Rupert Murdoch, el magnate de los medios que nació en 1931 en Australia pero se naturalizó norteamericano y reside en Londres, dice que lo que más le ha dolido es que sus enemigos le hayan hackeado su diario The Times para publicar en la portada de su propio impreso histórico la noticia de su fallecimiento en julio de 2011, cuando su corporación enfrentó el mayúsculo escándalo del pirateo o intervención de teléfonos de celebridades, sin excluir a la realeza inglesa, para elaborar noticias y reportajes en el populachero News of the World.
Quizá por eso, para dar a conocer al mundo que sigue vivo –y muy vivo para los negocios y para el amor– ha llamado la atención a su manera al volverse a casar el 5 de marzo de 2016 nada más y nada menos que con la modelo Jerry Hall, de 59 años, ex esposa de Mick Jagger, de cuyo matrimonio nacieron Elisabeth (31 años), Georgia May (23), James (29) y Gabriel (17).
El multimillonario empresario, por su parte, es padre de Prudence, concebida con su primera esposa Patricia Booker, con quien permaneció casado de 1956 a 1967; de Elisabeth, Lachlan y James, nacidos en su matrimonio con Anna Torv, de 1967 a 1999, así como de Grace y Chloe que fueron fruto de su unión con Wendy Deng (1999-2013), esta última considerada su verdadera guardaespaldas o fiera de porcelana quien lo defendió en su proceso de julio de 2011 inclusive saltando como un tigre cuando un payaso quiso estampar un pastel en el rostro de su marido durante su comparecencia ante el Parlamento Británico, y lo puso a salvo, ante la admiración de quienes presenciaron el acto y de los que lo vivieron a través de los medios en todo el mundo.
Murdoch, pues, sigue vivito y coleando. Y vive no sólo para seguir difundiendo noticias de todos colores y sabores en sus poderosos medios, sino para ser él mismo noticia. Su imperio le permite en Estados Unidos hacer de las suyas con el canal Fox en el ámbito político, a pesar de ganarse la animadversión de millones de sus críticos por su afiliación partida con los grupos más conservadores. Él sigue adelante con su plan de conquistar corazones y audiencias o lectores sea como sea, porque no tiene escrúpulos para hacer uso de todos los procedimientos en la búsqueda de materiales que den de qué hablar a la gente.
Pero aquí hay una lección que no debe pasarse por alto. Si este hombre está donde está en sus negocios es por la complicidad o tolerancia de algunas autoridades que, por ejemplo en Gran Bretaña, conocían, aceptaban inocentemente y hasta participaban de esos métodos que dieron tanto de qué hablar cuando detonó el caso del pirateo de los teléfonos para reportear en el News of the World y que le costó la renuncia a la directora Rebekah Brooks. Sin embargo, lo más importante es considerar el consumo masivo de millones de lectores que todavía hoy exigen y compran allá todo el tiempo ese tipo de periodismo sin ningún cuestionamiento de por medio.
En realidad, en esta triste situación que no es exclusiva de la Gran Bretaña y de los medios de Murdoch, las audiencias y los lectores también deben responder por estas sucias prácticas o por el estiércol que circula en la TV, al alentar su producción y difusión en los segmentos informativos y de entretenimiento. Y no solamente las empresas del recién casado, de 84 años de edad, deberían permanentemente ser llamadas a cuenta por la opinión pública sino muchos medios de todo el planeta, porque si le dejamos el papel de vigilantes y operadores de castigos a los gobiernos, éstos de inmediato podrían echar por tierra la libertad de expresión y de imprenta convirtiéndose en un mal mayor para la sociedades democráticas, poniendo límites a los medios-basura en primer término y luego a todos los demás que no les sean afines.
No. Si no son los propios medios los que con plena conciencia busquen el equilibrio y su autorregulación, entonces han de ser los observatorios ciudadanos y los mismos consumidores de esos medios los que dejen de comprarles sus baratijas y su mierda envuelta en el oropel de las noticias y el entretenimiento, muchas veces sin saber la forma en cómo consiguen esos materiales y sus efectos nocivos. Toda comunidad es corresponsable de lo que critica de los medios sin poner lo que está de su parte para remediarlo.
Murdoch en realidad debe darnos de qué hablar mucho menos con el glamour de su boda del 5 de marzo pasado con la ex de Mike Jagger y sí mucho más con el análisis a fondo de lo que son las raíces que vinculan a los medios en general entre la sociedad y sus prácticas, políticas y financiamiento.