Dos dinámicas de integración regional se encontraron el pasado mes de enero en Santiago de Chile: de un lado los jefes de estado de una América latina en búsqueda de integración y del otro una Europa enferma de la suya.
A pesar de la unidad de fachada que desearon transmitir los dirigentes de los dos continentes en la tradicional foto de grupo, todo parece indicar que la visión de dos “bloques” unidos que se encuentran es totalmente irrealista, por tantas divisiones e intereses contradictorios que oponen los países de cada zona, y a pesar de tener fragmentos de historia, de culturas y de valores en común. Indudablemente, más fuertes han demostrado ser los sentimientos nacionales y los conflictos inducidos por la confusión de actores: Cuba y su falta de legitimidad democrática, Venezuela y su economía de Estado, Argentina y su proteccionismo comercial, México y Brasil y su defensa del modelo liberal…
Asimismo, notable es la ruptura con el modelo clásico de este tipo de encuentros, en los que la Vieja Europa trataba de mantener lo que le quedaba de influencia y de dominio ancestral sobre una América latina demandante de inversiones y de más ayuda y cooperación. Al contrario, la cumbre de 2013 dejó en claro el intercambio de los papeles tradicionales, con una Europa al borde de la implosión, que necesita ahora más que nunca de sus socios latinoamericanos. Por ejemplo, el marco de colaboración bilateral permitió a los alemanes Siemens y Audi instalarse en México, para hallar nuevas oportunidades de negocio y venderle a México sus productos de alta calidad – en telecomunicaciones, motores, energía, transportes, etc. – que ya no le pueden comprar sus socios europeos por el rigor que les impuso la misma cancillera alemana… ¡Como cambiaron las cosas desde la celebración del primer encuentro transatlántico en 1999 en Madrid!
Lo que sí ha sido constante es el deseo de la sociedad civil, de los empresarios y de los gobiernos locales latinoamericanos de tener más Europa en sus países. Esto quedó demostrado en un amplio estudio realizado por el Instituto de Prospectiva Internacional de Madrid. A su vez, dicha publicación subraya que los dos países que más focalizan la atención de los europeos son Brasil y… México. En resumen, la relación euro-latinoamericana carece manifiestamente de visión, de ambición y de voluntarismo político, pero existe un innegable interés mutuo de los actores políticos, económicos y sociales.
¿En este contexto, qué perspectiva esperar de este mega encuentro que reunió a casi una tercia parte de los países del planeta (27 europeos y 33 americanos) y cómo puede afectar semejante junta internacional a nuestra vida cotidiana en Nuevo León?
Más allá de un interés de politólogo, estos encuentros impactan verdaderamente la “economía real”, es decir el empleo y las fuentes de ingresos de nosotros – los ciudadanos comunes – ya que los acuerdos tomados en dichas cumbres crean el marco dentro del cual se crean y desarrollan sinergias e intercambios de mercancías, servicios y capitales. Así es que México representa para los inversionistas europeos un país de oportunidades en las telecomunicaciones, el sector automotriz, la energía, los bancos… De este lado del Atlántico, no nos caería nada mal el aporte de la experiencia en desarrollo sustentable de Europa, así como la cooperación científica, tecnológica, educativa y cultural que tiene que ofrecer el Viejo Continente. ¿A poco no le sería interesante y beneficioso el ejemplo de las ciudades europeas al área metropolitana de Monterrey, que busca más líneas de metro, una eco vía en San Pedro, más fuentes de energías renovables…?
En complemento de los grandes proyectos impulsados por las autoridades, las cumbres internacionales también cobran relevancia para cientos de empresas, pequeñas y grandes, que buscan abrirse y explotar políticas públicas sensatas, como en los casos antes mencionados de las empresas alemanas. Sin embargo, esto implica saber aprovechar las buenas oportunidades. Recordamos el caso emblemático de Eurocopter, peso pesado del sector aeronáutico internacional, que iba a instalar una planta en Nuevo León, ¡generando alrededor de 10 mil empleos a nivel local! Desgraciadamente para nuestro mercado laboral, el grupo y las empresas europeas que dependen de él (Airbus, Arianespace, Cassidian…) decidieron instalarse en Querétaro. Las oportunidades son rápidas para huir pero lentas para regresar…
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