Por Demetrio M. Velasco
Pareciera que el electorado de Nuevo León hubiera dado en 2015 la campanada de inicio a la destrucción del sistema de partidos en México y ahora no supiera hacia dónde dirigirse. Después de tirar a la basura el bipartidismo dominante en el estado, optó primero por un político experimentado, pueblerino, con una imagen de vaquero urbano que hizo campaña a lomos de su caballo. Con vestiduras de ciudadano independiente, ganó con el 49% de los votos y mandó al PRI y al PAN a pelear el segundo lugar dividiéndose el resto. Fue tan asombroso su triunfo que el Bronco pensó que podía ganar la Presidencia de la República con la misma estrategia. Terminó haciendo el ridículo y hoy está detenido por su probable participación en delitos electorales presuntamente cometidos durante la precampaña.
Decepcionados, los nuevoleoneses eligieron el año pasado como sucesor del Bronco a un joven (34 años el día de la elección) de clase media alta, con un doctorado en Administración Pública. Nace como político sin afiliación y es arropado luego por un partido nuevo: Movimiento Ciudadano. Lo único claro es que a los electores del estado no los seducen ya los candidatos que presentan los partidos tradicionales, aunque el del PRI, un joven alcalde de Monterrey, quedó a solo 7 puntos porcentuales, mientras que el PAN se fue a un bajísimo 18% con un cartucho quemado como candidato. Difícilmente podría haberse dado un giro más radical.
¿Predijo el Bronco la elección de Andrés Manuel López Obrador tres años después? Los dos son políticos maduros formados en las entrañas del PRI, bajo la tutela de antiguos caciques regionales, que ganaron sus elecciones con una imagen de outsiders y apoyados por sendos movimientos sociales sin estructura. Los tientes populistas son también un rasgo común, al igual que su origen de clases medias.
¿Se encamina AMLO a un futuro de decepción y fracaso al igual que Jaime Rodríguez? Si bien el presidente llegó al poder arropado por una mayoría en el Congreso y algunas gubernaturas, a diferencia de El Bronco que tomó posesión sin diputados locales que impulsaran sus iniciativas y sin alcaldes que lo apoyaran, lo cierto es que los dos políticos populistas se asemejan en la falta de resultados.
Antes, la elección de Fernando Canales Clarión en 1997 perece haber predicho la llegada de Fox a la presidencia 3 años después. También el regreso del PRI a la gubernatura de Nuevo León con Natividad González Parás y Rodrigo Medina parece señalar un antecedente al retorno del tricolor a la Presidencia de la República con Enrique Peña Nieto.
Si esta especulación superficial resultara certera, el próximo presidente de México sería un joven sin militancia en los partidos tradicionales, con una sólida formación profesional y posgrado académico. Ojalá que Samuel termine su período sin dejarse ilusionar por la silla grande. v