México lindo y querido… el país donde las buenas intenciones duran lo que dura una tendencia en Twitter.
Hace unas semanas, cuando surgió todo este relajo del COVID-19 y las redes sociales se inundaron de todo tipo de mensajes apocalípticos, un hashtag comenzó a correr más rápido que un alcohólico comprando cerveza una vez que se anunció que ya no se iban a vender.
Les hablo del famoso #quedateencasa, donde se invita a la sociedad mexicana a resguardarse en sus domicilios como una forma de aplanar la curva de crecimiento de contagios del COVID-19.
De inmediato el pueblo bueno y sabio se unió alrededor de la causa y hasta rebasaron a las autoridades, que para ese entonces estaban en la baba peleando con sus contrincantes políticos sobre cómo manejar la crisis de esta pandemia.
Han pasado algunas semanas y en mis recorridos diarios (lo siento, por mi trabajo no puedo quedarme en cuarentena) he notado que a Monterrey ya le aburrió eso de estar encerrado.
Esgrimiendo cualquier cantidad de pretextos (siempre hay uno muy bueno), los regiomontanos se han olvidado del hashtag y están en las calles, regresando a su vida normal.
No importa que ahora sí todas las autoridades estén pidiendo que la población se quede en sus domicilios. La gente asegura que tiene que salir y se pasean por las calles y avenidas del centro de Monterrey como si no hubiera un bicho que le ha partido media progenitora a Asia, Europa y Estados Unidos.
Es cierto, muchos alegan que tiene que trabajar, que si no laboran no comen, pero no son la mayoría, muchos andan sólo pajareando por las calles, haciendo nada.
Porque claro, el virus va a llegar y va a decir: “¡ah! este anda trabajando, entonces no lo infecto” o “éste no se puede quedar en casa, entonces tampoco lo enfermo”.
Claro… porque estamos tratando con un virus con conciencia social.
Al final vivimos en un país donde somos libres de prenderle la mecha a una pandemia que en unas semanas nos va a tener llorando lágrimas de sangre.
Hoy que a Monterrey le aburrió el #quedateencasa muchos andan muy contentos, disfrutando que el tráfico está más ligero y algunos comercios menos atiborrados… a ellos les digo: nos vemos en 14 días.
Es cierto, todos nos vamos a morir un día, lo que no se vale es morirse a lo pendejo.
¡YA CÁLLENSE!
Sé que estoy gritando en el desierto.
Sé que nadie me va a hacer caso.
Sé que más de dos me van a juzgar de loco.
Sin embargo, hay algo que quisiera decirles a todos aquellos que encontraron en el tema del COVID-19 la veta perfecta para estar friegue y friegue en su agenda de golpear al contrincante para llevar agua a su molino.
Por favor… ¡ya cállense!
Presidentes que ven enemigos por todos lados ¡silencio!
Senadores aspirantes a una gubernatura: ¡cállense!
Dirigentes de partidos políticos que añoran regresar al poder: ¡shhh!
Si van a hacer ruido en los medios y las redes, que sea para anunciarnos medidas concretas de cómo vamos a salir adelante de todo este desmadrito que apenas comienza porque, entendámoslo, esto no se acaba en un mes, si bien nos va en junio o julio apenas vamos a ir viendo la luz al final del túnel… si bien nos va.
Diputados y Senadores ¿van a hablar? Que sea para anunciar que desde ya enviarán al pleno una iniciativa para reducir al 75 por ciento el financiamiento a los partidos políticos y el Instituto Federal Electoral porque, al final de cuentas, dudo que haya un mexicano que esté entusiasmado porque ya casi inician las campañas y habrá elecciones. Si hay alguno en este caso, que me avise. El tema de sus sueldos y prerrogativas ni lo menciono pues tampoco soy ingenuo, esos no se los rebaja ni Diosito.
Presidente López Obrador ¿va a decir algo? Que sigan siendo medidas concretas para proteger la salud física y económica de los mexicanos. Anuncie que encontró la fórmula para otorgar apoyos fiscales a las empresas y así millones de trabajadores puedan seguir recibiendo un salario, pues a muchos mexicanos nos vale madres eso de “los conservadores y sus contrincantes políticos”.
Usuarios de las redes, tías de las cadenitas del WhatsApp, similares y conexas: ¡ya párenle con los mensajes alarmantes! Suficiente tenemos con la realidad, donde no sólo no sabemos si nos vamos a enfermar, sino si el día de mañana vamos a tener un empleo para todavía andarnos paniqueando con cadenitas, mensajitos, “anuncios oficiales” y fake news.
El horno no está para bollos.
Por eso bajarle, aunque sea un poquito, a todo el ruido que hay allá afuera nos va a hacer mucho bien.
Si van a abrir la boca, que sea para decir algo inteligente, por favorcito.