Cuantas veces se presenta la oportunidad, la presidenta de MORENA no se inhibe para sacar el sello autoritario que distingue a ese movimiento político del que es dueño nada menos que López Obrador. Pero “se fue al baño” cuando dijo el 19 de octubre que los adversarios del primer mandatario del país no deben criticar ni opinar sobre los hechos ocurridos en Culiacán, el día en que el estado mexicano se rindió ante el poder del narco. Y seguramente es su misma postura respecto al ofrecido asilo político a Evo Morales tras la fuerte polémica que desató su llegada a nuestro país el 12 de noviembre.
Yeidckol polevnsky, nacida en la ciudad de México en 1958 con el nombre real de Citlali Ibáñez Camacho, despotricó feamente contra los periodistas “conservadores” y políticos del régimen anterior por exigir inclusive la comparecencia del presidente AMLO ante el Congreso para explicar por qué permitió que se liberara al capo Ovidio Guzmán López, si existía una orden de aprehensión en su contra y la solicitud de extradición a los Estados Unidos.
“No deben criticar ni opinar”, se fue de la lengua la brava mujer. Pero se le olvidó que vivimos en una democracia, la cual consagra de facto el derecho a disentir de la autoridad y, por lo tanto, a criticar y opinar de lo que a cualquiera se le pegue la gana, como ocurre con toda libertad e inclusive libertinaje en las redes sociales . Claro que de inmediato arguyó en su defensa que su exabrupto surgió directamente contra los que hoy ostentan una doble moral, pues callaron vegronzosamente y no alzaron la voz cuando Felipe Calderón desató la guerra contra el narco en 2006 y que continuó Enrique Peña Nieto con el baño de sangre y personas desaparecidas en todo México.
Sin embargo, Citlati, alias Yeidckol, sea la circunstancia que sea y trátese del contexto que se trate a la hora de emitir sus declaraciones, no tiene razón alguna para pedir que dejen de opinar los críticos del actual gobierno. Y ni siquiera el dicho de “calladita se ve más bonita” se le puede aplicar a ella en busca de salvarnos de sus torpes afirmaciones. No. Ella también tiene el derecho y la libertad de pensar y abrir la boca para expulsar lo que le dicte su ideología y su criterio personal sobre los asuntos que elija, que cada día se multiplican para horror de todos, como la masacre de la familia Le Barón.
Que no la traicione el subconsciente y quiera la uniformidad de las conciencias. Que, por favor, abra su mente a la diversidad de voces y serene su atropellado izquierdismo que la orienta a vivir en un sistema como el de Cuba, Venezuela o, peor, Corea del Norte y otras naciones de corte dictatorial donde el sentir de las mayorías está alineado con el que manda. Vivimos en una democracia y su defensa implica tomar partido a favor o en contra de lo que a cada quien le parezca. Somos todavía independientes para soltar las amarras de quien pretenda someternos al pensamiento único, sea del color que sea, de acuerdo con la propia apreciación.
Citlali, alias Yeidckol, y sus partidarios identificados por la afinidad ideológica tienen que reconocer que criticar a AMLO y sus pifias en la conducción de México, no es por desear que le vaya mal ni por añorar el pasado, pues ella debe darse el tiempo de consultar los archivos periodísticos para enterarse que abundan tiempos y espacios en los medios en que los anteriores presidentes y sus medidas fueron sometidas a escrutinio y a críticas, a veces descarnadas y feroces, excepto, claro está, por aquellos impostores que vivían del “chayote” y estaban sometidos por su identificación partidista. Que constate cómo se ejercía la libertad de expresión entre los que viven solamente de su vocación de servir a la sociedad a través de su profesión informativa y de análisis sin compromisos.
Déjenos, doña Ciltali, que sigamos criticando y opinando de su mismo partido MORENA y de su terquedad en seguir al frente de él, a pesar de la férrea oposición de sus pares ideológicos, como Bertha Luján. Es el camino que elegimos y el valor supremo para ser felices con nuestro trabajo. Y no se olvide que en una democracia no hay político que no dé materia prima para ello. Si no, viviríamos en una hiriente tiranía o en una sociedad muy aburrida donde todo marcha en orden, que no es nuestro caso. Criticar y opinar permite airar ideas y nos entretiene, si somos racionalmente maduros, para contrastar nuestras diferencias y aprender unos de otros. Ya no atente contra nuestra libertad, por favor. O elija mejor sus palabras al hablar públicamente y deles un adecuado contexto para no tener que rectificar.