Todo iba muy bien para el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, hasta que el domingo 26 anunció la restricción del transporte colectivo (autobuses, Ecovía y Metro), algo que nació como con la mejor de las intenciones para para detener los contagios de Covid-19, pero terminó afectando a miles de usuarios que ponen en riesgo su salud acudiendo todavía a trabajar.
“El Bronco” iba en caballo de hacienda desde que aplicó el estado de emergencia a mediados de marzo para proteger a la población, tras el primer contagio de un residente de San Pedro Garza García que había regresado de soñadas vacaciones esquiando en Vail, Colorado.
Y aunque para el cierre de esta edición toda indicaba que los “filders se iban a echar para atrás” -haciendo modificaciones al plan de reducir la movilidad en el servicio público-, hubo miles de usuarios que se enchilaron porque llegaron tarde a sus lugares de origen.
La medida que empezó a las 6:00 horas el lunes 27 contemplaba que el servicio se daría solamente hasta las 9:00, y por la tarde-noche se replicaría de las 16:00 a las 21:00 horas. Un duro golpe a las partes blandas de los pasajeros que no tienen un medio de transporte privado.
Pero bueno, y como es de sabios equivocarse y rectificar, “El Bronco” se pondría las pilas para no afectar a los que todavía se mueven por necesidad por recibir un sueldo y llevar comida a sus casas, aunque sea desafiando al Coronavirus.
Y en el tema de los negocios y la gran industria que todavía está violando la contingencia sanitaria, el gobernador ha enviado mensajes, aunque a algunos empresarios les entra por un oído y les sale por el otro, de tomar todas las medidas sanitarias, y de cerrar aquellas empresa no esenciales mientras dura la Fase 3 para proteger a sus empleados.
La realidad es que entre las empresas no esenciales hay de todo como en la viña del Señor: unas porque son de tradición y sus dueños son muy poderosos en Nuevo León; otras porque generan miles de empleos y son de capitales de Estados Unidos, Europa o Asia, y las menos porque le importa un comino la autoridad y siguen operando.
Por ejemplo, en Zaragoza norte cruzando Colón en Monterrey, está la empresa Owens-Illinois (antes Vitromex) de capital estadounidense que hace productos como envases para refrescos, cerveza, perfumes, comida perecedera como mermeladas y artículos para la cocina, entre otros.
Ahí laboran, según denuncias de empleados, al menos 600 personas en cada uno de los tres turnos. Y como se considera esencial porque entonces -¿dónde se pone la mermelada?- que entra en el rubro de alimento quizá no básico, su producción debe continuar poniendo en riesgo a los obreros.
Y quizá los más o menos mil 200 empleados en sus líneas de producción, sin sumar las otras áreas, pudieran estar debidamente protegidos. Sin embargo la inmensa mayoría usa el transporte público desde su casa a la planta, y viceversa.
Pero lo que sucede en los parques de maquiladoras de Apodaca y García, sobre todo, es todavía más descarado, como lo evidenció Hora Cero con la empresa Promotional Imprints de México S. de R.L. de C.V, (PIM), ubicada dentro del Parque Industrial Kalos.
Los patrones tienen bien aceitados a los inspectores de la Secretaría de Economía de Nuevo León con suculentos moches para que siga abierta, sospechan algunos empleados, porque hacer grabados en ropa, gorras y plumas, entre otros. Es claro que esta empresa tiene de esencial lo que este columnista tiene de diputado local.
Y ya que se aborda el tema de los legisladores del Congreso de Nuevo León, bastante polvareda se levantó cuando un medio de comunicación dio a conocer -cierto o falso- que recibieron 320 mil pesos en abril y que se adelantaron el aguinaldo. ¡Recórcholis!
Por cierto, los diputados locales, federales y los senadores no han dejado de repartir cubrebocas, máscaras, batas y gel antibacterial, y obviamente las despensas que nunca deben faltar, entre personal médico y la población más vulnerable por el desempleo.
Quien también está devolviendo a sus clientes algo de lo que ellos han gastado en sus negocios es Marco Antonio González, en su faceta de empresario y dueño de franquicias del Pollo Loco, regalando lavamanos portátiles, cubrebocas, caretas y gel.
Como quien dice: en la contingencia por el Covid-19 todo se vale, hasta hacer proselitismo en tiempos no electorales, pues en 2021 está marcado para acudir a las urnas y reelegir legisladores y alcaldes que estén en su primer periodo. Y la manzana de la discordia: gobernador.
Porque deberá usted saber que en cada despensa, botecito de gel, guantes y tapabocas ¡no!, esos no porque sería muy descarado lucir por la calle, aparece impreso el nombre del benefactor, además de la marca Morena, PRI, PAN, MC y otros partidos políticos.
Quien sigue con el rating por las nubes es el secretario de Salud, Manuel de la O Cavazos, la voz cantante sobre las medidas de prevención y la actualización diaria de las cifras de la pandemia en el Estado, al grado tal que opaca casi totalmente al secretario general de Gobierno, Manuel González Flores.
Y aunque al segundo de la administración ahora sí que le vino el Covid-19 “como anillo al dedo” (frase célebre de AMLO) por la sanción pendiente del Congreso del Estado, el titular de Salud ha aprovechado los reflectores de las ruedas de prensa diarias.
Sin embargo semanas atrás tuvo un resbalón cuando un grupo de amigos se exhibieron como oportunistas, por no decir lambiscones. ¿Por qué?, se preguntarán los que estuvieron fuera del aire. Pues circuló un video en redes sociales donde ante la cámara agradecen a De la O Cavazos por su labor. “Gracias doctor de la O, gracias doctor de la O…”.
Sobra decir que antes de la pandemia la caballada de “El Bronco” estaba muy flaca pensando en un candidato independiente o ciudadano para su sucesión en 2021, pero ya tiene en su secretario de Salud a un gallo que, al menos en conocimiento, se pondría al nivel o superar al senador Samuel García Sepúlveda y Adrián de la Garza.
Entrado al tema de los alcaldes metropolitanos, hay que reconocer que no le aflojan para aplicar programas de apoyo a sus gobernados, así como medias para evitar la propagación del Covid-19 en sus respectivos municipios, con excepción de Carlos Guevara Garza, de García, que parece se lo tragó la tierra.
Cristina Díaz, Héctor Castillo, Zeferino Salgado, Heriberto Treviño y César Garza, también han tomado decisiones sanitarias que serán bastante cacaraqueadas en sus respectivas campañas de 2021.
Pero si alguien se puso crítico fue el edil apodaquense, a quien no le cayeron muy bien las restricciones en el servicio de transporte público y que sería factor para su modificación. Obvio señalar que Apodaca alberga el mayor número de maquiladoras del Estado.
El alcalde a quien no le fue muy bien y tuvo que recular en sus acciones encaminadas a prevenir más contagios de Covid-19 fue Miguel Treviño de Hoyos, edil de ese pequeño pedacito de paraíso capitalista super nice llamado San Pedro Garza García.
Resulta que el presidente municipal, emocionado porque todas sus acciones habían sido aplaudidas por el respetable, decidió declarar la Fase 4 de la emergencia y que le ordena a los Policías y Tránsitos a instalar filtros de revisión en los accesos a la ciudad.
En estos filtros todos aquellos que andaban en carros modelos anteriores al 2018 y no tuvieran visa ¡perdón! residencia en San Pedro, eran regresados por donde vinieron quesque para proteger a la población de más contagios de Coronavirus.
La medida armó tremenda polvareda, porque existe algo llamado Constitución Mexicana que protege el libre tránsito de los ciudadanos por el territorio nacional.
Total que ante el alud de críticas los filtros apenas duraron un día y Miguel tuvo que ponerse de nuevo su gorra de pensar para encontrar otras formas de proteger a la población. Ni modo.