Hugo Ayala finalmente se retira de las canchas pero no del ambiente de futbol. Deja a los Tigres y no deja a los Tigres. Los deja de acompañar en los entrenamientos y en el campo de juego y, al no firmar contrato con San Luis, los seguirá asistiendo desde el nivel de coordinador deportivo. Pero mi elogio por este estupendo jugador profesional, lleno de trofeos y reconocimiento, no es por sus logros en la Liga MX, sino por su calidad de persona y su espíritu de superación. Sí, porque, en los inicios de su carrera, se impuso a una primera “fractura” y ésta no tuvo que ver con sus huesos ni con alguna parte de su organismo, sino con su psique.
Resulta que por esa “fractura” en su ánimo estuvo a punto de dejar muy pronto el futbol profesional. Vivía a duras penas en Guadalajara, convocado por las fuerzas básicas del Atlas, y cuando ya entrenaba con el primer equipo, llegó el equipo de tres auxiliares técnicos argentinos a trabajar con el entrenador recién contratado. Lo de siempre, se forman las mafias al lado del que les da chamba, aunque no sean los más calificados pero sí son amigos y hasta familiares. Este deporte maneja tanto dinero, que hay de sobra para los preferidos de directivos y técnicos. Los que dan resultados, ¡mi respetos! Sin embargo, hay otros que dejan mucho qué desear y son un mero relleno en la encomienda que reciben.
Pues así le tocó a Hugo Ayala vivir la primera traumática experiencia a tan corta edad, ya que nació el 31 de marzo de 1987 y de pronto se le nubló el horizonte de sus sueños y se enturbiaron sus anhelos de deportista profesional cuando esos amigos del entrenador le dijeron que no le veían futuro en las canchas y que no estaba apto para ocupar un sitio en algún equipo de la máxima categoría.
-¿Qué me quedaba, entonces? –dice ahora al rememorar aquellos días oscuros de su juventud.
Así es que llamó a su casa en Morelia y pidió que le enviaran el dinero para su regreso a la ciudad de los ates, a reencontrarse con la familia y los amigos que extrañaba, por perseguir la aventura de ser futbolista. Ya estaba seguro que ese no era su camino. Pero su padre se portó como un consejero modelo: “Mira”, le dijo, “si tú quieres te mando el dinero y te regresas, si así lo decides, pero antes toma en cuenta lo que te ha costado llegar a donde has llegado y mide los sacrificios que has hecho desde hace años. Por otra parte, aprende que no debes perder la fe cuando te enfrentes a lo difícil de alguna circunstancia, porque así es la vida y no solamente en lo del futbol”.
-Escuché muy firme a mi papá y aguanté el peso de la frustración y el desaliento –confirma Hugo Ayala en la charla su estado de desolación.
Así es que al poco tiempo, el entrenador y sus auxiliares fueron dados de baja. Y las cosas cambiaron en el Atlas. Hugo debutó, llamó la atención y un buen día el Club Tigres puso sus ojos en su fortaleza y estilo de juego. Fue llamado a vestirse de felino, que era lo que más deseaba por el fervor con que los Tigres levantan el estadio de la Uni para tener la mejor afición de México, al grado de ser de lo mejor en el futbol mexicano que apoya a un equipo grande y de gran compromiso con la comunidad. Marzo de 2009 no se borra de su memoria.
-Y de nuevo tuve que superar otro reto, ya estando aquí: el calor, que fue muy duro para mí, porque no estaba acostumbrado a este clima tan extremoso –se sincera, al evocar sus primeros entrenamientos en Zuazua, con un “Tuca” Ferreti que le gustaba exprimir el sudor de sus pupilos con ejercicios y prácticas a tope. Pero Hugo hoy se siente satisfecho de su carrera y no deja de ponderar lo que representó para él y el Club Tigres haber logrado el tercer gallardete en el 2011, por todo lo que que significó para la afición y la institución después de 29 años del último en 1982, y obtenido contra Santos, en el estadio de CU.
Por eso merece el “¡Viva Hugo Ayala!” Porque no se venció y, gracias a la recomendación de su padre en aquella llamada telefónica, renació su fortaleza mental en la lucha sin cuartel por lograr sus sueños que encontraron nicho durante tantos años en esta tierra norteña, calurosa y fría en su temperatura ambiente, pero sólida en el carácter de su gente. Por eso Hugo seguirá aquí en el Club Tigres.