
El escritor es uno. El ser humano que late debajo de la piel es otro, con todas sus virtudes y defectos; con todos sus aciertos y errores; con todas sus cualidades e imperfecciones. El escritor es uno. El macho que lleva dentro es otro. No hay por qué mezclar en la crítica periodística lo uno con lo otro. Y, por tanto, no hay que escandalizarse con su vida amorosa.
Es poco menos importante enterarse que Mario Vargas Llosa se casó con Isabel Preysler y mucho más trascendente que el gran escritor peruano naturalizado español regresará, a principios de 2016, a los cuentos y que publicará otra novela, “Cinco Esquinas”, de corte policíaco con trama en Perú.
Pero así es la “civilización del espectáculo”, como tituló Mario Vargas Llosa a uno de sus últimos libros. Y quién habría de decir que él mismo sería víctima de lo que en esas hojas denunciaba. Quién iba a imaginar que unos meses después de su publicación iba a comprobar en carne propia lo que se considera la degradación de la cultura.
Así es: Mario Vargas Llosa, a sus 79 años de edad, ha llamado últimamente la atención más que por sus novelas, por su divorcio hecho público en la prensa mundial de su segunda esposa Patricia Llosa, su prima y madre de sus tres hijos, después de haber estado casado con su Tía Julia, matrimonio que le dio material para su libro “La Tía Julia y el Escribidor”. La noticia por eso tiene su veta de morbo y más porque nadie se esperaba esa ruptura después que los esposos celebraron en Nueva York, a fines de mayo de 2015, su 50 aniversario de bodas.
Y más morbo despiertan los comentarios alrededor de este hecho porque Patricia no se esperaba que su veterano esposo le estuviera poniendo los cuernos con la mamá del famoso cantante Enrique Iglesias. Imposible para ella imaginar que tantas atenciones de la familia Vargas-Llosa a Isabel Preysler desembocaran en un romance apasionado. Imposible para los hijos del escritor suponer que era capaz de dejar el hogar por una aventura tan intensa que les ha roto el corazón a todos.
A Mario, el Premio Nobel de Literatura 2010, le rompió el corazón la bella modelo de origen filipino, casada originalmente durante siete años con Julio Iglesias y luego con Carlos Falcó, Marqués de Griñón. Y a ella le rompió el corazón la muerte de su tercer esposo, el político y economista Miguel Boyer, pero más le rompió el corazón la declaración de amor del novelista a la que no se pudo resistir. Y, obviamente, a los Vargas Llosa les rompió el corazón la decisión del jefe de la casa y el mayúsculo escándalo desatado en torno a este affaire.
Por eso no se han hecho esperar las críticas negativas al famoso literato, pero se equivoca la gente que confunde al escritor con el macho que lleva dentro. Y es una actitud teñida de moralina acusar su nueva relación de impúdica, porque todo lo que pertenece a la vida privada es solamente de cada quien. Y, como dijera Blas Pascal, hay razones del corazón que la razón no comprende.
“Lo sorprendente de mi caso” –ha dicho Vargas Llosa– “es que un periódico tan serio como The New York Times se haya enganchado con el morbo de un asunto tan personal y haya retomado de un diario londinense dedicado a los chismes, el Daily Mail, los datos que lo hicieron quebrantar sus principios éticos, y por eso debió disculparse públicamente después de admitir una carta que le envié reclamando su frivolidad”.
Víctima de la “civilización del espectáculo”, Vargas Llosa lamenta que le hayan inventado tantas mentiras como que vendió en 850 mil dólares a la revista “Hola” la noticia de su divorcio con Patricia y su unión con la Preysler. “Peor todavía” –ha reclamado–, publicaron en muchas partes que yo mismo había desparramado datos de esta información en Twitter, cuando yo no tengo cuentas en redes sociales porque todavía soy de los que leen en papel los periódicos y todo lo que me cae en las manos, además de que jamás me presto para hablar de mi vida privada”.
La chismografía, sin embargo, se debió alimentar de la autobiografía del escritor que fue un éxito de librería con el título “El pez en el agua” y en cuyas páginas, de la 355 en adelante, él mismo habla de cómo se enamoró de su tía Julia en 1955 y sufrió lo indecible por la reacción de su familia, pues ella, además, era unos años mayor. Y luego, obviamente, da cuenta de su matrimonio con su prima Patricia de quien dijo, al recibir el Premio Nobel de Literatura en 2010, que era lo máximo y que le debía todo lo que era, e inclusive la llevó en mayo pasado a Nueva York con sus tres hijos para celebrar sus bodas de oro.
Sin embargo, el buen periodismo respeta la vida privada de todo mundo y más de los personajes públicos, especialmente si sus actos no tienen conexión con su actividad profesional, pues la fama de unos no da derecho a fisgonear ni a entrometerse en lo que ellos hacen en su intimidad.
Lo trascendente en este caso, es que Mario Vargas Llosa dará a luz a su nueva novela, no de corte político sino ahora con un trasfondo policiaco teniendo como escenario su Perú natal. Y que volverá a los cuentos así como seguirá debatiendo el tema de la libertad en las elecciones en Venezuela y la dictadura de que es víctima este país con Nicolás Maduro. Tampoco dejará de hacer señalamientos de todo lo que es noticia en el mundo.
“No quiero ser una estatua viviente, sino aprovechar mi energía hasta los últimos días de mi vida”, -expresa cuando alguien le pregunta si no ha llegado ya la hora del retiro para gozar mejor el descanso en esta etapa de su existencia.