
Dicen que entre las tortillas de harina y el revelado, Rosenda se daba tiempo para ser mamá, para ser esposa, sacar adelante a los hijos y tomar fotografías.
Pero aclara uno de sus hermanos: “Allá en Doctor Arroyo las tortillas de harina las hacíamos cuando las primas de Monterrey venían y nos traían la harina, porque mi mamá nunca hizo tortillas de harina, acá siempre las hicimos de maíz”.
Este y otros datos brotaron en La Casa del Libro de la UANL durante la presentación del libro “Rosenda Villanueva Pardo. Una fotógrafa del sur de Nuevo León”.
Durante la convivencia dominical, la investigadora, Olimpia Farfán; la historiadora representante del INAH, Lidia Espinosa, y el Doctor en Antropología y autor del libro, Enrique Tovar, hicieron referencia al trabajo realizado para rescatar el trabajo de la fotógrafa, así como detalles sobre su vida y la importancia de su aportación a la historia gráfica de Nuevo León.
Rosenda Villanueva fue una mujer que vivió en Doctor Arroyo, Nuevo León a mediados del siglo XX y que se dedicó a fotografiar tanto el ambiente rural como el urbano de aquella latitud del estado en una época donde con dificultades se podía conseguir el material de trabajo.
Heredando de su padre el gusto por la fotografía, Rosenda fue apoyada por su madre, hermanos e hijos, para continuar con su trabajo gráfico, con lo que pudo hacer una memoria de la historiografía del noreste del país, dejando un legado incólume para los mexicanos.
Así lo expresó durante la presentación del libro la historiadora Lidia Espinosa, quien patentizó que el legado gráfico de Rosenda no sólo llena de orgullo a los neoloneses, sino que ya su trabajo ha pasado a formar parte del patrimonio de México.
Además de la reseña del libro, se realizó una exposición de algunas fotografías de Rosenda Villanueva y los presentes pudieron preguntar directamente a los familiares, sobre los años de trabajo de la fotógrafa, así como detalles de su vida privada.
“Mi papá le puso un cuartito y ahí revelaba. Siempre se dio tiempo de ser madre, esposa y fotógrafa. Y efectivamente, andaba a caballo, en burro, en carreta, caminando y hasta en carro, pero ella siempre desarrolló la fotografía como su trabajo serio y profesional”, dijeron sus hijos durante el homenaje a una de las primeras fotógrafas en la historia de Nuevo León.
Rosenda Villanueva nació en 1922 y murió en el año 2011. Su archivo gráfico consta de miles de fotografías realizadas en su mayoría entre los años 30, 40 y 60 principalmente en esta zona rural del estado, y de ese archivo se seleccionaron las 122 fotografías para el libro editado por la UANL.
En el trabajo de Rosenda se pueden apreciar peregrinaciones y eventos religiosos, fotografías post mortem, eventos políticos y sociales, escenas cotidianas y una serie de fotografías dedicadas a los maestros y a la Reforma Educativa de la época vasconcelista.
Durante el evento se mencionó que el padre de Rosenda se encargó de darle a ella y a su otra hija estudios de secundaria porque quería que sus hijas estuvieran más preparadas que él y se hizo referencia a una de las fotografías publicadas en el libro donde se aprecia a Rosenda y a su hermana pequeña, ambas vestidas con vestidos elegantes, medias y zapatillas, mientras su papá calzaba huaraches.
“Eso nos demuestra la visión que el padre de Rosenda tenía sobre sus dos hijas y cómo deseaba que ellas se desarrollaran en el ‘mundo moderno’ de aquella época”, indicó la funcionaria del INAH.
El trabajo de Rosenda Villanueva revela un México y un Nuevo León posrevolucionario, en plena época vasconcelista y la fotógrafa registra el fervor religioso de “Las hijas de María” y de la Asociación Católica Mexicana, pese a haberse desarrollado con pocos años de diferencia la Guerra Cristera en el país.
“Rosenda pasa de lo rural a lo moderno y sincroniza la historia local, regional y nacional con sus imágenes”, puntualiza la historiadora.
En tanto, Olimpia Farfán hace referencia al dato más importante en la presentación del libro: “Rosenda era mujer. Se le reconoce como la primera fotógrafa del sur de Nuevo León y vemos con tristeza una de las fotografías de 1951 donde hubo elecciones, y ella tomó la foto, pero no pudo votar, porque todavía no se le daba el derecho al voto a la mujer”.
El libro y la exposición se encuentran en La Casa del Libro, aquí, en Monterrey.