Así como ocurrió en el 2000 -o quizás aún más-, el Partido Revolucionario Institucional se enfrenta a uno de sus peores escenarios electorales con un candidato presidencial hundido en el tercer sitio de las intenciones de voto, y con un presidente de la República con el mayor repudio social, incluso, en los niveles de Gustavo Díaz Ordaz.
Este es el contexto en el cual iniciaron las campañas electorales por parte de los candidatos y candidatas a diputaciones locales y alcaldías de Nuevo León. Para los priistas, a diferencia de los rivales, estos 60 días serán de ir cuesta arriba en la montaña, prácticamente manejando la bicicleta a ciegas, con manos y pies atados. Además, sin recursos.
Ante la inminente derrota de José Antonio Meade, ya sea frente al que se considera puntero y virtual ganador de la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrador, o bien, en un eventual repunte y giro de tuerca del panista Ricardo Anaya, muchos priistas –aunque lo nieguen-, ya optaron por aplicar el desmarque y hacer su propia campaña al margen del abanderado presidencial.
Vaya, usan la frase “de lo perdido, lo que aparezca”, y por ello se rascarán con sus propias uñas para salvar su correspondiente campaña y con ello, tratar de ganar el distrito o la alcaldía asignados para mantenerse en la jugada política.
Si antes era acarrear y garantizar votos para el candidato presidencial, la consigna ahora es que cada quien lleve agua a su molino y más cuando muchos de los candidatos priistas tienen que meterle lana propia, de sus amigos y colaboradores, toda vez que los fondos que les prometieron cuando se oficializaron sus registros no han sido entregados por la dirigencia estatal, encabezada por Pedro Pablo Treviño Villarreal.
En municipios rurales el problema del dinero no es problema, valga la redundancia, al ser poco lo que se invierte en comparación con municipios más poblados como Monterrey y Guadalupe, por decir los grandotes.
En casos como Galeana, Mier y Noriega o Hualahuises, prácticamente en un día o dos se recorren las calles y se visita a los vecinos, todos parientes y primos entre sí.
En estas zonas verdes, trincheras del PRI, el más optimista es Marco Antonio González, quien sigue prometiendo que habrá carro completo en su distrito con cabecera en Santiago, que pasa por Rayones y luego por el sur de la entidad. Se refiere a que ganará él la diputación local, la federal, la senaduría y la presidencial, sin faltar todas las alcaldías.
Veremos si será cierto. Y, de ser así, podría continuar como pastor de los diputados tricolores en la próxima legislatura local. Aunque su principal rival será Francisco Cienfuegos.
PARA TODOS HAY
Parece innecesario decirlo, pero ahí va de nuevo: de acuerdo a las primeras tendencias el PRI y PAN, se repartirán la mayoría de las alcaldías y diputaciones locales en juego en las urnas, con la posibilidad de que Morena, PES y PT logren cuando menos una media docena de presidencias municipales, sobre todo en el norte y sur. En el caso de Nueva Alianza podría ganar un par, pero sólo por el arraigo y cariño de varios de sus candidatos surgidos del magisterio.
De los candidatos independientes, la mayoría pasarán sin pena ni gloria, con algunas honrosas excepciones. Su alto número, por ejemplo en Guadalupe, en lugar de favorecer la causa pareciera que la dinamita y en fea forma, al atomizar y hasta confundir al electorado con tantos nombres y banderas.
Vaya, en algunos municipios y distritos electorales la boleta para el voto parecerá el álbum de Panini del Mundial FIFA 2018, por aquello de que habrá hasta 12 candidatos inscritos.
En el reparto de diputaciones, la pelea seguirá siendo cerrada entre priistas y panistas, con un empate técnico de 14 a 14. Es decir, sin mayoría directa, por lo que en el juego de tronos las diputaciones plurinominales como las de mayoría proporcional, permitirían a alguno de los dos partidos tener mayor presencia en el poder legislativo.
Los especialistas en política de café, que siempre son más atinados que los asesores políticos, prevén que Morena y sus aliados cuelen cuando menos a tres o hasta cuatro diputados de minoría, mientras que Movimiento Ciudadano llegue a tres, y Panal y Verde Ecologista a uno cada uno.
Bueno, esas son apreciaciones preliminares. Aún faltan poco menos de ocho semanas más de campañas para saber de qué lado masca la iguana y de cuál cuero salen más correas.
Y en el tema independientes, mientras “El Bronco” se placea a nivel nacional, provoca que hablen de él aunque sea con ocurrencias como mocharle las manos a los delincuentes, además de tener cobertura nacional por el tema de la equidad, en Nuevo León la mayoría de sus candidatos lo extrañan y andan como gallinas descabezadas.
Salvo la alcaldía de García, la pelea en Juárez de Américo Salinas Garza y de Daniel Torres que anda en dos dígitos en Guadalupe, las posibilidades de victoria de otros candidatos a alcaldes, a diputados locales y federales es casi nula.
Igual al Senado, con el marchista olímpico Raúl González “El Matemático”, quien encabeza la fórmula de los sin partido, y se anda rascando con sus uñas por la escasez de dinero.
Por cierto, miradas asesinas hubo en la UdeM entre Samuel García, de MC, y Jorge Mendoza, del PRI, en un debate universitario a donde asistió Víctor Fuentes, del PAN, así como Álvaro Súarez, de la alianza Juntos Haremos Historia.
Y donde pudiera darse un buen agarrón entre dos damas legisladoras que se quieren reelegir, es en el Distrito Local 5 de Apodaca, entre la tricolor Gloria Treviño y la albiazul Marlene Benvenutti.
En cuanto a la contienda por Monterrey, llama la atención que el logotipo del PRI prácticamente desapareció en los colores que está usando para la campaña de Adrián de la Garza, destacando el color negro. Mientras su principal adversario, el albiazul Felipe de Jesús Cantú, anduvo cacaraqueando una encuesta a su favor.
En Apodaca la ventaja que lleva César Garza, del PRI, a poco más de 50 días de la elección es seguramente irremontable, como pasa con Héctor Castillo en Santa Catarina, Zeferino Salgado en San Nicolás y Cristina Díaz en Guadalupe.
LA ULTIMA Y NOS VAMOS
Pasivos desde hace años, mantenidos a raya por diversos intereses, los líderes magisteriales de las secciones 21 y 50 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación parecieron revivir, pero sólo por un momento y justamente en el inicio de las campañas electorales.
Teniendo como pretexto el Día del Trabajo, el 1 de mayo convocaron a sus simpatizantes, apenas unos cuantos miles, para manifestarse por las calles del centro de Monterrey, en una pretendida reivindicación de sus conquistas laborales y sindicales, y para reclamar al gobierno independiente lo mal que, pareciera, los ha tratado en los últimos años.
Hasta un desplegado en un periódico se atrevieron a publicar los dirigentes Guadalupe Salinas Garza y José Luis López Garza, de las secciones 21 y 50, respectivamente, junto con la dirigencia colegiada de la Federación Democrática de Sindicatos de Servidores Públicos (FEDESSP) y la del Sindicato de Trabajadores de la Escuela Normal Superior Moisés Sáenz Garza.
Aunque el tono de la manifestación y los reclamos van en el sentido de exigir mejores condiciones económicas para sus agremiados, no deben de olvidar que, a diferencia de otros estados como Guerrero, Michoacán o Oaxaca, donde opera la CNTE y no el SNTE, o bien en Chihuahua, Durango o Sinaloa, el trato que el gobierno independiente y, anteriormente los priistas, fue de respeto y apoyo, con sus salvedades claro está, pero en un marco de respeto, cordialidad y diálogo.
¿O son preferibles los años en que el PAN con aquel secretario a quien le decían “El Pájaro”, y quien después fue notario público, los trataba mejor? ¿Ya olvidaron los maestros los años de acoso laboral que se vivieron en la era panista? Sólo son un par de preguntas.