Puedo entender que el estilo de gobernar de la pareja Samuel García y Mariana Rodríguez irrite a muchas personas.
Su enorme exposición en redes sociales, donde -literalmente- son seguidos por millones de personas, les permiten darse el lujo de prescindir de los medios tradicionales de difusión como la televisión, la radio y la prensa escrita.
Lo entiendo porque, después de todo, ¿para qué van a gastar millones de pesos en publicidad cuando el mensaje que quieren pasar, de la forma que quieren pasarlo, va a llegar gratis a los millones de personas que los siguen en Instagram y Facebook?
Esta exposición irrita de sobremanera a muchos integrantes de la clase política estatal, quienes ni invirtiendo enormes cantidades de dinero consiguen la cuarta parte del impacto y las reacciones que provocan las publicaciones de la primer pareja de Nuevo León, especialmente las de Mariana.
Les enoja que esta joven de apenas 26 años esté haciendo papilla a políticos con toda una vida metida en la grilla, quienes nunca pudieron conectar con las nuevas audiencias.
Su coraje crece porque saben que si lo quisiera, la güerita los destrozaría en las urnas si las elecciones se llevaran a cabo este día, aprovechando que los electores de Nuevo León han dejado muy en claro que les gusta ser gobernados por personajes creados en las redes sociales.
Hace tiempo el gobernador mostró su lado más flaco: detesta que la prensa y las redes se metan con su esposa y lo entiendo, ¿a quién le gusta que anden diciendo cosas de la familia?
Por eso hay un sector no solo de los medios, sino de la clase política, que han encontrado que la mejor manera de incomodar al gobernador, de sacarlo de su centro, de distraerlo, es pegarle a su mujer.
Lo anterior quedó demostrado con el tema del pequeño Emilio, el bebé que pasó un fin de semana en la casa del matrimonio García Rodríguez, un asunto que, es verdad, debe reprobarse porque hasta ahora nadie ha demostrado que se cumplieron con todos los requisitos legales para que el pequeño pudiera salir de la Casa Capullos.
Como nadie ha demostrado con pruebas documentales y no dichos que se siguieron los procedimientos y que la autoridad fue tan estricta con la esposa del gobernador como lo sería con cualquier hijo de vecino, la sospecha de tratos preferenciales queda en el aire.
Sin embargo, en honor a la verdad, el único motivo por el que este tema sigue vigente es porque es una piedra en el zapato del gobernador, una chinche en el cuero cabelludo, una comezón que no se puede rascar… y hasta ahí.
Incluso y si se comprobara sin lugar a dudas (en el peor es de los escenarios) que la primer pareja de Nuevo León se pasó por el arco del triunfo los procedimientos y utilizó su poder para llevarse un fin de semana este bebé ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Van a meterlos a la cárcel?, ¿van a iniciar un juicio político contra García Sepúlveda?, ¿van a inhabilitar a Mariana para que en unos años no pueda contender por un escaño en el Senado? ¡Claro que no!
Hablan del bienestar del pequeño (no lo olviden, se llama Emilio) pero ¿qué fue lo que realmente le hicieron al niño? Sacaron su foto en algunas publicaciones de Instagram ¡por Dios, que grave! Seguramente el chiquitín va a necesitar años de terapia para poder superar este trauma (es sarcasmo).
Me llama la atención que el tema esté recibiendo más la atención de la que merece, porque existen asuntos mucho más graves e importantes para la entidad que deberían de estarse discutiendo en estos momentos.
¿O a nadie le preocupa el pésimo manejo que la administración estatal le está dando a la pandemia?
Está claro que este gobierno ha puesto la economía por encima de la salud. Que por proteger los intereses económicos de unos cuantos, y cuidarse del “qué dirán” a nivel nacional, sigue permitiendo conciertos, partidos de futbol, la operación de casinos, la vida nocturna… actividades que no son esenciales pero sí se convierten en espacios súper contagiadores.
Preocupados por no reconocer que se han equivocado, quisieron imponer su voluntad con las clases presenciales, pero no pasó mucho tiempo para que los directivos de las escuelas y los padres de familia los mandaran al carajo y regresaran al esquema en línea porque no… en estos momentos y con el Ómicron en el aire, la escuela no es más segura que el hogar.
Como las apariencias son su prioridad, minimizan las cada vez mayores cifras de personas fallecidas por el virus que, al cierre de esta edición, roza los 20 diarios… un número que ya es demasiado alto, pues ninguna de estas familias tendría que estar velando a un ser querido.
¿A nadie le importa que este inicio del 2022 es uno de los peores en las cifras de homicidios provocados por las disputas de los grupos criminales?
A diario nos encontramos con uno, dos o más asesinatos y a nadie parece importarle.
Es más, ya tuvimos un enfrentamiento en las calles de un fraccionamiento en Apodaca y el video de unos niños que estaban en una fiesta pero tuvieron que correr a resguardarse de la balacera corrió como pólvora en las redes sociales.
Parece que no recuerdan lo que nos enseñaron los hechos de hace once años, cuando la violencia comenzó a escalar y lo que primero fue el homicidio de un vendedor de drogas de poca monta en un barrio de Escobedo, terminó con balaceras en la avenida Constitución y el Centro de Monterrey, donde las víctimas fueron prestigiados integrantes de la sociedad.
La violencia está creciendo, los criminales se están confiando de que pueden matar al que sea y no pasa nada, pero el encargado de poner orden en este relajo: Aldo Fasci, está más preocupado por invertir dos horas de su día en fastuosos desayunos en el restaurant del Hotel Ancira, a donde llega resguardado por casi una docena de guaruras.
Del tema del agua ni hablamos… las presas están en niveles críticos y a menos de que caiga un huracán en los próximos dos meses, la pesadilla de los cortes… ¡perdón!, racionamientos, regresará a nuestra vida diaria.
Esos son apenas algunos de los temas verdaderamente graves que tendrían que estarse discutiéndose en estos momentos pero no… ninguno jala tanto tráfico en redes sociales que el pequeño Emilio… porque no lo olviden, así se llama este bebé.