
¿Qué no se ha dicho sobre la situación en Ucrania? ¡Mucho! Es cierto que la cobertura de la crisis ucraniana en los medios mexicanos e internacionales ha sido importante en cuanto a tiempo y número de líneas dedicadas al tema, pero la gran mayoría de los comentarios se vieron sesgados por el único punto de vista que parece ser válido: el “nuestro”, el occidental. ¿Y cómo comprender realmente lo que está sucediendo en este país del este de Europa si la mayoría de los medios “informan” únicamente con generalidades, simplificaciones o banalidades? Mucho énfasis se le ha puesto a las manifestaciones “a favor de un acercamiento con la Unión Europea” (UE), pero poco se mostró de las demostraciones de cariño y de la voluntad de ser rusos de buena parte de la población. Nombrar a todos los manifestantes como “pro-europeos” es una farsa mediática resultante de la formación indigente de ciertos periodistas, a menos que sea una estrategia de engaño deliberada de las opiniones públicas.
Es cierto, organizar un referéndum fantoche y apresurado en una Crimea ocupada militarmente por Rusia y sin control internacional es una burla al Estado de derecho. Pero recordemos que los rusos son una nación histórica ávida de recobrar su importancia geopolítica pasada y que han sufrido un sinfín de humillaciones desde la implosión de la Unión Soviética en 1991. Asimismo, aceptaron pacíficamente que su antigua zona de influencia (Europa del Este) integrara la Unión Europea y la mismísima OTAN, organización de protección político-militar dominada por Estados Unidos y que llega ahora hasta las fronteras inmediatas de Rusia con los países bálticos (Lituania, Estonia, Letonia).
Luego, cabe subrayar que el ahora ex presidente Yanukovich fue elegido democráticamente y gozaba de la prerrogativa de decidir de las orientaciones estratégicas de su país. Si él prefería un tratado con Rusia a un acuerdo de asociación política con la UE, independientemente de la razón, era conforme al derecho nacional e internacional. Al contrario, el que ahora firmó las bases para llegar a tal acuerdo, el actual primer ministro Yatseniuk, no goza de la legitimidad suficiente (pues nadie lo eligió) para tomar este tipo de decisiones y debió haber dejado tan importante decisión para el próximo presidente.
También fallaron los medios en su interpretación de las manifestaciones de Kiev. ¿Acaso piensan realmente que la población (bueno, la parte no instrumentalizada) iba a pasar días y noches a arriesgar su salud – y en cierto casos su vida – para defender un acuerdo esencialmente comercial de su país con la UE? No, la verdadera razón de este hartazgo es la corrupción percibida en las élites y los oligarcas que dominan la economía nacional; situación que se traduce en carencias socioeconómicas tremendas para una población que, por ejemplo, tiene salarios promedios que ni siquiera alcanzan la mitad de los de la vecina Bielorrusia.
Ahí, lo curioso es ver que cuando se menciona a aquellos oligarcas que saquean al país y casi no pagan impuestos a pesar de tener ganancias multimillonarias en dólares escondidas en paraísos fiscales, sólo se alude a los cercanos al corrupto Yanukovich. Es impresionante constatar que los oligarcas “pro-occidentales” no son considerados como un problema, pues ellos son “buenos ucranianos patriotas” (entiéndase “que no van a caer en las tentaciones rusas”).
Por último, se menciona con frecuencia la supuesta “dependencia” europea al suministro energético por parte de Rusia. Es cierto y no se puede negar que algunos países de los más importantes geopolíticamente hablando, como Alemania, surten casi un tercio de su consumo con el productor ruso. Pero no olvidemos que la cuestión energética es casi siempre un arma de doble filo: Moscú necesita vender sus productos para evitar una crisis de sobreproducción y la caída del mercado. Sin olvidar que esta dependencia funciona en ambos sentidos: Rusia no produce mucho más que gas, petróleo, armas y… vodka; situación que le obliga a importar más de la mitad de sus productos de consumo común… ¡de la UE!
Definitivamente no se trata de absolver al autócrata Putin o a Yanukovich de sus probables responsabilidades en la muerte de manifestantes, pero sencillamente creo que para comprender, informar y opinar sobre un conflicto, es necesario aprehender el tema bajo todos los ángulos pertinentes posibles. Además, definitivamente ni Europa ni los Estados Unidos pueden erigirse como los modelos de ética y de respeto al derecho internacional que ahora pretenden ser.
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