Cuando en 2003 Fernando Canales Clariond devolvió al PRI el gobierno de Nuevo León, hubo empresarios de varios medios de comunicación –humillados y marginados por algunos de sus funcionarios- que abrieron botellas de champaña para celebrar.
Y cuando entró Natividad González Parás, giró instrucciones para que el presupuesto del Estado que se destinaría anualmente para prensa e imagen de su gobierno se repartiera en partes equitativas: nunca mas solos El Norte, TV Azteca, Multimedios y Televisa. El pastel era muy grande y todos iban a alcanzar.
Históricamente, en México y durante 70 años del PRI en el gobierno, los dineros públicos ayudaron a tener sanas las finanzas de la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Y con el PAN nada ha cambiado; al contrario, el ser selectivo se convirtió en un asunto de Estado.
Sin embargo, esta realidad se ha ido degenerando en algunas entidades gobernadas por el PRI, PAN o PRD. En la actualidad algunos mandatarios (o sus asesores) creen que por las televisoras ganaron las elecciones y las recompensan con contratos millonarios i-ni-ma-gi-na-bles para la ciudadanía.
A Rodrigo Medina de la Cruz alguien le vendió la idea que ganó gracias a, sobre todo, Multimedios y a Televisa, minimizando él mismo hasta su propia capacidad e inteligencia como político. Y eso es bastante grave, pues estaríamos frente a una realidad: que a todo un Estado –desde Anáhuac a Doctor Arroyo- lo están gobernando los Canales 12 y el 34 en HD.
Quienes hemos trabajado toda una vida dentro de los periódicos siempre vamos a defender el poder de la letra impresa.
Los medios electrónicos, sobre todo la televisión, tienen la capacidad de que, a través del bombardeo de spots contratados, pueden posicionar a tal o cual político que nadie lo conocía, y levantarlo gracias a la inyección de miles de millones de pesos.
Hasta ahí todo bien en cuanto al fenómeno del marketing. Pero cuando se trata de que a través de un reportaje en la prensa escrita se exhiban las raterías de un funcionario, para eso los periódicos se pintan solos. Son im-pla-ca-bles, tanto que hasta el involucrado quisiera desaparecerlos uno por uno, enterrarlos.
La televisión es un medio con inmenso poder de penetración, pero hasta cierto punto es invisible. Es decir, a un funcionario corrupto, protagonista de un irrefutable reportaje de investigación (con todas las pruebas de sus ilícitos) seguramente pocos lo verían porque no hay televisora que apueste por ese tipo de trabajos. “Baja el rating”, argumentan o, con esa excusa, esconden la incompetencia.
Pero un periódico o revista, cuando siente que lo ven chico, podrá sacrificar utilidades para imprimir la cantidad de ejemplares que el dueño considera con tal de exhibir cada una de las corruptelas y poner bajo sospecha al gobierno.
Antes del 2007 hubo un alcalde panista en Reynosa, Francisco García Cabeza de Vaca, que iba con paso firme y seguro a ser candidato a gobernador en este 2010.
Tenía de su lado, comprados con millonarios contratos, a televisoras y radiodifusoras y, en cambio, quiso humillar a dos impresos: Hora Cero y El Mañana.
La guerra duró siete meses en un choque frontal. Con todas las pruebas exhibimos a él, sus hermanos y funcionarios que habían visto en la política y en la función pública ese camino que muchos conocen: convertirse en millonarios.
Este martes 2 de febrero el CEN del PAN hizo a un lado a García Cabeza de Vaca. Y aquellos medios (tele y radio) que un día fueron sus aliados, no salieron a defenderlo.
En esos siete meses, mientras se publicaban páginas enteras de pruebas de corrupción de García Cabeza de Vaca y sus funcionarios delincuentes, la Tesorería municipal pagaba en spots millones y millones de pesos difundiendo “sus buenas obras”.
De nada sirvieron las televisoras y las frecuencias de radio: la letra impresa fue contundente.
A su regreso de Japón, Rodrigo Medina de la Cruz tendrá que ordenar una investigación sobre la riqueza que acumuló en cuatro años y medio Eloy Garza González, un cercano colaborador a quien desconocía hasta que alguien se lo recomendó para integrarlo en su campaña.
Porque alguien que no es empresario no puede acumular de manera lícita y luego gastar, al contado, 12 millones 25 mil pesos en un año para comprar tres propiedades.
No es posible, señor gobernador. Porque si quiere encubrirlo, protegerlo y mantenerlo como subsecretario del Trabajo, va a generarle un daño a su administración que sigue aún en luna de miel.
Y como Eloy, hay muchos incrustados en el gobierno. O peores. Y otros que a espaldas suyas se harán millonarios. De usted depende mandar un mensaje.
Como en el 2007 en Reynosa: estamos trabajando.