabras?
Sí, puede ser, o sea, para mí era muy importante hacer foto-ensayo porque hubo mucho tiempo, precisamente cuando estuve muy triste, que no tenía palabras y con las fotografías se me era más fácil expresarme en ese momento y después entendí que las fotos son también escritura, que uno está escribiendo con imágenes y no con palabras.
Lo que sí quería era incluir la mayor cantidad de lenguajes posibles para que entendiéramos que las emociones viven, que tenemos que ampliar nuestros diccionarios emocionales y que eso incluye cosas que no necesariamente son palabras.
— El ejercicio de escribir es cansado, mentalmente agota, pero me imagino que haber escrito algo tan personal ha de haber sido extenuante ¿cómo te sientes en este sentido?
Es muy curioso porque escribir acerca de mis experiencias personales no es lo que me resulta agotador, o sea, como que hay otras partes del proceso que me parecen más exigentes y extenuantes para mí.
La escritura es un impulso muy vital, es un espacio donde yo me entiendo a mí misma, entonces escribir sobre esas experiencias en algunos capítulos fue duro y otros no.
Creo que hay otras exigencias en la composición de un libro, sobre todo como el de éstas características, que tiene como diferentes niveles de lectura, diferentes herramientas visuales, que me parece más exigentes.
— Para no quedarme con la duda ¿cuáles son esas partes del proceso que sientes más exigentes?
Para mí lo más difícil siempre es integrar una investigación tan extensa y hacer algo accesible y ligero, son temas muy difíciles y yo quiero que el libro sea ligero de naturaleza, porque todos los otros no lo son y porque quiero que el libro llegue a la mayor cantidad de personas posible.
Ese ejercicio de traducir estos temas tan densos a algo más digerible o de hacer investigaciones tan largas y decidir qué se queda y que se va, me parece como un reto más grande.
— ¿Crees que para quien tome el libro y encuentre ahí algo de ayuda tu experiencia sería la ruta o crees que cada quien puede encontrar una ruta propia?
No, mi experiencia nunca es la ruta, así como la experiencia de otros no espero que sea la ruta de nadie. Yo creo que la experiencia de otras personas nos pueden dar guías, pero cada uno de nosotros tenemos que hacer nuestra propia ruta.
— En una parte del libro hablas de temas que están en la agenda como patriarcado, lo que entiendo es que lo mencionas pues para el hombre es más difícil mostrar emociones ¿qué te invitó a hacer a hacer esa reflexión?
Las emociones no las sentimos en un vacío, o sea, las emociones que sentimos que son algo tan íntimo, tan profundamente relacionadas por cosas como el sistema económico, la raza, la clase, el entorno socioculturales económicos en el que crecemos.
El patriarcado, que es como el sistema imperativo en el que vivimos, tiene absolutamente todo que ver con las emociones, de hecho ha utilizado la emocionalidad como una estrategia en su guerra y sin duda todo mundo sale perjudicado, pero los hombres mucho más, porque las educaciones emocionales de los hombres son muy precarias,
Nada más el el hecho de que todo lo emocional se le adjudique a términos femeninos en una sociedad donde lo femenino es malo y lo masculino es bueno, pues ahí ya hay un problema social muy grave y el hecho de que un hombre llorando le digan que es débil -porque las que lloran son las mujeres-, pues, de nuevo, hay otro problema muy grande y ese problema ya no me parece social, me parece un problema absolutamente personal.
— ¿Y dónde estaría el giro para darle vuelta a esto, en las familias, en nosotros como papás?
En el cuestionamiento y en la reeducación de absolutamente todos como sociedad, en nuestras familias, en nuestros círculos en el colegio.
— Llegamos a un punto como El Chapulín Colorado de: ‘Oh, ahora ¿quién podrá ayudarnos?’ porque nadie nos enseña a ser padres y mucho menos nos enseñan a identificar nuestros sentimientos y emociones…
Esa es una cosa muy importante, sí, deberíamos tener más educaciones sentimentales, hay centros para las emociones en las grandes universidades en Estados Unidos pero creo que igual las nuevas maneras de Pedagogía están integrando esto.
Yo hablo de eso en el libro como ahora se está utilizando un papel con diferentes caras de diferentes emociones para los niños para decir: ‘bueno, ¿cómo te estás sintiendo?’.
Todas esas cosas son herramientas para niños que también nosotros tenemos que integrar y que nos pueden ayudar pues, precisamente, estamos así de desvalidos porque no hablamos sobre esto, entonces tenemos que hablar, leer, educarnos, ponerlo en tema de conversación, socializarlo.
— Qué sigue ahora para ti?
Pues ahorita voy a seguir con la gira de este libro que me tiene muy emocionada recorriendo México y Estados Unidos, espero seguir viajando por todo el mundo.
Fotos: @Crimson Crazed