
Nadie niega el poderío de Televisa. Nadie es ajeno a su influencia a través de diversos programas. Es imposible no aceptar que es una de las más grandes empresas trasnacionales del momento. Y no hay alguien que pueda rebatir que sus sueldos son un incentivo fabuloso para quienes desean hacerse ricos de la noche a la mañana. Además, por muy críticos que seamos a su programación, caemos de ancho cuando vemos su capacidad tecnológica. Es de primer mundo.
Sí, sí, es una fuente de trabajo de muchos kilates y su proyección en Latinoamérica es inconmensurables. Es una verdadera fábrica de sueños y de ídolos falsos. Es un medio masivo que exporta al por mayor su material más abrasivo y deja a nuestro país una buena carretada de dólares con sus promociones y su técnica para la mercadotecnia.
Pero un buen político, y más el señor presidente de México, debe tener en cuenta el lado flaco de Televisa por donde le llueven andanadas de reclamaciones y denuestos un día sí y el otro también. No se puede ser tan ingenuo como para no percibir cómo esta empresa está en el ojo del huracán en temas como manipulación informativa, endoctrinamiento político y embrutecimiento masivo, sin dejar de lado su voracidad para el dinero a como dé lugar.
Por eso, tanto Televisa como el club América que patrocina toman con buen humor el estado de ánimo de sus adversarios y hacen suyo el odio con que los detestan y responden con un “Ódiame más”. Emilio Azcárraga se siente bien con ese rechazo y su gente también. No se inhiben ante las protestas de sus detractores mientras la empresa siga en los cuernos de la luna.
Así es que Enrique Peña Nieto debe ser más prudente a la hora de echarle flores y piropos a Televisa públicamente, pues sus palabras se vuelven contra él mismo con mucho filo, y en el subconsciente colectivo se reafirma la sospecha de que llegó al poder impuesto por los grupos empresariales que lidera Emilio Azcárraga y su camarilla de burgueses.
Además, al hablar en una Cumbre de presidentes latinoamericanos, Peña Nieto quiso quedar bien presumiendo el valor de Televisa y lo que consiguió fue una retahila de acres comentarios debido a la asociación de esta empresa con un supuesto conflicto de intereses del señor presidente (y ahora también de su Secretario de Hacienda Luis Videgaray) por sus relaciones perversas con el Grupo Higa, el dueño de la mansión que tanto presumió “La Gaviota” Angélica Rivera y que ha sido motivo de miles de consideraciones negativas de todo tipo.
No es posible que el señor presidente no tenga buenos asesores de comunicación para recomendarle cordura en estos casos y en el de su esposa Angélica quien se dio el lujo de anunciar que llevaría a su maquillista a la gira por China y Australia hace poco, y puso en entredicho la imagen de Peña Nieto al posar para revistas del corazón en el interior de la llamada “Casa Blanca”. O son tontos los que lo asesoran o ellos, en su prepotencia, no hacen caso a sus observaciones.
Sí, Televisa es una potencia. Hay que echarle porras y muchos ra ra ra. Sí, sabemos que los 50 millones de dólares que heredó Roberto Gómez Bolaños a los suyos es lógico que salieron de ahí. Como de ahí salieron los millones de dólares que la Rivera pagó por su mansión. Y de ahí han salido obsequios multimillonarios porque lo que le sobra a esta empresa es dinero. De acuerdo. De acuerdo.
Pero por favor díganle a Peña Nieto que calladito se ve más bonito. Que sea más discreto y prudente a la hora de los ra ra ra a Televisa, para que no se enrede con la soga con que otros grupos de poder quieren ahorcar a Emilio Azcárraga y sus socios. ¿O a poco no lo sabe el señor presidente?…