
¿A cuántos nos ardió el estómago cuando vimos el video de la educadora regia burlándose de la niña después de echarle agua en la cara?
Es cierto que no la golpeó, pero la humilló, le faltó al respeto y se aprovechó de algo que los niños -sobre todos los más pequeños-, sienten por sus maestras: confianza.
La escuela es casi como su segundo hogar, las maestras ocupan un lugar especial en el corazón de los pequeñines e incluso hay algunas que se convierten en su primer amor.
¿Cuántas veces sus niños se han confundido y en lugar de decirles “mamá” les dicen “maestra”?, ¿eso les dice algo?
Los docentes no nada más enseñan a sumar, restar o a leer, son referentes con sus actos, son un ejemplo a seguir.
El problema está en que, como en muchas otras profesiones, se cuela gente sin vocación, sin amor, sin pasión.
No es fácil trabajar con niños, así que quien no ame hacerlo, mejor que se dedique a otra cosa.
La carita de desconcierto de la pequeña, que quería llorar ante las risas de los niños que -ni siquiera entendían por qué debía eso causarles gracia-, muestra lo patética y nefasta que es esta mujer, que espero no vuelva a estar jamás frente a un grupo.
Mejor que se dedique a hacerse viral en las redes, porque parece que eso le importa más que su profesión.
Hace tiempo se viralizó el video de una niña que pedía ser maquillada como princesa y en su lugar una tipa, que se desbarataba en carcajadas, la dejó como una bruja.
La verdad me molestó mucho por la forma en que utilizaba a la pequeña para divertirse. Pues bueno, ahora una estúpida, que además es maestra, pensó que podía ser gracioso hacer algo similar.
Sigamos engrandeciendo pend… en las redes sociales y no nos sorprendamos después.
Respetemos a los niños para que ellos puedan respetarnos también.