Se acabó lo que se daba. Hubo un rato en el que se encendieron todas las ilusiones, hubo un momento en los partidos de la tercera fecha en que estaba todo dado para que México pasara de ronda, pero no pudo ser.
Pudo sumar los goles que necesitaba el equipo del “Tata” Martino o en todo caso pudo haberse beneficiado por una goleada argentina que casi podría decirse que no se dio de milagro.
A los 90 y pico de minutos, es decir antes del gol de Arabia Saudita, México y Polonia empataban en todo; puntos, goles a favor, goles en contra diferencia de gol y encima habían igualado el encuentro entre ellos.
Qué pasaba si no metían ese golecito los saudiés pasaba que de todas maneras se clasificaban los polacos por la regla del fair play tenían acumuladas 5 tarjetas amarillas contra 7 de los mexicanos, Sánchez, Moreno, Araujo, Herrera, Alvarado, Gutiérrez y Álvarez fueron los castigados con amarillas en los tres partidos, En una de esas daba más bronca perder por ese minúsculo detalles que la diferencia de gol.
¿México perdió la clasificación en la última fecha? Bueno, sí, eso es lo que aparentan las estadísticas pero la realidad es que fue contra los polacos que se perdió el tren.
A ese equipo de Lewandowski y diez maderas a ese equipo sin alma ni juego, ni orden defensivo ni nada se le tendría que haber ganado.
En los primeros 45 minutos lo tuvo y después se quedó el Tri. Una pena. El premio consuelo es que México no se fue del campeonato sin marca goles, “creo que me voy a enfermar si no grito un gol” había dicho en la previa uno de esos hinchas que llegó a Qatar invirtiendo todos sus ahorros en la espera del famoso quinto partido.
No habrá cuarto partido y sí lo jugarán los polacos contra Francia, seguramente los franceses pasarán por arriba a esa banda de polacos sin futbol, pero a esa altura todo eso importa poco y nada.
Lo que deberá rescatarse cuando pase el sabor amargo es que México tuvo al menos en la despedida una actuación digna con un para de gritos tan esperados.
Abrazo de gol.