(Sherlock Holmes, 2009) Cuando lo decide, Guy Ritchie se convierte en un genio.
En una carrera irregular, que intercala producciones buenas y malas, esta aventura del detective inglés del siglo XIX contiene elementos que la hacen un lujo visual, mezclada con una inteligente trama detectivesca, con mucha acción.
Lo singular aquí es el estilo. Ricthie con su manejo de la moderna cámara phantom, de movimiento ultra slow, se involucra con un relato tradicional y conservador, de un investigador agudo que no deja escapar ningún detalle.
La cinta se ancla muy bien en el gran atractivo de Roberto Downey Jr., como el milagroso detective. Este Sherlock parece un prestidigitador, un ser con el don de la ubicuidad y la anticipación. Sus desarrollados sentidos de la intuición lo hacen anticipar cada movimiento de su oponente, como si fuera un clarividante. En sus andanzas, como contrapeso perfecto, se auxilia del solemne Watson (Jude Low) que le sirve como escudero y conciencia.
Juntos deben desentrañar el enigma de las muertes sucesivas cometidas por quien parece ser un asesino serial, que va diezmando una francmasonería que esconde oscuros secretos en el corazón de Londres. Tal vez estén enfrentando a un charlatán criminal o, realmente hayan encontrado a alguien que regresó de entre los muertos y usa sus artes ocultas para hacer el mal.
Sorprende el uso de la tecnología antigua e ingeniosa, que emplea Holmes para resolver sus misterios.
Es una joya de entretenimiento.
(PG-13. Orientación de los padres a menores de 13 años)
@LucianoCamposG