En México nos sobran candidatos para la presidencia, pero nos faltan demócratas. Es tiempo de convocar a los hombres más sabios de este país, que sean ellos los que propongan un plan emergente de rescate nacional. Ya no podemos vivir bajos las actuales condiciones de pobreza, inseguridad, corrupción e impunidad. Mucho tenemos que cambiar.
Los que aspiran a ser presidente creen que es tan fácil gobernar, piensan que los gobiernos solo sirven para lucrar con los puestos. Basta con ver últimos tres sexenios, 4, 5 ó más administraciones. Para prueba basta un botón: los últimos tres presidentes en materia de seguridad nos han dejado más de 200 mil muertos en la guerra contra el narco, y decenas y cientos de células nuevas del crimen que operan a todas luces y complacencia gubernamental en todo el país. No hay paz, no hay prosperidad, no hay desarrollo, no hay seguridad. Estamos frente al peor de los escenarios de ingobernabilidad rumbo al 2018.
El actual gobierno de la república ya no es el garante de un Estado libre y democrático porque es incapaz de sentarse a dialogar con los actores políticos opositores. No se hablan, no se ven, no se escuchan; siendo así, no hay posibilidades de construir consensos ni acuerdos mínimos para transitar de un Estado social fallido a uno que proponga crecimiento económico nacional y para las familias.
Al presidente Enrique Peña Nieto todos los días le faltan al respeto en persona y en todas las redes sociales. No hay respeto porque no hay liderazgo. Sus antecesores del PAN han sido más o peor de lo mismo para los mexicanos. Ya no hay diferencia de todo aquello que los panistas de cepa criticaron siendo oposición. Les creímos, pero después de haber sido gobierno, hay miles y millones de arrepentidos que creyeron en el cambio prometido. Ahora los identifican con grandes impulsores del despilfarro, la corrupción, la impunidad y los grandes vicios nacionales. Llegaron al poder sólo para enriquecerse -¡igualitos!-, pero no para solucionar los graves problemas que padecemos como nación.
Una elección presidencial como se pronostica dejará al país dividido. El INE (Instituto Nacional Electoral) ya demostró de lo que son capaces (incapaces) en la organización de los comicios. Las pasadas elecciones en el Estado de México, Coahuila y hasta en Veracruz dejaron grandes cuestionamientos para los organismos electorales estatales y el propio INE. Todos los partidos políticos y candidatos cantaron la misma canción. Hubo fraude electoral. ¿Qué puede ofrecer el INE como garantía electoral a los mismos partidos políticos que los cohijaron? Los ciudadanos ya no le creen a este joven órgano.
Tenemos pésimos antecedentes de malos gobiernos; vaya, desde que llegó Vicente Fox a la presidencia todos creen que pueden ser presidentes de la república. “Haiga sido como haiga sido”, Calderón ocupó Los Pinos dejando un país en guerra; llegó Peña Nieto, los problemas que le heredaron sus antecesores crecieron. ¿En quién creer? Todos los que aspiran se sienten iluminados.
Venimos sumando pobres. La pobreza extrema ya creció. Los partidos políticos pareciera que son los más felices con las condiciones de pobreza que laceran a millones de compatriotas porque ahora tienen más votos clientelares en cada pobre. Los mexicanos clasificados con nivel de pobreza extrema saben que cualquier cosa que les ofrezcan los candidatos en las elecciones es mucho más de lo que pueden percibir en condiciones normales.
Un gobierno con 55 millones de pobres en la miseria no puede jactarse de que México está bien y estamos en el camino de la prosperidad. Vaya, ni Estados Unidos. Han sido herencias históricas que van creciendo conforme llega un nuevo gobierno, no importa si fue del PRI o del PAN, ahora hay muchos más pobres per cápita que hace 20 años.
México necesita de un gran programa social, económico y político para avanzar. ¿Quiénes de los que aspiran pueden ofrecer soluciones reales? He leído y escuchado a todos. Difícilmente más de uno pasaría la prueba frente a un auditorio de intelectuales, artistas, escritores e investigadores. Nadie convoca a los sabios del país. Es tiempo de llamarlos para que iluminen a los “iluminados” presidenciables en la difícil tarea de gobernar.
Ya estamos a un año de las elecciones presidenciales del 2018. El país se desgarra con tantos crímenes, con tanta inseguridad y con tanta corrupción e impunidad.
Algo tenemos que hacer los que aún podemos hacer y proponer. La única manera de que seamos tomados en cuenta es participar proponiendo. Yo propongo impulsar un programa donde los intelectuales, artistas, escritores e investigadores intervengan y orienten todas las políticas públicas que hoy más que nunca México necesita y ¡con urgencia!
Del candidato que se ocupen los partidos.