
Rayados se acerca un paso más a redondear un plantel de calidad de cara a todos los torneos en los que se encuentra inmerso este año, con la llegada de un peso pesado como Sergio Ramos, solo faltaría redondear la ofensiva con un delantero que si meta goles y de pilón, un extremo que vaya por banda derecha para tener más profundidad de ataque.
El español fue recibido como nunca se había recibido a un jugador, ni a Sergio Canales se le tuvo tanta consideración, pero se reconoce, o se debe reconocer, que Sergio Ramos es una estrella que tiene un brillo distinto a los demás jugadores que han llegado a tierras aztecas en los últimos años.
Con bombo y platillo, con caballos, ante mas de 30 mil aficionados, Sergio acompañado de su familia recorrió el estadio, dio entrevistas y celebró su fichaje con la afición, entre seguridad al máximo, compañeros de equipo y un calor que dio una probada de lo que le espera en los siguientes meses, la esperanza de un liderazgo efectivo más allá de las buenas intenciones que traiga como efecto triunfos, ante la actual racha de Demichelis que conlleva una baja efectividad en partidos de liga regular.
Sergio Ramos no tienen nada que probarnos, pero él tiene que probarse a sí mismo que a sus 39 años aún puede jugar a un nivel aceptable para llenar de trofeos una vitrina que le ha quedado grande a una institución que tiene muchas buenas intenciones, pero escasos resultados que celebrar, entiéndase, campeonatos.
Vivir bajo la sombra de un equipo ganador no es algo nuevo para Ramos, en su etapa con el Real Madrid tuvo de contendiente a el Barcelona más ganador en la historia, por lo que tener como rivales principales al América y Tigres, no debería ser problema para un tipo ganador que sabe como moverse en el campo, amedrentar rivales y hasta anotar en los momentos más inesperados.
Desde joven lució con el Sevilla, en el Madrid se consolidó como el mejor defensa en su época, pero, sobre todo, aprendió de sus errores y se fortaleció física y mentalmente para ahora deleitarnos con su presencia en una ciudad futbolera pero que no estaba acostumbrada a recibir jugadores de ese calibre.
De enfrentar a Ronaldinho y Messi, a tener que lidiar con Henry Martin y Álvaro Fidalgo; de jugar con Benzema y Cristiano, a acompañarse del “Plátano” Alvarado y De la Rosa. Las vueltas de la vida te llevan a estar un día del otro lado del mundo, llegando ahora a una ciudad donde se respira fútbol en cada minuto del día, sin que eso signifique que la afición sepa lo que está respirando, que muchas veces es mera contaminación auditiva de lo que se escucha en los medios, de lo que se plasma en las redes, por lo que apreciar a una celebridad de éste carácter no será sencillo de digerir para una hinchada que más que saber de fútbol, tiene un ego inflado por celebrar con dinero ajeno, entiéndase, de FEMSA.
El español, seguidor de los caballos, de estirpe distinta, de actitud ganadora y con carácter para llegar a alturas que pocos pueden, ha llegado probablemente al reto más difícil de su carrera, un Monterrey sin actitud ante la adversidad, de planeación mocha y actualmente, con una ofensiva de papel en la que confiaron en jugadores sin gol, como Alvarado y De la Rosa, y de un jugador que parece le pesa la presión del gol, como lo es Germán Berterame, así como un técnico novel que será el mejor vestido, pero el campo lo desnuda en su novatez.
Labor titánica para el veterano español, reconstruir desde la defensa a un equipo de actitud endeble, para como dijo en sus declaraciones, cambiar de vitrina el trofeo del campeón de México.
Será un placer ver a Sergio, solo estos meses dirán que tan buena apuesta fue, pero es una que, por seguro, vale la pena.
¡Saludos desde el sillón!