La verdad que el 1 de diciembre tuve cosas más importantes qué hacer que estar al pendiente, por una parte, de la celebración por el primer año del gobierno de la Cuarta Transformación encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador y, por la otra, de las marchas en su contra.
Quiero admitir que desde que inició el sexenio si cinco minutos de mi tiempo he dedicado a seguir en vivo “las mañaneras” es mucho. Sin embargo todos los días estoy enterado qué se dice en esas maratónicas ruedas de prensa que parecen monólogos, según me enteré desde los primeros días.
Será que estuve muy pendiente de López Obrador desde la primera campaña como candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en 2005, y que tanto tiempo invertido me saturó 14 años después.
Eso no me exenta de estar bien informado, mal haría por mi profesión. Pero seguro para millones de mexicanos, no solamente opositores, sino los que votamos por él, llega un día en que debemos dedicarnos a temas mayormente importantes que estar escuchando o leyendo las posturas más radicales de sus adoradores y sus detractores.
Hay unos indicadores que festejo y otros que me decepcionan en los primeros 365 días de la 4T. La estabilidad del peso frente al dólar y la baja, o al menos el estancamiento, de los precios de los combustibles lo celebro, pero me preocupa demasiado la escalada de inseguridad en el país.
En campaña el tabasqueño nos prometió que los números de muertos y hechos relacionados con el crimen organizado se reducirían durante los primeros meses de su gobierno, pero ha sucedido todo lo contrario: el país está sumido en una violencia incontrolada y es evidente el fracaso de su estrategia.
Citar caso por caso de lo sucedido en este primer año en esta promesa del mandatario sería consumir letras sobre un problema que es tema diario en cada rincón del país: de Culiacán a Cancún; de Ecatepec a Nuevo Laredo; de Guerrero a Michoacán pasando por Guanajuato; de la costa del Pacífico a los límites entre Chihuahua y Sonora.
El combate a la corrupción es un buen propósito de López Obrador, pero lo empaña que Manuel Bartlett aún no esté sentado frente a un juez respondiendo por la acumulación de una riqueza difícil de comprobar de manera lícita.
Se aplaude, en cambio, la actuación de una Fiscalía General de la República en las detenciones de Rosario Robles y del abogado Juan Collado, aunque parezca ajuste de cuentas por los agravios pasados cuando López Obrador contendió la primera vez como candidato presidencial.
La renuncia al sindicato de Pemex del entreno líder Carlos Romero Deschamps también es una estrella en la frente en este primer año de la 4T, pero falta que la obra tenga el final esperado: llevarlo a la justicia por las acusaciones de enriquecimiento a costa del erario.
En cambio ha costado mucho al país tener guardado en un hangar de Estados Unidos el avión que compró Enrique Peña Nieto, pues en un año no ha salido un valiente comprador, y la suspensión del nuevo aeropuerto del Texcoco también generó millonarios gastos en indemnizar a los afectados.
El caso de Juan Bonilla, gobernador electo de MORENA por dos años de Baja California, que por sus calzones y la complicidad de los diputados locales de la pasada legislatura sumó tres más, para soñar en gobierno de cinco años, ha sido uno de los prietos en el arroz de la 4T.
Aunque la batalla de los opositores, que llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no ha terminado, falta que se pronuncien los magistrados ante las impugnaciones, sobre todo del Partido Acción Nacional.
Y fue el PAN quien se reveló contra la designación de Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, alegando trampa en la votación del Senado, cuya dirigencia nacional ordenó a los gobernadores albiazules desconocer la recomendaciones de la CNDH.
Otro punto a destacar en el primer año, aunque a la oposición se le caiga el pelo de coraje, es el incremento en el presupuesto de 2020 a los programas sociales como el apoyo a las personas de la tercera edad, a los estudiantes, a las madres solteras, a los grupos indígenas y a los jóvenes desempleados.
Mucha polémica ha provocado el plan de construir la refinería de Dos Bocas en Tabasco, el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Interítsmico para conectar el Océano Pacífico con el Atlántico.
El asilo al ex presidente boliviano Evo Morales levantó una polvareda y evidenció que al actual gobierno mexicano sí le gusta intervenir en asuntos de otros países, pero defiende el principio de no intervención cuando Donald Trump no descarta bombardear a los “terroristas” narcos sin correrle la cortesía de avisarle a López Obrador y al canciller Marcelo Ebrard.
En serio, este domingo 1 de diciembre me propuse desconectarme de la política y seguí con las grabaciones de un nuevo documental de Hora Cero Films; disfruté a mi familia y fuimos a la Basílica de Guadalupe. Y, para terminar el día, seguí los partidos de Tigres y Rayados.
¡Qué buena decisión de aquí a 2024!
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