Quien tiene el petróleo puede poner las reglas del juego para adquirir la tecnología y obtener el dinero. La frase de Javier Jiménez Espriú resume por qué México no debe entregar su petróleo al extranjero. Durante los foros en el Senado para debatir la Reforma de Pemex, no Reforma Energética como precisan la mayoría de los expertos, se escucharon las razones de por qué sí o por qué no se debe privatizar a Pemex.
La mala noticia para el gobierno federal es que el debate, transmitido por el canal del Congreso, lo están ganando quienes defienden que Petróleos Mexicanos no se privatice.
Jiménez Espriú, ex subdirector de Comercialización de Pemex, pone el dedo en la llaga, al desmenuzar las sinrazones de una privatización oculta.
Como el debate sobre la privatización de Petróleos Mexicanos hace roncha en el imaginario colectivo, se recurre al eufemismo.
Una derrochadora campaña mediática hecha con los pies, no logró convencer a nadie al afirmar que sólo modernizarán a la empresa.
La tesis de Jiménez Espriú deja a los oficialistas pro privatización sin argumentos:
“La nula visión del desarrollo científico en el ramo petrolero condenaría al país a ser dependiente tecnológico.
“Es lamentable que las iniciativas de Felipe Calderón para privatizar Pemex estén ‘tan cerca’ de las recomendaciones del Banco Mundial y tan lejos de los sentimientos de la nación.
“La propuesta del Ejecutivo Federal es insuficiente en el análisis económico, discutible desde el punto de vista técnico, inconsistente en el aspecto legal, ignorante de contenido histórico y ayuna de sensibilidad política”.
Acusa que el gobierno de Calderón manejó “datos sesgados, lenguaje engañoso y verdades a medias que son mentiras dolosas de una propuesta privatizadora”.
Desde que se repitió hasta el aburrimiento el spot del “tesoro enterrado” que además de revertírseles era cursi, hasta cuando les piden a columnistas y editorialistas afines al régimen que jamás se refieran a la privatización como tal, sino como Reforma Energética o como Reforma de Pemex, el mensaje es el mismo.
Aunque el debate en el Senado apenas inicia, quedó claro que Calderón envió una iniciativa para privatizar Pemex; que no busca una asociación con el capital extranjero, sino su venta.
Nadie pone en tela de juicio que Petróleos Mexicanos se modernice.
Pero la supuesta intención “modernizadora” del gobierno es tan endeble, como los inexistentes argumentos que sus defensores no logran esgrimir en el debate en el Senado.
Una mayoría sabe que al privatizar Pemex el Estado se quedará sin la renta petrolera. Y que ante el temor de modificar la Constitución igual la viola, al reformar la ley reglamentaria del Artículo 27 Constitucional que autoriza contratos de riesgo.
Además autoriza a “suscribir los contratos de riesgo ya sea por: asignación directa, discrecional e incluso confidencial”.
Jiménez Espriú abre la herida de la desconfianza al referirse a los contratos.
No son nuevos. Los usaron para reformar al sector eléctrico.
Aporta otro dato: cuando Calderón era secretario de Energía reconoció que los contratos de riesgo eran inconstitucionales.
Cabe preguntarle a Calderón ¿Por qué en 2003 siendo secretario de Energía calificó de inconstitucionales los contratos de riesgo en el sector eléctrico y en el 2008 recurre a ellos, para entregar Pemex al capital extranjero?
Los contratos otorgarán a las transnacionales refinerías y oleoductos, aunque la Constitución lo prohíba.
Suena sospechoso que el gobierno no reconozca que la modernización de Petróleos Mexicanos pasa por la reinversión de sus utilidades.
La iniciativa gubernamental hace una diferencia que empeora la situación: durante años las utilidades petroleras se han usado para que el gobierno subsane su incapacidad para cobrar impuestos y para el sindicato. Ahora, estas utilidades se las quedarían los nuevos “asociados”, para más precisión los nuevos dueños de Pemex.
Si el gobierno obtiene 40 por ciento de su ingreso de las utilidades de Pemex, ¿cómo espera que se modernice?
Es poco serio que elaboren un diagnóstico de Pemex eludiendo el papel de su muy corrupto sindicato, y las nuevas reglas que deberían instaurar para impedir que sigan medrando.
Que Pemex haya sido hasta ahora del gobierno y sindicato en lugar de los mexicanos, no se soluciona entregando su propiedad a las manos del capital extranjero.
Al venderla, se perdería toda posibilidad de que alguna vez Pemex pertenezca a los mexicanos.
Lorenzo Meyer retoma a David Ibarra, quien señala que “el objetivo central de Pemex dejó de ser impulsar el crecimiento para convertirse en instrumento equilibrador de corto plazo del presupuesto público y de las cuentas externas” (El desmantelamiento de Pemex, UNAM, 2008).
Si Pemex se privatiza, añade Jiménez Espriú, “dentro de 20 años en lugar de disponer de tecnologías que nos hacen falta, la ingeniería y tecnología mexicana ya no estarán más.”
Lanza la pregunta incómoda al gobierno: “¿Qué hará México sin ingeniería y sin desarrollo tecnológico propio?
“Seguramente otra vez cambiar vidrios y espejos por los frutos de nuestras entrañas, del crudo a la mano de obra barata.”
El debate evidencia que a Pemex la han quebrado a propósito, ignorando su importancia en el desarrollo del país. según Jiménez Espriú.
“La autodeterminación tecnológica y, por ende, el apoyo al desarrollo de la ciencia y la tecnología son cuestiones de supervivencia nacional que se han ido cancelando por ignorancia, soberbia o intereses discutibles”.
Si como apunta Meyer obtener un barril de petróleo cuesta entre 3.34 y 4.16 dólares, y el barril de petróleo mexicano se cotiza en más de 100 dólares, la reinversión de ganancias haría innecesaria la privatización. Pero el gobierno tendría que renunciar a las utilidades de Pemex.
Si el debate sigue el rumbo que lleva, la conclusión será que la iniciativa de Calderón vende a Pemex a trasnacionales, su corrupto sindicato no es tema, y cuando la paraestatal deje de pertenecer a México, no será asunto suyo su modernización.
Subsisten dudas que el gobierno no despeja.
¿Dónde están los millonarios recursos de los excedentes petroleros?
¿De dónde va a obtener el gobierno el 40 por ciento de ingresos que le quitaba a Pemex?
El silencio de Felipe Calderón en las preguntas pertinentes que se hacen mexicanos informados, refrenda que su “iniciativa” es una privatización encubierta. Mientras tanto, evade el punto medular:
“Quien tiene el petróleo puede poner las reglas del juego para adquirir la tecnología y obtener el dinero”.
Hasta hoy, ese petróleo pertenece a México.