El Chapito en Culiacán, las masacres de los 15 policías en Michoacán y los nueve de la familia LeBarón, el asilo a Evo Morales, el Congreso y el Senado en llamas, la mal querida Rosario Ibarra en la CNDH, y Alfonso Durazo como chivo en cristalería un día sí y el otro también.
Definitivamente la 4T no tendrá un fin de año 2019, y un primer año en el gobierno como se esperaba y como se pudo haber planeado dentro de Palacio Nacional. Escándalos que opacan los logros.
Porque aciertos ha tenido el presidente Andrés Manuel López Obrador como estabilizar los mercados financieros, sobre todo con un dólar sin sobresaltos; el precio de las gasolinas sin aumentos como en el sexenio anterior, suspender las millonarias pensiones a los expresidentes y, sobre todo, el combate a la corrupción y cárcel a ex funcionarios, etcétera.
Pero la luna de miel no duró lo suficiente. Y no porque “la prensa conservadora” esté manchando los logros de la 4T, porque al periodismo no se le puede culpar de la detención y posterior liberación de Ovidio, el hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Como tampoco haber puesto en sus manos las ametralladoras, y el dedo en el gatillo, a los sicarios que mataron a cuatro adultos y cinco menores de edad de los LeBarón en los límites de Sonora y Chihuahua, hechos que provocaron la indignación mundial.
López Obrador tiene que rectificar para que sus logros no sean ensombrecidos por una serie de acontecimientos que no tenía en el guión, a dos semanas de cumplir el primer año de su sexenio.
Abatir la corrupción y meter a la cárcel a quienes la practicaron o la encubrieron, como el caso de Rosario Robles, merece el reconocimiento de los mexicanos que votamos por él. Pero también no debe desestimar las voces de quienes no aprueban los errores de la 4T.
El reciente caso del asilo a Evo Morales, ex presidente de Bolivia, ha sido más de burlas en memes que otra cosa. Aunque la oposición se ha subido al tren para criticar, sin argumentos, una política de puertas abiertas que México ha ofrecido desde el siglo pasado.
López Obrador está a tiempo de remediar en mucho ese desencanto que puede pegar a la 4T, sobre todo en las elecciones de 2021.
Y una sabia decisión sería deshacerse del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Durazo, por su culpabilidad en el fallido operativo y sus mentiras en el caso Culiacán, y dar marcha atrás a la aparente imposición de la nueva presidenta de la CNDH.
Y faltaba el caso de Baja California donde el gobernador electo por dos años, Jaime Bonilla, tuvo la ocurrencia -al estilo Evo- de querer sumarle tres años más a su mandato. Ya asumió el cargo pero falta la última palabra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Usted tiene la última decisión señor presidente. Este barco puede mantenerse a flote con una carga de más logros, pero los agujeros están filtrando el agua y debe taponarlos.
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