Quizá sea un completo ignorante en temas hídricos y atmosféricos y demás relacionados con la sequía, pero en mi lógica no me cabe en la cabeza cómo están echando las campanas al vuelo las autoridades de que el acueducto El Cuchillo II garantizará el suministro de agua potable a la zona metropolitana de Monterrey los próximos seis años.
Cómo asegurar que en lo que resta del año habrá lluvias torrenciales cuando la temporada está por terminar y, al menos que haya un verdadero milagro, se formará un huracán en el Golfo de México que llenará al tope las presas de Nuevo León.
Cierto que con los cambios climáticos todo puede pasar. Y en otros fenómenos naturales nunca creímos que en el Estado sentiríamos un movimiento telúrico y ya van varios sustos en los últimos años, en especial en la zona citrícola.
Pero volvamos con la escasez de agua en la metrópoli que estamos sufriendo los habitantes, pese a los buenos augurios de las voces oficiales como el gobernador Samuel García, con el eco del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Este viernes 22 de septiembre la presa Cerro Prieto estaba al 8.4 por ciento de su capacidad; La Boca al 10.3, y El Cuchillo al 42.4 por ciento. Poco falta que de Santiago llegue lodo a las llaves de las casas en vez del vital líquido.
Y si el vaso El Cuchillo está a menos del cincuenta por ciento de su capacidad y se bombearán 5 mil litros más por segundo a la población, mi pregunta es: ¿sin agua suficiente del Río San Juan que es su principal surtidor, y sin lluvias copiosas, cuánto tiempo pasará para que llegue a los límites que ahora tienen Cerro Prieto y La Boca?
Otra tabla de salvación es la presa Libertad que acertadamente empezó el ex gobernador Jaime Rodríguez Calderón, y que culminará Samuel García con el llenado de los ríos Palillo y Camacho.
No soy ave de mal agüero, pero como que la lógica no me cuadra cuando los pronósticos de lluvias abundantes para los próximos meses son adversos en Nuevo León, y los 5 millones de habitantes seguiremos yendo al sanitario, a la regadera y a hacer trabajos domésticos como lavar ropa y vasijas, y regar jardines.
Ya nos las vimos negras el año pasado y el futuro no se ve color de rosa, ante los pronósticos de los expertos en meteorología, pese a la operación del acueducto El Cuchillo II que espero sea un bálsamo ante la crisis del vital líquido que se padece en la actualidad.
Quisiera creer la versión oficial de que ya estamos salvados, y dudar de que la obra es solo un popote que se instaló en la presa de China. Pero mejor no me hago bolas y confío en mi sentido común y en mi lógica de que sin lluvias las presas, los ríos y los pozos bajan dramáticamente su nivel y se secan. Y todo se va al carajo.
Hoy Samuel García dijo que vienen sorpresas sobre el mismo tema. Claro, la obra para traer agua del Río Pánuco que se desperdicia al llegar al Golfo de México.
Y si es ese el conejo que saldrá del sombrero del mago estaríamos dándole la razón a quienes la planearon en el sexenio de Enrique Peña Nieto, y que después El Bronco canceló. Y que era la única solución. Mi olfato me asegura que el plan del Río Pánuco ya está palomeado por AMLO y por el gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal.
Sólo esperamos que sea pronto el anuncio y su arranque, el cual sería un buen regalo de la Federación para Nuevo León, en la agonía del sexenio del presidente que andará como Santa Clos antes de las elecciones de 2024.
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