Poner de acuerdo a cientos de padres de familia es una tarea titánica y en las Ligas Pequeñas los directivos lo hacen con gusto y sin cobrar. El sábado 27 de noviembre la Liga Oriente de Nuevo Laredo inauguró su temporada 2010-2011 y las tribunas lucían repletas de orgullosos papás y mamás que veían desfilar a sus hijos por el diamante.
Esa precisamente es la motivación de los hombres y mujeres que se echan a cuestas la tarea de sacar adelante los programas deportivos del beisbol infantil, porque tarde o temprano serán criticados y quizás desaparezcan del entorno sin recibir un “gracias”.
Es por eso que me dio mucho gusto ser testigo de la inauguración, porque constaté que entre la liga y muchos ex directivos sigue habiendo “química” y que el agradecimiento es patente.
Tras el éxito de su primera incursión a la Serie Mundial de Williamsport en agosto pasado, la nueva mesa directiva encabezada por Rogelio Martínez decidió darle un homenaje a don Armando Guerrero, miembro fundador de esta liga con más de 40 años de antigüedad.
Y don Armando, a quien no conozco pero puedo sentir que es una persona entregada al beisbol, conmovió a todos compartiendo el honor con su nieto que juega en uno de los equipos.
Esa es la clase de sucesos que nos demuestran de qué están hechas las personas y el valor que le dan a sus obras. En la larga fila de invitados especiales había varios ex presidentes que no cabían de gusto por ser reconocidos en estos tiempos en los que los valores se pierden cada día.
La convivencia esa tarde fue grandiosa y los rostros de chicos y grandes denotaban el orgullo de pertenecer a esta liga que ahora cuenta con más de 350 integrantes en sus diversas categorías.
La Liga Oriente puede presumir que en este momento dos de los pitchers mexicanos más cotizados en México salieron de sus campos. Pablo Ortega y Hugo Castellanos triunfan en las dos ligas mexicanas y aprendieron a jugar con esos entrenadores que todos los días le dedican tiempo y esfuerzo a su pasión: el beisbol.
Felicidades a la Liga Oriente porque saben que el triunfo sólo se obtiene con el trabajo diario y porque también tienen presente que lo más importante no es ganar en la pizarra, sino sembrar en los niños la generosidad y el agradecimiento a los que nos han dado su tiempo y cariño.
LIGA MEXICANA
A sus 40 años de edad, Juan Carlos Canizalez sigue siendo un pelotero capaz de batear en cualquier circuito mexicano y este año lo está comprobando al colocarse como el décimo mejor de la Liga Mexicana del Pacífico.
El famoso “Canelo” juega para los Tomateros de Culiacán y mantiene ese instinto nato para batear, algo con lo que se nace y se mejora con la práctica diaria.
Nativo de Mazatlán, Canizalez llegó a la Liga Mexicana de Beisbol con los Sultanes, donde logró grandes temporadas y luego de una década con los regios ha jugado para diversos equipos.
En invierno tuvo sus mejores años con Hermosillo, pero ahora se concentra en ayudar a los acérrimos rivales de éstos, los Tomateros de Culiacán. En total lleva 17 campañas en invierno.
LA CONTRAPARTE
Leonardo Heras apenas pasa de las 20 primaveras, pero al haber debutado a los 16 con los Potros de Tijuana en la LMB, puede presumir de una experiencia que lo ha hecho un estrella desde temprana edad.
Heras está viviendo su temporada de consagración en invierno con los Algodoneros de Guasave, que le dieron la oportunidad de jugar todos los días y el de Tecate, Baja California, ha demostrado que tiene la calidad para brillar.
Hasta la última semana de noviembre Leo bateaba para .312 de promedio y contrario a su costumbre, ha demostrado poder al sumar cinco jonrones y 23 producidas.
Propiedad de los Broncos de Reynosa en verano, Heras se convierte en un prospecto para viajar a los Estados Unidos en 2011 y buscar la oportunidad con la que sueñan todos los peloteros: Ligas Mayores.
Se especula que Reynosa lo quiere cambiar a Diablos y ese sería un gran error porque de ser vendido a Estados Unidos, el valor de Heras sería de cuando menos medio millón de dólares.
Saquen cuentas señores de Reynosa, Heras podría se uno de sus primeros errores garrafales si lo dejan ir.