
Tempoal, Veracruz.- ¡Míralos!, ¡ellos sí tuvieron tiempo para ensayar!
-¡Sí, fíjate nomás, y eso que vienen de Monterrey!
-¿Cómo?, ¿quiénes vienen de Monterrey?
-Pues todos ellos, son los sobrinos…
-¿Y cómo le hicieron para ensayar?
-¡Pues por internet!
Aquí, en la huasteca veracruzana, hidalguense y potosina, Xantolo anda por todos lados. Y no anda extraviada, está presente en las casas, en la tierra, en el aire, en las cascadas que escurren en plena Sierra Madre Oriental que cruza por Huejutla, Hidalgo. La fiesta de los muertos del Xantolo dura de uno a cinco días, como en Tempoal, Veracruz, donde por fin nos detuvimos para admirar en silencio, contemplar, disfrutar y reverenciar a nuestra tan celebrada muerte. Porque aquí, en Hidalgo y Veracruz, la muerte se te mete por todos los sentidos: en el gusto y el paladar con el pan de muertos, el mole, el dulce de tejocotes, las ánimas que elaboran en Michoacán -para su altar que lleva hasta plátanos y jarritos y que llega a medir hasta 7 metros de altura- y donde además no faltan los dulces y alimentos que se colocan en los altares en las casas, en las calles y en las plazas.
Y es que los altares de muertos en el Xantolo no es una cosa privada ni que se haga en la intimidad del hogar, sino en la calle, donde todos conviven en una adornada “Calzada de los muertos” señalada con miles de pétalos de Cempasúchil.
Aquí, la muerte llega en magníficas e interminables horas de música y algarabía, y por docenas se cuentan los grupos de comparsas que recorren este pequeño pueblo, bailando con los músicos por delante, ejecutando con danzas y versos lo mejor del folclor huasteco frente a cientos o miles de invitados y visitantes al Xantolo.
La vista no se queda atrás pues no terminas de admirar las coloridas máscaras gigantes que adornan la plaza de Tempoal, Veracruz, donde la gente –y los policías- se preparan para el huateque del Xantolo, esta máxima celebración que se festeja a solamente dos horas de Tampico, por la ruta hacia Pachuca, antes de atravesar la Sierra huasteca. Aquí, donde niños y adultos bailan en las calles, liderados por los músicos que interpretan los pegajosos sones huastecos y que todo en conjunto pinta de alegría una fiesta preparada por tantos vivos para celebrar a tantos muertos.
Eso sucede en Tempoal, mientras que en la zona rural observamos los arcos que los hombres elaboran con carrizo para las casas y para las tumbas, como una entrada por donde podrán atravesar del más allá al más acá, sus santos difuntos que “vendrán a visitarlos” del 29 de octubre al 2 de noviembre.
Las mujeres adornan con flores de Cempasúchil los arcos y los altares, pero más adentrados por la carretera, donde docenas de pueblos se pierden entre barrancos y alturas de los cerros, las indígenas huastecas adornan con pétalos de Cempasúchil un camino que va desde el panteón hasta la entrada de sus casas para dar la bienvenida a las almas de sus niños muertos, y para que a través de ese camino de pétalos “los niños no se vayan a extraviar”.
El 30 de octubre, a mediodía, las mujeres ya cocinaron los tamales de gallina, pavo y cerdo “para las ánimas de los niños muertos que están por llegar”. Y sin chile “para que no se vayan a enchilar”…
El 31 se celebra a los adultos muertos y se dice que no se puede permitir que los niños estén frente al altar porque los pueden tentar los muertos, como tampoco pueden regañarlos ese día porque sus muertitos “se los podrían llevar”…
El 1 de noviembre se realizan ofrendas para los padrinos, en algunas regiones los niños llevan mole, tamales, pan o frutas a casa de sus padrinos. La madrina le dice “no lo hubiera traído” y el niño le responde “mi madre se lo manda y por eso yo vengo”. Le dan café y pan al niño, vacían los trastes y le pueden dar algo de lo que ellos prepararon “para que mi comadre también lo pruebe”.
En Tempoal inicia el desfile de danzantes frente al Palacio Municipal y ahí, luego de bailar, los participantes se quitan las máscaras para que puedan los presentes ver de quién se trata, es ahí cuando o aplauden menos, o aplauden más
La fiesta continúa hasta el amanecer y dicen las malas lenguas que los que han aguantado bebiendo toda la noche, amanecen tirados en alguna banca o hasta colgados de los faroles de la plaza principal… y que dizque los policías no les hacen nada…