La estupidez humana es enorme, pero en el futbol nacional es infinita.
Vivimos los terribles tiempos de una pandemia que, a la fecha, ha matado a más de un millón de personas en el mundo y casi 81 mil en México.
Aún así pareciera que a los equipos profesionales de futbol esto les vale una pura y dos con sal, pues han logrado un acuerdo con la Secretaría de Salud que les permitirá el regreso de los aficionados a los estadios para mediados de octubre.
Eso sí -dicen muy orondos- se va a llevar a cabo con “estrictos protocolos de seguridad y siempre y cuando las autoridades estatales lo avalen” (sep).
Me suscribo al caso de Nuevo León donde, desgraciadamente, tenemos una de las aficiones más enajenadas de México y el mundo, todo generado por la danza de los millones de dólares que representa la mercadotecnia de estos equipos donde participan, orgullosos, los medios de comunicación.
Según lo que ha trascendido, para que Tigres y Rayados puedan tener otra vez aficionados en sus estadios se necesita la autorización del gobierno del Estado… como si las autoridades les fueran a decir que no.
Se habla que en estos inmuebles se van a poner a la venta entre 20 y 21 mil boletos para los próximos encuentros y quienes asistan tienen que cumplir con estrictas medidas de sanidad.
Yo, la verdad, no les creo.
Y no les creo porque estamos en México, el país que ya se aburrió de la cuarentena, de la sana distancia, de quedarnos en casa, de protegernos contra este maldito bicho que seguirá matando a personas cercanas a nosotros.
Sana distancia en un juego de Tigres o Rayados ¿cómo? Van a bastar dos cervezas para decirle adiós al cubrebocas y cada vez que caiga un gol será imposible impedir los abrazos y esos gritos que, en el caso de un infectado, pueden enviar millones de virus a metros de distancia.
Me molesta mucho que no obstante estamos en el umbral de un rebrote que va a ser más letal de lo que hemos vivido en los últimos seis meses (vean el caso de Europa), la sociedad regiomontana, algunos medios de comunicación y los equipos de futbol, estén poniendo por encima de la salud un entretenimiento que ni siquiera se ha suspendido.
Los juegos se transmiten por televisión, lo que les genera millones de dólares en ganancias a los equipos.
Las directivas siempre pueden lanzar un “tercer uniforme” o una variante en un tono más oscuro del que actualmente utilizan para que miles de tarugos llenen las tiendas para comprarlos.
Tigres y Rayados no pierden dinero y, si lo hicieran, ¿por qué no toman el ejemplo de miles de negocios de este país que recortaron los salarios de sus empleados para aguantar la crisis?
¿Qué va a pasar? ¿Gignac se va a regresar a Francia porque le tumbaron unos cientos de miles de dólares a su cheque? ¿Funes Mori buscaría equipo en su natal Argentina? ¡Por favor!
Me queda claro que hay personas que creen que el futbol, el cine, las “maquinitas”, las bodas, quinceañeras y reuniones para hacer carne asada los fines de semana son indispensables… allá ellos.
Y conste que no hablo de no poder salir a trabajar, a comprar comida, de buscar atención médica, de las cosas que nos obligan a estar en la calle… estoy hablando de actividades de entretenimiento.
Al final, he entendido que con el paso de esta pandemia, existe algo que se llama Selección Natural que no entiende razones.
Como ya lo comenté en una ocasión: está bien que cada quien se muera como quiere… lo que no se vale es morirse a lo pendejo.
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