Hay personas en todos los ámbitos de la vida que vinieron a este mundo a cumplir con un propósito firme y les ha sido dado dejar la huella de su paso en su actividad o profesión. Son personas llamadas a trascender y a lograr que su recuerdo perdure por mucho tiempo en las generaciones venideras. No fueron “ave de paso” ni se conformaron con desquitar un sueldo, sino que se montaron en la nave de la calidad y de la técnica en su oficio y dieron más de lo que las exigencias les plantearon.
Víctor Manuel Vucetich es uno de esos entrenadores que ya es referente de esta época en el futbol soccer de la máxima categoría en México. Y hoy refrenda su renombre al llegar a mil partidos dirigidos, con un porcentaje de efectividad un poco superior al 51 por ciento, entre juegos ganados, empatados y perdidos en todas las categorías, incluidos los dos que estuvo al frente de la Selección Nacional. Así es que méritos los tiene como para aplaudirle después del cotejo contra San Luis en tierra fronteriza. No por acumulación de años, ni por su perseverancia en un cargo de mucha exposición pública ni, mucho menos, por superar todavía hoy la competencia de tantos extranjeros que se valen de todo con tal de tener un lugar en los mejores clubes del país azteca. Hay algo más que vale la pena tomar en cuenta del perfil de Víctor.
Y vaya que debe tomarse en cuenta la seriedad con que este gran ser humano se ha sabido comportar como entrenador, desde aquel lejano 1990 en que recibió la primer oportunidad de dirigir a un equipo profesional. Venía de una carrera como futbolista no muy atractiva y, sin embargo, sabía a lo que aspiraba en otra área de la cancha dentro del deporte de sus amores. Por eso no se mareó ni compró espectáculos aparte con el fin de cumplir su sueño y dejar contentos a los aficionados de las escuadras bajo su responsabilidad, así como desquitar el esfuerzo de los directivos y ayudar en la proyección de sus jugadores.
Debido a esa seriedad profesional, Vucetich ha sido congruente con su conducta en su vida privada. No hay nada que implique en él una tacha en su comportamiento fuera del terreno de juego, e inclusive dentro del mismo hay que lo ve poco atractivo, como los directivos que juzgaron como pasividad su actitud cuando le dieron la Selección Mexicana y prefirieron a alguien que “vendiera” más entre las masas con sus gritos y emociones llevadas al extremo. Y lo sacaron muy pronto del escaparate de “ventas” que ofrece mayor fama en todo el mundo.
Ya se sabe que hay que separar muy bien el límite que hay entre los jugadores y técnicos en su carácter de jugadores y técnicos con el de su vida personal. Veamos algunos casos: Se puede admirar muy bien a Diego Armando Maradona por sus logros deportivos, pero no se debe mezclar esa admiración con su vida disipada y de vicios del más reprobable ejemplo, en que pierde muchos de sus bonos en un juicio integral. Uno es el ídolo que hace excelentemente su trabajo, distinto del individuo que quebranta códigos morales admitidos por las mayorías de una sociedad. Por eso para críticos severos de este famoso argentino, lo sienten inferior a su paisano Lionel Messi, quien ha hecho lo que quiere con el balón en sus pies y ha ganado cuanto título desean otros de sus colegas a nivel mundial, además de vivir un matrimonio y amor a sus hijos sin la lupa de los paparazzi ni los enfoques tan cruentos de la llamada “prensa rosa”. También podríamos hablar de lo que hoy pasa con una denuncia en su contra el brasileño de los Pumas de México, Dani Alves. Es cosa que no nos importa porque nadie es juez entre sus seguidores, para dictar sentencia de lo que puede ser un chisme o aparente soborno de una mujer en Barcelona. Es cierto que lo hecho en la vida privada trasciende a la vida pública si va más allá de lo permitido por las leyes y el orden, pero el deportista sigue siendo lo que es en las canchas. Y así nos podríamos referir a otro brasileño de alto nivel en el soccer, como Neymar da Silva Santos Jr.
De ahí que da gusto hacer referencia a nuestro paisano Vucetich v en su cumplimiento como director técnico en mil partidos dirigidos y su modo de ser como caballero con los periodistas y quien se le atraviesa en el camino, además de su vida privada alejada de las tentaciones a que llevan a muchos por el brillo de la fama, el dinero y la proyección mediática. ¡Felicitaciones, Víctor, y que sigan los éxitos!