
La ciudad de México ya dio el primer salto cualitativo para posicionar a las artes y a los medios de comunicación para la construcción de competencias críticas.
Este primer acercamiento fue convocado por la Oficina de la UNESCO en México con la finalidad de contribuir a encontrar espacios para la reflexión, el análisis y el estudio del arte desde las muy diversas dinámicas culturales nacionales.
Para darnos una idea de este loable y trascendente proyecto, la representante de la Oficina de la UNESCO en nuestro país, Sra. Nuria Sanz, lanzó la invitación a un grupo de artistas, curadores, gestores culturales, académicos y especialistas del ámbito cultural, académico y de los medios de comunicación.
Entre los invitados destacan personalidades del mundo cultural, artístico y de los medios de comunicación como José Gordon, Nicolás Cabral, Salvador Gallardo, Mariana Holguín, Rodolfo Osorio, Carmen López-Portillo, Ariel Rojo, Reneta Becerril, Felipe Leal, Raquel Serur, Michel Blancsubé, Manuela Moscoso, Paola Santoscoy, Daniela Elbahara, Víctor Rodríguez y los artistas Alberto Castro Leñero, Gerardo Ramos Brito, Paloma Torres, Roberto Rosique, Sandra Pani y Alfredo “Libre” Gutiérrez.
Se trata de una primera convocatoria que seguramente tendrá más adhesiones una vez que comencemos a propagar esta iniciativa.
Yo me pregunto, ¿qué estamos haciendo en estados como Nuevo León para contar con nuestros propios espacios de debate sobre la participación de artistas, intelectuales, investigadores y medios de comunicación en el terreno de las artes y la cultura?
Antes al contrario, nos despedazamos cuando se trata de orientar las políticas públicas de Conarte.
Un modelo que fue pionero nacional y que hoy ha quedado rezagado por muchos motivos y circunstancias.
La función de Conarte no es la de mantener becados a los artistas, vicio en el que cayeron autoridades y artistas que vieron en esas acciones una forma de vivir en el confort del presupuesto.
La visión del Conarte impulsada desde tiempos de Sócrates Rizzo, gobernador del estado en esos tiempos, fue la de dar autonomía a una entidad para fomentar la cultura e impulsar artistas en sus diversas manifestaciones.
Funcionó, ni duda, pero con el tiempo llegaron los vicios. Hoy estamos rebasados y necesitamos debatir lo que ha iniciado la UNESCO en la capital del país.
Nos avasallan los tiempos, pero porque no somos visionarios ante los embates de los grupos de poder que ven el arte como algo que sólo sirve para mantener “artistas” y no para proponer nuevas manifestaciones y expresiones artísticas.
Trazar políticas públicas culturales permite a los gobiernos y sistemas políticos una vida más amable; nos vuelve sensibles; nos hace críticos y nos ensancha horizontes para proponer modelos de prosperidad más equilibrados.
Recientemente, el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, habló de sus metas en el terreno de las artes: se refería a trazar una línea horizontal de manifestaciones culturales y alejarnos del modelo vertical en el que cayó el Conarte.
Urge una convocatoria al estilo UNESCO para que Nuevo León inicie su re-evolución cultural donde impere la crítica de las ideas para mejorar nuestro entorno.
En Nuevo León hay tanto talento que lo hemos desperdiciado negando oportunidades porque, las políticas públicas hasta ahora ejecutadas, no permiten que los recursos se apliquen a los que realmente tienen potencial.
Conarte es una buena institución, habrá que fortalecerla con la presencia de un buen grupo de artistas, curadores, gestores culturales, académicos y especialistas del ámbito cultural, académico y de los medios de comunicación.
Mucho se tiene que hacer para que Nuevo León sea como la Ciudad de México, referente de expresiones artísticas y de artistas de talla universal, como no ha ocurrido en décadas.