Será el sereno, pero vaya que en menos de dos meses de gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador confirma que tiene prisa por implementar, lo que desde su perspectiva, ocupa hacerse para cambiar a México.
De una manera sumamente intrépida, provoca que muchos antagonistas, se den vuelo en las “benditas” redes sociales, criticando y mofándose desde su precavida y lerda manera de elaborar mensajes en sus declaraciones públicas, hasta de su vestimenta personal; lo cierto es que pocos pueden acusarlo de no cumplir con lo que prometió en su larga campaña política.
Y con más mano derecha que izquierda, por el momento se ha salido con la suya en una variedad de temas; rompiendo todo tipo de paradigmas y temas tabúes vigentes en el sistema político mexicano.
No obstante que muchos empresarios, intelectuales, académicos, miembros del otrora intocable Poder Judicial, y miembros de la clase política tradicional, siguen echando madres en contra de su nada ortodoxa manera de gobernar, la realidad es que a la gente de “a pie”, le encanta ver al nuevo, que no novato, Presidente de la República actuar.
Toda proporción guardada, aunque dice respetar y emular a los héroes de la Historia Mexicana como Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, la realidad es que con su manera totalmente vertical de actuar, ha propiciado que muchos lo consideremos más parecido al que puede ser su “alter Ego”, el mismito Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Lo mismo desafía a la plutocracia tradicional, que inicia batallas contra las sumamente arraigadas bandas traficantes de combustibles, mete en cintura y obliga a los hasta ahora intocables integrantes del Poder Judicial a rebajarse en un 25 por ciento sus onerosos sueldos, o enfrenta de manera frontal a los ex presidentes mexicanos.
Prometió generar condiciones para reducir el costo de la gasolina y la carga fiscal, y al menos los millones de mexicanos que viven en la franja fronteriza ya empiezan a disfrutar de esa realidad; ofreció regresar el Boeing 787 Dreamliner utilizado por Enrique Peña Nieto, y esa nave ya regresó a la empresa a la que lo habían arrendado; aseguró que
frenaría las obras del nuevo Aeropuerto y ya no hay más, garantizó trabajar hasta 16 horas diarias y nadie duda que lo esté haciendo, es más, muchos teníamos serias dudas de que fuera a cumplir su promesa de volar en líneas de aviación comercial.
Y abundan los videos y las fotografías de los mexicanos que se encuentran al presidente de México abordando la misma nave y sufriendo igual que ellos, las desesperantes demoras, además de otros casos en los que se lo encuentran entrando a la tienda de conveniencia de la esquina, como cualquier mortal.
¿Estamos viviendo en Pejelandia?
De ninguna manera, ya que el presidente está iniciando dos guerras importantes en el mismo momento; por un lado sigue quedando a deber en el tema de la Seguridad Pública y aunque lo niegue de manera reiterada, lo cierto es que los números no mienten y están muriendo más mexicanos en su gobierno, que los que registraba Enrique Peña Nieto.
Y, fajador como es, busca acabar con las bandas que comercializan el combustible robado, de una manera que a muchos tiene los pelos de punta; sencillamente cierro los oleoductos para evitarlo, y busca cubrir la demanda de gasolina con pipas, como PEMEX lo hacía hace 20 años.
Es cierto que cuando fue gobernador de la Ciudad de México, se aventó buenos pleitos contra las bandas que traficaban todo tipo de servicios en la Tesorería capitalina, logrando buenos resultados; pero obviamente que la diferencia entre ambas situaciones luce sumamente desproporcionada.
La Ciudad de México y varios estados del centro del país ya lucen largas colas de mexicanos desesperados por adquirir el combustible necesario para realizar sus actividades productivas, y a pesar de que la paraestatal PEMEX asegura que son las compras de pánico las que están generando el desabasto, la realidad de los hechos rebasa a los pronunciamientos oficiales.
¿Será el tema del ataque frontal a los “huachicoleros”, término que inició siendo usado a los que adulteran el aguardiente en el Valle de México, y que ahora se les identifica a los traficantes de combustibles; la primera abolladura en la corona del Peje?
Sin duda que la manera en la que se atienda esta crisis de desabasto energético, pero sobre todo el castigo que enfrenten los responsables, mismos que ya están siendo identificados, dependerá si es un gol para el nuevo gobierno de la República o si de plano se convierte en autogol.
Porque hasta el momento, los mexicanos siguen de cerca las constantes ruedas de prensa y apariciones públicas de su Presidente; sin embargo, empieza a generarse la percepción social de que los miembros cercanos de su Gabinete, circulan a una velocidad mucho menor, por lo que ya empiezan los especuleros (personas que hacen especulaciones), a advertir que López Obrador no tardará en hacer válida la famosa y siempre vigente máxima de la política mexicana.
“Podré equivocarme al nombrarlos… pero nunca al despedirlos…”.