
Siempre me he considerado un entusiasta del transporte público, especialmente en una ciudad como Monterrey y su zona metropolitana.
En repetidas ocasiones he escrito y hablado de lo mucho que odio la idea de pasar dos horas de mi vida atorado en un embotellamiento de esos que ya no solo existen en las llamadas “horas pico”.
Es más, hay una broma medio en serio que tengo con mi esposa, de que evito en lo posible ir a zonas que me obliguen circular por avenidas como Leones o Gonzalitos, atiborradas de automóviles casi a cualquier hora del día.
Incluso, como ya lo he contado, decidí usar una motocicleta en parte porque me pegó la crisis de los cuarenta, pero principalmente porque es un medio de transporte que me permite escapar del caos vehicular.
Pero ¿qué pasa cuando está lloviendo o el clima no me permite moverme en mi moto? Sencillo: recurro al transporte público.
Estoy plenamente consciente de lo que implica subirse al camión. Tengo que tomar más tiempo de lo habitual para no llegar tarde a mi destino, me expongo a unidades congestionadas de pasajeros y debo soportar un buffet de olores harto interesantes.
Sin embargo, con todo y eso, disfruto usar esta vía de comunicación. Especialmente el Metro.
Les cuento. En ocasiones y debido a mi trabajo, tengo que ir al estadio Universitario o al BBVA; cuando eso sucede he convertido en regla general que dejo la moto en el Centro y me trepo al Metro.
Me he dado cuenta que esa opción es, en ocasiones, más rápida que, incluso, irme en la motocicleta… ya no decir más segura, pues quienes circulan por Universidad, Barragán, o básicamente cualquier avenida del municipio de San Nicolás son bastante proclives a manejar como salvajes.
Esas experiencias en el Metro me han revelado tanto su utilidad como sus deficiencias, pues para nadie es un secreto que no hay los vagones suficientes para atender la demanda, especialmente en las llamadas “horas pico”.
Quizás por ello es que muchas personas, aunque tienen la posibilidad de optar por esta vía de transporte, deciden quedarse dentro de su auto, desafiando embotellamientos, accidentes e interminables horas batallando con el tráfico.
Además, está el comprobado tema de que en la zona metropolitana de Monterrey el status se mide con el modelo y año del carro que manejas.
En esta parte de México la mayoría de sus residentes piensa (aunque no lo digan abiertamente), que el transporte público es para los jodidos, para los “chiringuillos”, para la plebe.
Ningún regio de buena familia se sube a un camión “porque se quema”. Prefiere pasar horas y horas atorado en una avenida como Gonzalitos a que lo vayan a ver esperando un autobús.
Por eso desde que el gobierno del Estado anunció la construcción de varias nuevas líneas del Metro, me invadió un sentimiento.
Quieren meter una línea sobre todo Garza Sada, un proyecto que ya tiene el rechazo de los residentes de colonias de nombres tan presuntuosos como Contry, a quienes les molesta la posibilidad de que les quiten un carril para que puedan seguir circulando en sus camionetotas, aunque sea una cuadra nomás para comprar las tortillas.
El gobierno de Samuel jura y perjura que el nuevo Metro la van a tener listo para antes de que acabe la administración, y aunque seriamente lo dudo, no puedo evitar preguntarme: Cuando acaben las obras, ¿quiénes van a usar esa línea?
Definitivamente no serán los residentes de Contry. Para ellos la edificación de este proyecto es insulto suficiente para tenerlo odiado por el resto de sus días.
Si van a confiar que los mayores usuarios de este transporte serán los estudiantes del Tec y la Unidad Mederos de la UANL, buena suerte, porque en serio no veo a estos chicos optando por esta opción de transporte, más cuando la mayoría de los foráneos, quienes son los que podría decirse que tienen menos ingresos económicos, viven a tiro de piedra de sus salones de clase.
El principal enemigo del Metro y, en términos generales, de todo el sistema de transporte público de la zona metropolitana es la percepción que la gente tiene de este servicio.
Y no los culpo, porque después de todo ¿quién va a querer estar batallando con unidades en mal estado, insuficientes y caras?
Nos prometieron un transporte que va a estar al nivel de Dubai… Si nos lo cumplen (lo veo difícil), habrá que ver cuánto tiempo lo van a considerar rentable pues, está comprobado, un regio prefiere que le mentes la madre a que lo bajes del carro.
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