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ran tiempos muy diferentes para el futbol regiomontano cuando tuve la oportunidad de asistir por primera vez en vivo a partidos de Tigres y Rayados.
Curiosamente, a los dos estadios, al Tecnológico y al Universitario, me tocó entrar de casualidad y sin planearlo.
Quizá por eso mis memorias de quienes eran al inicio de los 90’s los jugadores estelares son vagas, como tampoco recuerdo el resultado de los partidos. De hecho, aquellos fueron tiempos con más pena que gloria para el futbol regiomontano.
Al Tecnológico llegué de “rebote”. Un vecino de departamento con el que ocasionalmente platicaba me invitó a unas horas del partido.
La cancelación de último minuto de su acompañante lo dejó con un boleto extra para el juego contra el León, al que asistimos aprovechando que vivíamos a tres cuadras del estadio. El lugar asignado era en la zona techada del estadio, más o menos a media altura, con una buena vista del campo.
Unos meses después, mi primo y yo fuimos a rectoría de la UANL, creo que a hacer un trámite relacionado con mis estudios de licenciatura en la Facultad de Ciencias de la Comunicación.
Ya estando ahí, nos enteramos de que esa tarde se jugaba un partido de pretemporada entre Tigres y Correcaminos, y que la entrada era gratis. Aprovechando la vuelta y la oportunidad, nos metimos a la parte más alta del estadio, exactamente sobre lo que hoy es la zona de la barra felina.
De mi visita al Tecnológico, la memoria más nítida que tengo es la de un par de hombres que, desde que llegaron, se dedicaron a tomar cerveza con singular alegría.
Ya para el segundo tiempo, lo que menos les interesaba era el partido, al que regresaban de cuando en cuando para acompañar los chiflidos y abucheos de la generalidad, sin saber si eran en favor en contra del equipo de casa.
Con la fiesta encima, lo que menos les importó fue el marcador. Mi experiencia en el universitario es aún más vaga. Solo recuerdo el calorón, la vista única del campus universitario desde las alturas, y hasta allí nada más.
Han pasado por lo menos 30 años de esas experiencias; el estadio del Tecnológico ya no existe, y tanto Tigres como Rayados son equipos a los que la gente va a ver porque quiere y espera disfrutar de un espectáculo en la cancha y no porque buscan entretenimiento alcoholizado.
Las inversiones, las estrategias y los estrategas han sido fundamentales para que se armen equipos estelares que han dado resultados en las dos instituciones.
Por separado y como región, los equipos regios atraen desde hace buen rato las miradas de muchos aficionados que no viven en Nuevo León, y las envidias de muchos analistas en la capital del país. Los clásicos son regionales en jurisdicción, pero nacionales en expectativa, especialmente después de la pobreza exhibida por los equipos que se dicen más populares del país.
Antes de irme
Después de la barbarie de La Corregidora, los pusilánimes directivos y dueños del futbol en colectivo se fueron por la más fácil, desaprovechando así la oportunidad única de innovar la industria del entretenimiento deportivo en México a través de cambios radicales para mejorar la experiencia del aficionado que asiste a un estadio.
Ni se eliminaron las barras, ni se desafilió al Querétaro, ni se limita la venta de cerveza. En pocas palabras, no se cambió nada y se cortó más el juego con la pausa de los 62 minutos. Hace unos meses escribí sobre el “gatopardismo” en la Selección Mexicana, que busca cambiar todo para que nada cambie. Bueno, bienvenidos a la versión “siente tu liga”. Penoso. ϖ