No tengo la certeza si a quienes creímos en Andrés Manuel López Obrador desde 2005, pero más en su malograda campaña de 2006, nos etiquetaron de chairos. ¿O ese término de descalificación, según el Colegio de México, se hizo moda al referirse a los defensores a ultranza del personaje desde que asumió la presidencia en 2018?
Todavía recuerdo cuando en casa de mis papás en Matamoros, Tamaulipas, casi salía de pleito porque ellos literalmente odiaban al ex jefe de gobierno de Distrito Federal que buscaba la presidencia de la República, cobijado por el PRD, contra Felipe Calderón Hinojosa, su principal oponente.
En los meses previos a la elección de 2006 no había sábado durante la comida y en la sobremesa que el postre no me supiera amargo porque ofendían a AMLO, con descalificativos que mi mamá expresaba -teniendo de coro a algunos hermanos-, que hicieron que prolongara mis vueltas a Matamoros.
“No solamente no van a votar por López Obrador, sino que están haciendo una campaña de odio en su contra. Se creen lo que dicen los medios que critican sus programas sociales como ayudar a las personas de avanzada edad con una pensión mensual, y los segundos pisos”, con esas palabras defendía al tabasqueño.
Cuando empezó y arreció la campaña negra de que “AMLO es un peligro para México” no tuve dudas de que causaría un grave daño a sus aspiraciones. Una estrategia bien planeada por el mercadólogo español, Antonio Solá, pagado con el presupuesto de la presidencia y poderosos empresarios.
Empresarios que ahora López Obrador tiene como asesores y han recibido millonarios contratos de la Cuarta Transformación. Uno de ellos Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, Banco Azteca y las tiendas Elektra, entre otras. Su amigo, su consejero y su intocable y favorito proveedor de la Presidencia.
¿Entonces todo lo que criticó AMLO del PRI y el PAN de que Televisa se surtió con la cuchara grande durante 82 años lo piensa repetir en su sexenio pero con TV Azteca? En serio que no se vale tanta incongruencia de una persona que convenció a millones con su discurso en 2018 y ganó con nuestro voto. Entre ellos a mí.
Y como no quiero más preocupaciones de las que ya cargamos en el lomo en tiempos de pandemia, quise escribir estos párrafos para poner solamente un ejemplo del por qué estoy profundamente desilusionado de él.
Pues ha habido un rosario de errores a partir de la desgracia que asfixia a México en el tema de salud, de la economía y en la violencia familiar por culpa del Covid-19. Sin contar que la inseguridad galopa sin freno.
Por eso mi voto a partir de 2021 dejará a un lado los idealismos, los sueños y las esperanzas para México. Porque México, para nuestra desgracia, seguirá igual o peor cada seis años.
twitter: @hhjimenez