Ésa es la pregunta que todos nos hacemos, tanto aficionados como los medios de comunicación, porque si en realidad los que toman las decisiones son los altos directivos de Cemex, Daniel Guzmán ya habría sido despedido desde la derrota del Clásico 91.
Sin embargo, las cosas parecen ser como se dijo al momento que Santiago Martínez fue nombrado nuevo presidente felino hace poco más de siete meses, y lo que se filtró desde Guadalajara es que éste había llegado con dinero fresco para invertir en jugadores y en el entrenador, su amigo Guzmán.
Todo parece indicar que es así, porque se habla que la familia Martínez de la Torre puso poco más de 5 millones de dólares para traer jugadores como Fernando Ortiz, Itamar, Édgar Castillo, David Toledo, y ahora para este nuevo torneo Sergio Amaury Ponce y Everton Cardoso.
Se habla que si los altos mandos de la cementera quieren cambiar de entrenador tendrían que desembolsar de inmediato todo el dinero que Martínez puso y además indemnizar al Travieso, algo que en estos tiempos parece ser muy complicado para ellos.
Así es que a menos que la orden venga directamente de la oficina de Lorenzo Zambrano, todo parece indicar que no pasará nada, pues tanto el presidente tapatío como Guzmán tendrían “comprado” un seguro de vida al menos hasta el final del presente torneo.
Y es que si se esperan a terminar esta campaña, donde hay que dejar en claro que Tigres no descenderá gracias a Indios de Ciudad Juárez, podrían darle las gracias al Travieso sin pagarle un centavo, pues sólo firmó por un año, pero tendrían que sentarse a negociar con Santiago Martínez para que dejara su puesto y viniera un nuevo presidente, pero ahora sí puesto por la cementera y con quien sí tendrían posibilidades de tomar decisiones en un momento dado.
Tras la derrota ante Morelia, que digo derrota, el baile que el equipo michoacano le dio a los felinos en el Universitario, está más que claro que ni Guzmán ni su amigo Martínez podrán sacar esto adelante, ya se perdió la confianza de la gente y, peor aún, en la cancha los jugadores se ven desorientados, sin saber realmente a qué juegan o cómo encontrar el camino para ligar tres pases seguidos y armar una opción de gol.
Aunque Daniel siga pregonando que él puede y tiene fe en revertir esta situación, se ve que son sólo palabras que no van acompañadas de un sustento en el trabajo diario, en los conceptos futbolísticos que le pueda dar a sus jugadores, pues éstos ya no se la creen y no están dispuestos a que su capacidad individual salve a su entrenador.
Es un hecho que aunque diga que trabaja arduamente en las instalaciones de Zuazua o el Uni, a la hora de los partidos se ve que no hay trabajo, que no sabe qué hacer y que no tiene capacidad de reaccionar tácticamente durante los 90 minutos.
Las cosas están color de hormiga en el seno felino, sólo queda empezar a ver lo que pasará a partir de julio próximo, porque es un hecho que este torneo ya deben darlo por perdido y tratar de rescatar la mayor cantidad de puntos posible, para no empezar tan rezagados en la tabla porcentual del próximo año.
Los altos mandos de Cemex ya deben decidir quién será no sólo el nuevo entrenador entre los muchos candidatos que tienen sobre su escritorio, sino también quién será el presidente, porque es un hecho que si Guzmán se va, también lo haría con él Santiago Martínez.
Hay dos opciones, que hoy se decidan a sacar de la cartera algo así como 8 millones de dólares para que se vayan los dos o bien esperarse a terminar el torneo, darle las gracias al Travieso y negociar con Martínez para que deje la presidencia y cómo le devolverían el dinero que aportó.
¿Parece fácil, no? Ellos tienen la última palabra.
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