La Universidad Autónoma de Nuevo León, impulsora de la cultura.
La refundación de la Universidad de Nuevo León, en 1943, encontró un Estado poblado por 550 mil habitantes, con una capital habitada apenas por 190 mil personas, y ocurrió dentro del llamado “segundo auge industrial de Monterrey” que impulsó un entorno de crecimiento económico sin precedentes a nivel regional y un superávit en las finanzas públicas estatales, que era la única fuente de financiamiento de tan noble centro de estudios superiores que en 1946 sentó las bases de la Escuela de Verano, entre otras iniciativas propuesta por Raúl Rangel Frías al Rector Enrique C. Livas, quien ya había creado en 1942 la primera revista universitaria, “Universidad”, y en 1944 el Instituto de Investigaciones Científicas, bajo la dirección del Dr. Eduardo Aguirre Pequeño.
Y gracias a ese contexto y al potencial dinamizador de la industrialización, la cultura salió ganando, porque en otro frente, en el Tecnológico de Monterrey (fundado también en 1943), el arquitecto Manuel Rodríguez Vizcarra llegó de la ciudad de México en 1946 a poner su cuota de interés en la sana competencia del impulso a las bellas artes en general –con el nacimiento de la Sociedad Artística Tecnológico (SAT) en 1947–, y a la difusión de la literatura en particular.
El Rector Livas desde el primer minuto de su gestión en 1943 le asignó partidas propias al Departamento de Acción Social Universitaria (DASU) para la amplia difusión de la cultura, inspirada en la idea de lo mexicano que proclamaban entonces con mucho énfasis Antonio Caso, José Vasconcelos, Samuel Ramos, Leopoldo Zea y Octavio Paz, quienes bebían en la filosofía de los españoles transterrados Joaquín Xirau y José Gaos, este último invitado especial a Monterrey por el Dr. Enrique C. Livas y Raúl Rangel Frías.
Surgió, así, la Semana del Arte, con la participación de los capitalinos Manuel Toussaint, Salvador Toscano, Justino Fernández y Antonio Castro Leal, además de llevarse a cabo un curso de pintura a cargo de Ignacio Martínez Rendón, al que asistieron más de 60 alumnos.
Pero el acierto mayor en esas fechas fue el nombramiento de Raúl Rangel Frías al frente del Departamento de Acción Social Universitaria (DASU), pues de inmediato fundó “Armas y Letras” como boletín mensual de la Universidad, en formato tabloide, y en 1946 inauguró los cursos de verano que dieron lugar después a la Escuela de Verano, institucionalizada durante julio y agosto de cada año, con conferencistas invitados de alto nivel que también escribían en la anterior publicación, el primero de ellos el gran periodista don José Alvarado.
Considerado el máximo evento cultural de Nuevo León, en 1947 se llevó a cabo también la Gran Exposición Nacional de Pintura Mexicana Contemporánea, organizada por la SEP y la UNL, con muestras de grandísimos artistas como José María Velasco, Diego Rivera, Ángel Zárraga, María Izquierdo Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, Juan O’Gorman y José Clemente Orozco. Y ya para la tercera anualidad de la Escuela de Verano se incorporó al DASU el magnífico pintor, dibujante e historiador, Alfonso Reyes Aurrecochea, entonces director de la Sección de Artes Plásticas.
“La Escuela de Verano” –ha dicho una y otra vez quien llegara a ser Rector de la UNL, Alfonso Rangel Guerra–, “fue una escuela formadora de muchas personas de Monterrey, y yo me considero una de ellas; yo me alimenté culturalmente durante muchos años con estas presencias tan valiosas de intelectuales que venían de la ciudad de México a dejar su semilla. Para mí fue muy importante, porque era una increíble oportunidad de escuchar, de ver el ejercicio del pensamiento y de confrontar ideas que los maestros de la capital traían a Monterrey, y así se despertaron muchas inquietudes. Por la Escuela de Verano conocí y traté mucho a José Gaos”.
También es digna de mención la presencia en Monterrey de don Alfredo Gracia Vicente en 1948, pues vino a impulsar las librerías en aquellos tiempos en que solamente existían la Librería Nueva, la Central, la Moderna y la Monterrey, además de algunas papelerías por la Calzada Madero que también ofrecían venta de libros. Y no se puede pasar por alto el trabajo inicial de Francisco M. Zertuche, originario de San Pedro de las Colonias y quien llegó en 1939 de Torreón a impartir clases de “folklore” entre los guías de turistas y luego Literatura Griega en el Colegio Civil, así como a ser el primer director de la Escuela de Verano y a encargarse de cuidar la biblioteca, aumentar el acervo bibliográfico y escribir notas sobre libros.
Finalmente la solicitud de renuncia a la Rectoría de la UNL exigida por el gobernador Arturo B. de la Garza al Dr. Livas el 4 de diciembre de 1948, por un conflicto estudiantil, no logró fracturar la estructura de la Escuela de Verano, pues el siguiente rector, Octavio Treviño, ejerció durante poco tiempo, y enseguida asumió el cargo el Lic. Raúl Rangel Frías en 1949, quien en 1951 inauguró los trabajos fundacionales de la Facultad de Filosofía y Letras, que operaba en una casa situada en la acera sur de la calle Washington, entre Escobedo y Emilio Carranza, y cuyo primer secretario fue el joven pasante de Leyes Alfonso Rangel Guerra. Ahí fue también ejerció el maestro Francisco M. Zertuche hasta su fallecimiento en 1956.
Con la creación del Patronato Universitario en 1950 y la fundación del periódico “Vida Universitaria”, Raúl Rangel Frías soñó con una ciudad universitaria en grande, a la par que le dio más impulso a las Humanidades y enalteció la imagen de la Escuela de Verano de la que se consideraba padre y tutor. Y como su propósito desde 1943 era arraigar en Monterrey a don Alfonso Reyes, recurrió a él para que le recomendara los personajes que vinieran de la ciudad de México a dictar charlas e impartir cursos.
Y por dos de esas personas vinculadas a la Escuela de Verano desde su origen en 1946, Manuel Toussaint y Salvador Toscano, asumió el compromiso desde la Universidad de convertir el Obispado en un Museo Regional, pues esos artistas visitantes recomendaron su reconstrucción y sacarlo de las ruinas en que estaba, ya que quedaban restos de la cúpula y unos cuantos mantos de sillares sueltos, y los corredores a medias, sosteniéndose muy apenas.
Finalmente la Escuela de Verano siguió su marcha. Rangel Frías de Rector pasó a gobernador en 1955 y de inmediato el Obispado fue revestido y con toda pompa inaugurado como Museo Regional. Por eso en este 70 aniversario de aquellos primeros cursos, el actual Secretario de Extensión y Cultura de la UANL. Dr. José Celso Garza Acuña, se ha propuesto en este 2016 realizar un evento de altura a esos ideales rangelistas tendientes a enaltecer la cultura de Nuevo León.