
Muchos gobiernos que empiezan en México, sobre todo a nivel federal o estatal, requiere de los llamados chivos expiatorios, es decir, de funcionarios que terminarán en la cárcel para darle credibilidad a la nueva administración en cuanto al combate a la corrupción que se prometió en campañas.
Cuando en 1988 Carlos Salinas de Gortari asumió la presidencia del país mandó a prisión al entonces líder moral de los trabajadores petroleros Joaquín Hernández Galicia, alias “La Quina”, así como a su compinche y no menos poderoso Salvador Barragán Camacho.
Varias décadas después y con el regreso del Partido Revolucionario Institucional a Los Pinos, Enrique Peña Nieto lanzó sus obuses anticorrupción contra la maestra Elba Esther Gordillo, por muchos años la dirigente del intocable sindicato nacional de trabajadores de la educación.
En Nuevo León, en 1996 el recién nombrado gobernador interino Benjamín Clariond Reyes-Retana, mejor conocido como “El Benjas”, también quiso mostrar músculos y dirigió su artillería en contra de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
El empresario y político del PRI remplazó en el ejecutivo estatal a Sócrates Rizzo García, quien había sido arrastrado por una ola de corrupción misma que lo orilló a renunciar, ya sin la protección que tuvo cuando Salinas de Gortari siendo presidente lo hizo gobernador en 1991.
“El Benjas” debía demostrar a los ciudadanos que la corrupción iba a ser atacada y no se quedaría sólo en el discurso, sobre todo porque al año siguiente de su llegada al gobierno como bombero salvador se llevarían a cabo elecciones estatales.
Ni la detención de funcionarios y ex funcionarios de la UANL como el exrector Manuel Silos Martínez, el entonces tesorero y un cuñado de Rizzo García que tenía bien metidas las manos en la Máxima Casa de Estudios evitaron que en 1997 el PAN ganara por primera vez la gubernatura del Estado.
Humberto López Muñoz, casado con una hermana de Rizzo García, se convirtió en un chivo expiatorio de la corta y polémica gestión de “El Benjas”. Años después todos salieron de la cárcel y el PRI tuvo que esperar un sexenio para regresar al poder.
Ahora bien, después de una campaña de promesas donde Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” prometió llevar ante la justicia a funcionarios corruptos sin distinción de colores, muchos neoloneses se preguntan quiénes pagaran los platos rotos. O si el primer gobernador independiente irá a pescar charales en vez de peces gordos.
Una vez pasada la luna de miel de las elecciones, porque vendrá otra a partir del 4 de octubre cuando empiece “El Bronco” a gobernar, las primeras acciones que esperan los que votaron por la alternancia es en el ámbito de la procuración de justicia y el combate a la corrupción.
Como los romanos en el Coliseo, los neoloneses pedirán al emperador independiente que suelte a los leones y vayan a devorar al mismo Rodrigo Medina de la Cruz, a su padre y otros familiares -consanguíneos o políticos que trabajaron en el gobierno- que se pudieron enriquecer con el erario.
Porque harinas de diferentes costales es la monumental deuda de casi 80 mil millones de pesos y el déficit estatal, a las fortunas acumuladas por parientes y funcionarios que están preocupados en esconder lo robado durante seis años con la tolerancia de la Contraloría y la Procuraduría de Justicia.
Alguien que quiera salvar su pellejo va a filtrar una lista de servidores públicos que llegaron a su gobierno de Medina de la Cruz con una mano adelante y otra atrás, y se irán con cuentas en dólares, propiedades en el extranjero y empresas a nombre de cuñados, concuños y otros prestanombres.
Con esos datos “El Bronco” puede actuar con mayor prontitud, aunque pocos medios de comunicación como Hora Cero y El Norte ya hicieron el trabajo años y meses pasados desnudando a los alcaldes de Guadalupe, Juárez y García donde se despacharon con la cuchara grande inventando empresas para ordeñar las vacas gordas.
Ahora falta que las promesas se hagan realidad, aunque sea empezando por chivos expiatorios y dejando a los verdaderos delincuentes en status de negociación para lo que se ofrezca, ¿o no?