El escándalo de la “foto cara” que le costó al erario de Nuevo León, 400 mil pesos, queda pequeñito con el que ahora publica Hora Cero, donde una empresa “recién nacida” se ha llevado un contrato por más de 30 millones de pesos.
La llegada al poder de Rodrigo Medina de la Cruz coincide con el nacimiento de Regio Obras S.A. de C.V. que de pronto entró a una licitación y la ganó sin problemas.
No cabe duda que los dueños tuvieron información privilegiada para anticiparse a los hechos. Y esa información obviamente proviene de las entrañas del gobierno estatal.
Ahora hay que buscar si existe una relación entre los dos dueños de esta empresa novata con algún funcionario estatal para seguir atando cabos.
Se pronostica que caerán cabeza scon este nuevo escándalo, de lo contrario se sentaría un mal precedente.
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Si las encuestas de los primeros 100 días de gobierno de Mauricio Fernández lo ubican en el penúltimo lugar de siete alcaldes metropolitanos ¿cómo es posible que alguien siga pensando que es presidenciable?
A pesar de que habló, pataleó y declaró de todo antes de los sondeos, sus propios administrados -es decir los sampetrinos- le dieron un triste siete al Príncipe de San Pedro.
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Y el que también quedó muy preocupado con los resultados de las encuestas fue Gabriel Navarro, alcalde de Santa Catarina, quien tanto en Hora Cero como en El Norte ocupó la séptima posición entre los ediles del área metropolitana.
Creemos que a Navarro le ha fallado la gente que cuida su imagen (no confundir con el departamento de comunicación, que es el mismo que tenía Dionisio Herrera, y que siempre sacó arriba de 7 de promedio).
La imagen de Navarro la maneja Miguel Ángel Arreola, quien también ha sido asesor de Fernando Canales y Alejandro Páez, estos dos últimos miembros de la vieja cúpula panista que, al parecer, se ha metido en serio en el equipo de Gabriel.
Tal es el caso de su secretario de Ayuntamiento, el abogado Luis Arce, quien ocupó el mismo puesto con Alejandro Páez. Se dice que la gente se ha quejado de Arce por su caracter de “divo”.
Hay quienes también dudan de la capacidad de Raúl War como secretario del alcalde y dicen que el puesto le queda muy grande.
Aunque quizás tenga menos presupuesto que Benito Caballero o Clara Luz Flores, Gabriel Navarro debería sacarle más jugo a las actividades que realiza y sus asesores deberían ponerse las pilas para que de aquí en adelante Santa Catarina comience a subir peldaños en las encuestas de los medios de comunicación y, sobre todo, en la percepción de los ciudadanos que viven en ese municipio.
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El que regresó a Tránsito de Monterrey es Luis Ángel Benavides, quien antes de lanzarse en su afán de ser candidato del PAN a alcalde de Guadalupe, fue coordinador administrativo en este sector de la capital nuevoleonesa.
Los que no quedaron muy contentos fueron Julián Hernández y Alfonso Robledo, a quienes Benavides les hizo la guerra durante las campañas pasadas.
Sin embargo, Benavides cuenta con las simpatías del alcalde de Monterrey, quien le dio el voto de confianza.
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Miguel Angel García Domínguez, secretario de Desarrollo Social en Monterrey, anda un poco desesperado porque aunque los panistas le han prometido ser el “bueno” para la alcaldía de Monterrey en 2012, poca oportunidad de lucirse le han dado.
El que estrena puesto honorario es Dionisio Herrera, quien ahora es presidente del comité de pensiones del municipio de Monterrey (¿?).
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Quien ya está cansado de los abusos cometidos por la gente que administra el Aeropuerto Mariano Escobedo es el alcalde de Apodaca, Benito Caballero, y va con todo para que le paguen el impuesto predial que se han negado a cumplir por años.
Benito se encuentra elaborando un estudio para ver la estrategia a seguir con sus homólogos de varias ciudades del país que sufren los mismos abusos.
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En el Congreso del Estado, el pastor del rebaño tricolor, Héctor Gutiérrez, está convencido de que ahora sí buscará la postulación a la alcaldía de Monterrey.
Su rival más fuerte dentro del PRI es el diputado federal Felipe Enríquez, pero este se la pasa fuera del municipio y eso propicia que se le aplique la máxima de “santo que no es visto, no es venerado”.