Luka Modric… un niño que sufrió la muerte de su abuelo, bajo las balas de los paramiltares serbios.
Aquel niño, curtido en alma por las huellas de la guerra, lidera hoy a un grupo de pequeños que, como él, se hicieron hombres con el ruido de las balas acompañando sus recuerdos más lejanos.
La Croacia resiliente que ha batido el récord de partidos ganados en el alargue, hasta la serie de penales (una colosal resistencia al sufrimiento), y que hoy por segunda vez se instala en las Semifinales de la Copa del Mundo.
Achraf Hakimi, el lateral derecho del Marruecos y del PSG, hijo de un vendedor ambulante y de una mujer que se ganaba la vida limpiando casas, y que creció en Madrid, es el héroe en la victoria en penales ante España.
Ese Marruecos, el de Hakimi, hoy se ha convertido en el primer equipo africano que se instala en una Semifinal de Copa del Mundo.
Durante años, los detractores han echado en cara al futbol su incapacidad muchas veces de brindar espectáculo y producir goles en abundancia.
Otros deportes, en especial los estadounidenses, afirman, ofrecen emociones a racimos.
¿Por qué entonces el futbol sigue siendo el amo de los deportes en el planeta?
No nos equivoquemos, el futbol no busca dar espectáculo como objetivo primordial, su fin último es más íntimo, más humano, más emocional, es las redención de las causas sociales e individuales, es conectar con las necesidades más profundas de quienes están en la cancha y en la tribuna.
Esa es la verdadera razón de su arrasador éxito en el planeta.