Los aficionados del mundo que acudan a la fiesta de futbol en Qatar deberán seguir normas nuevas, con prohibiciones que no hay en otras latitudes.
Los visitantes no deben sorprenderse más allá de lo que representa seguir otros modos de vida de un país que es muy diferente a lo que conocen los residentes de occidente.
Como monarquía absoluta, la nación había sido protectorado británico hasta principio de los 70, cuando obtuvo su independencia. Ahora es un estado soberano peninsular ubicado en el Golfo Pérsico, rodeado por el agua, con frontera única con Arabia Saudita al sur.
El 20 de noviembre inicia al Mundial de Qatar (Catar, como lo llama la nomenclatura reciente) en este territorio musulmán y, para evitar inconvenientes e incomodidades, los turistas no deben hacer más que seguir los reglamentos durante los días que ahí permanezcan. Los que sean gais no deben demostrar su afecto en público. No se permiten las parrandas en la calle. Están vetadas las relaciones extramaritales, como si un policía pudiera ingresar a la alcoba de los enamorados. Los hombres no pueden andar por la calle con las rodillas y los hombros descubiertos, lo mismo que las mujeres. Queda prohibida la pornografía, por lo que cualquier objeto con contenido indebido será decomisado en la aduana de ingreso.
Ocurre que el país es bastante conservador y nadie puede sentirse molesto si va a estar por sus ciudades los días que dura la celebración, que termina el 18 de diciembre, día de la gran final. Sobre estas medidas, que nos pueden parecer rígidas, el comité organizador sólo pide respeto, pues sus costumbres son muy diferentes a las de otras naciones que, por su parte, tienen formas de pensar diferentes y condicionan otros aspectos de la vida diaria.
Desde que la FIFA le otorgó la sede de la Copa del Mundo a este país que flota sobre petróleo y gas natural, las voces libertarias del planeta se han levantado inconformes, pues consideran indebido que un organismo internacional tan trascendente como el que regula el futbol del orbe, premie a un gobierno violador de derechos humanos, principalmente en el tema de la diversidad de género, pues la homosexualidad en el país no solo está prohibida, sino que es reprimida. Aunque no se penaliza con muerte a los integrantes de la comunidad gay, como en otros países árabes, la prohibición en territorio qatarí sentencia con siete años de prisión a quienes se compruebe en trato carnal con persona del mismo género.
Los anfitriones han dicho que son tolerantes con la comunidad LGBT. Para comprobarlo, periodistas europeos se hicieron pasar por parejas gais para hacer reservaciones en un hotel de la capital Doha, con el propósito de pasar su luna de miel, y en muchos fueron rechazados.
Lo que sí han dicho las autoridades locales es que efectuarán auditorías y revisiones periódicas en las habitaciones, para verificar el comportamiento decente de los huéspedes. No se sabe cómo efectuarán las revisiones o como esperan detectar a visitantes en falta de sus rígidas normas morales.
Por lo pronto, ante la amenaza que representa el país para los derechos humanos, la Selección de Dinamarca, equipo que va en el Grupo D, ya anunció que hará invisible el escudo de su país y el emblema de la marca Hummel que los fabrica, en protesta por este atropello a las garantías individuales de este rico país, que se encuentra muy retrasado en el tema de las libertades, y que ha sido objeto permanente de crítica por el maltrato a los trabajadores que construyeron la infraestructura mundialista.
La medida parece una contradicción: con esta expresión de descontento, el conjunto danés utiliza al deporte como una bandera política cuando, es sabido, el futbol debe ser motivo de unidad y concordia, ajeno a disputas entre países.
La esperanza es que la fiesta se lleve en paz y que no sea reportado ni un incidente relacionado con el recorte de libertades.