Estaba un día El Apuntador midiéndose el traje rojo, el cinturón y las botas negras de Santa Clós para irse a dobletear a un centro comercial posando con los papás y sus escuincles, cuando precisamente se puso negro, pero de coraje, al ver la reciente revista Proceso en versión digital porque hace mucho pero mucho tiempo, dejó de comprarla.
Resulta que los editores de la CDMX hicieron como que la virgen les hablaba al publicar, sin ningún crédito, una de las fotos del gobernador de Nuevo León Samuel García, junto a su esposa Mariana Rodríguez, cuando saludaron al Papa Francisco en El Vaticano el 3 de noviembre.
Igualitos que El Norte, que no tuvieron la mínima de las vergüenzas al fusilarse de las redes sociales la misma foto, los de Proceso tampoco quisieron darle crédito al fotógrafo Pablo Esparza (quizá porque la revista iba a perder su brillo periodístico). Sobra decir que Esparza fue único que estuvo presente ese día en el Aula Pablo VI.
El pecado que cometió Esparza, contratado por Hora Cero para cubrir la visita de Samuel y Mariana, fue que la foto la subió ella a su cuenta de Instagram y, tanto El Norte como Proceso aplicaron la operación agandalle. Cuando por decencia la debieron firmar: Foto del Instagram de Pablo Esparza.
Pero los discípulos de don Julio Scherer, el fundador de Proceso y quien seguramente en vida no hubiera permitido tal pirateo, refirieron a que la gráfica la había subido Mariana a su perfil, obviamente tomada de la cuenta de Esparza.
Los editores de Proceso se hicieron los desentendidos y los desinformados (¿será?), ya que desde la mañana del 3 de noviembre El Heraldo subió a su portal de Internet la misma fotografía de su corresponsal en Roma, Italia, misma que publicó en su impreso del jueves 4.
En fin, mientras algunos medios de comunicación se escudan y se protegen en que foto subida a las redes sociales, sin gota de agua, es pública y apetecible para hacerla suya, estas mañas no tendrán fin.
Y a propósito de Proceso, El Apuntador encontró una carta de uno de sus ex estelares periodistas, Alejandro Caballero, que hizo pública semanas atrás al despedirse de la revista -no de muy buena manera-, donde laboró 21 años y que fue titulada: Mi adiós a Proceso, la cual aquí se publica íntegramente:
Este día recibí mi finiquito conforme a la ley. Ni un centavo más ni un centavo menos. Termina así mi relación laboral con la revista Proceso a la que ingresé el uno de enero de 1995 en una primera y breve estancia de un año y siete meses y a la que regresé el uno de enero del 2000 para prolongar mi estadía en esta querida casa editorial por 21 años y 8 meses.
De mi paso por Proceso me llevo en el corazón el afecto y la confianza que desde el primer día que lo conocí depositó en mi don Julio Scherer García, así como las inolvidables e incontables lecciones profesionales y de vida que tuvo a bien compartir conmigo. Le correspondí, queriéndolo siempre, hasta donde mis capacidades dieron. Cómo se le extraña. Cómo hace falta.
Agradezco a Rafael Rodríguez Castañeda el apoyo que me brindó sin regateo alguno en todas las encomiendas laborales en las que sintió que mis conocimientos y experiencia podían ser útiles a la empresa. Fue mi maestro en tareas de edición y definición de portadas, al fin periodista cabal de los que no abundan.
Me voy, sin embargo, alarmado por el rumbo que ha tomado la empresa que edita Proceso desde que en enero del 2020 se definieron nuevos mandos. Un acelerado desprestigio, una derechización de su línea editorial y una crisis económica de la que no se informa a los trabajadores, tienen a Proceso en quizá la más delicada situación desde que se fundó en 1976.
La orientación periodística e ideológica impuesta por los actuales mandos al semanario y que se refleja también en la página web, ya tiene sus consecuencias: una dramática caída en la venta de ejemplares, un derrumbe en las suscripciones y una caída preocupante en las visitas al espacio digital.
Alerté a tiempo, a quienes tomaron la decisión de nombrar a Jorge Carrasco como el nuevo director, de los riesgos que implicaría esa designación. Un reportero gris, conservador, apenas conocido en las fuentes castrenses y judiciales, sin mayor experiencia en tareas de dirección, en definición de portadas, cabeceo y línea editorial, ha logrado en apenas unos meses que a Proceso se le haya perdido el respeto y se le considere una especie de encarte dominical del periódico Reforma.
Su más reciente desatino: asociarse en defensa de la “libertad de expresión” y del gremio periodístico, entre otros, con medios tan desprestigiados como El Universal de Juan Francisco Healy Ortiz, los Soles y Grupo Imagen, propiedad de miembros de la familia Vázquez Raña, y el portal politico.mx, ligado a Ricardo Salinas Pliego, quien por cierto tiene demandado a Proceso.
Debo reconocer que el desastre que avizoré con el arribo de Carrasco a la dirección se quedó corto. No sólo se ha derechizado la línea editorial del semanario y su página web, sino que se ha perseguido y hostigado a quienes hemos criticado su arribo a la dirección. El actual es un Proceso opuesto al que nos legaron Don Julio y Rafael, pero a tono con el tamaño de sus nuevos mandos: hacia adentro maltrato laboral y hacia fuera alianza con medios que lo último que hacen es respetar a sus trabajadores.
Pero el error en la designación de Carrasco no ha sido el único. El autonombramiento de Santiago Igartúa como jefe de la página digital es igual de grave. Su historial laboral es un insulto para la revista. Ingresó a Proceso desplazando sin pudor alguno a quien cumplía las labores de corresponsal en Argentina y de ahí paso a la redacción nacional del semanario con el puesto de reportero, en donde se distinguió, no por sus textos, sino por cobrar sin trabajar. Con estos antecedentes, Igartúa se autoascendió a labores de mando en la página web de donde con el mayor de los desaseos e incluso de manera cobarde, mientras me encontraba de vacaciones, sin aviso alguno, se me desplazó de mis funciones.
La página que llegó a estar por meses en el top ten de Comscore, no ha podido recuperar la visibilidad que tuvo. Aún en tiempos de pandemia en que los ciudadanos se volcaron a los medios digitales, la página de Proceso no pudo repuntar. Por si fuera poco los números recientes de visitas señalan un declive preocupante.
Tanto el portal como la revista han perdido credibilidad y en el caso del primero hasta seriedad y no se diga oportunidad noticiosa, todo ello, responsabilidad única de quien opera bajo el autonombramiento de jefe. Con el caso de Santiago Igartúa se confirma que la honestidad y el talento no se heredan.
Los agravios que recibí desde la cúpula y que incluyeron marginarme de cualquier toma de decisiones y en el absurdo cambiar mi escritorio por uno más pequeño y borrarme del directorio por más de un año, lamentablemente no han sido los únicos. El Proceso que privilegiaba las relaciones humanas, factor que lo distinguía de cualquier otra empresa periodística, se esfumó con la llegada de Carrasco e Igartúa.
Me refiero, por ejemplo, a como sin consideración alguna se despidió a corresponsales en el extranjero y a colaboradores de la sección de análisis.
Imperdonable también fue el maltrato, incluso hasta horas antes de su muerte, que tuvieron para con Marco Antonio Cruz, en su calidad de coordinador de fotografía. Sólo doy dos datos, podría ofrecer más. Sin consultarlo, Carrasco contrató a la agencia Cuartoscuro para nutrir de fotografías a Proceso, algo a lo que siempre se opuso don Julio; Igartúa, también sin consultarlo, designó a un integrante del cuerpo de fotógrafos para tareas en la página digital.
Tengo la certeza de que los nuevos mandos se enteraron de la estatura profesional del querido Marco cuando leyeron los entrañables textos póstumos que amigos y compañeros le dedicaron en Proceso. Desde los puestos de dirección, en vida se le ofendió, a su muerte se le elogió.
Carrasco también fue incapaz de retener a periodistas talentosos como Álvaro Delgado o al monero Hernández, quien junto con Helguera, había recuperado para Proceso el atractivo de su última página.
Las malhadadas decisiones en la empresa continuaron nombrando a José Gil Olmos como jefe de información. Lo peor que le puede pasar a un trabajador es que designen como su jefe a un inepto. Incapaz de argumentar una orden de trabajo, negado para idear un reportaje, torpe para redactar un párrafo sin incurrir en problemas de sintaxis y faltas de ortografía, se le dio una autoridad que, por obvias razones, no se respeta.
En las manos de este trío sin luces está el indigno presente y el nebuloso futuro del querido Proceso. Desprestigiado, inmerso en una crisis editorial y financiera, no se vislumbra mejora. Cómo estarán de podridas las aguas entre los nuevos mandos que las apuestas que corren es sobre cuánto tardará Igartúa en deshacerse de Carrasco.
Proceso, cuyas principales hazañas las dio desnudando corruptelas y enfrentando a gobiernos y empresarios censores, hoy se hunde por los desatinos de un trio que no se sabe la música.
Amigos y compañeros procesianos, cuando regresé a Fresas 13 en el año 2000 pensé que esta entrañable casa editorial sería mi última morada. Me despido con el aprecio y reconocimiento a su trabajo. Sin ustedes Proceso difícilmente sobrevivirá, con los actuales mandos el Proceso que edificó don Julio se evapora semana tras semana.
Ojalá estas líneas fueran producto de un arrebato, el guion de un mal sueño, las notas de una fallida melodía…
Los abrazo. Alejandro Caballero.
En otro tema, el que se despidió del Canal 28 de TV Nuevo León tras 33 años de servicio fue Alberto Ábrego, director de operaciones en la pasada gestión en el Sistema de Televisión Estatal y Radio Nuevo León, y quien llegó a los 17 años cargando cables.
El 15 de noviembre Ábrego publicó en su perfil de Facebook un breve texto a manera de despedida antes de comenzar su etapa de jubilado, mismo que enseguida se reproduce tal cual lo subió:
Hoy fue un día para dar gracias a DIOS, hoy le digo adiós a la que fue mi hogar por más de 33 años, agradezco a todos los que fueron mis compañer@s, a todos los que fueron mis jefes, a mi familia les agradezco todo el apoyo para poder desempeñar mi labor sabiendo que las jornadas serían largas, quiero también agradecer a todas las personas que a lo largo de estos años tuvieron la necesidad de interactuar conmigo para tratar algún asunto relacionado con el medio, saben que siempre traté de apoyar y agradezco la confianza de querer tratar conmigo…. gracias gracias gracias, hoy pude despedirme apoyando en cámara en el noticiero nocturno, lo disfruté al 100%, hoy me despido con la satisfacción del deber cumplido y agradeciéndole a DIOS y a la VIDA darme esta bella profesión.
Breve también fue el adiós de Maricruz Gutiérrez a la televisora estatal el lunes 22, quien entró a nómina cuando empezó el sexenio de “El Bronco”, y ahora se dedicará al cien por ciento a su faceta de corresponsal de Telemundo como enviada especial. Esto fue lo que publicó:
Terremotos, huracanes, pandemia y un sin fin de coberturas, desde el motín del Penal del Topo Chico, hasta su cierre histórico, me quedo con tantas y tantas experiencias, pero sobre todo me quedo con el gran cariño de quienes me brindaron su apoyo y amistad incondicional…. Gracias, Gracias, Gracias.
El Apuntador desea mucha suerte a ambos. A Ábrego quien, seguramente porque tiene talento y cuerda para rato, volverá a ser requerido pronto en un nuevo proyecto televisivo.
Y a Maricruz porque demostró a Telemundo cuánto ha crecido desde que empezó como reportera de sociales allá por finales de la década de los 80 en el extinto Diario de Monterrey. ¡Sorry por la descobijada!
El 10 de noviembre terminó la primera temporada de la mesa de análisis de cada miércoles, moderada por el periodista José Luis Portugal, y conocida como Los Especuleros en la frecuencia 99.7 FM de El Heraldo Radio.
Por lo pronto se tomarán un merecido descanso hasta comienzos de 2022 los periodistas José Luis Carrillo y Héctor Hugo Jiménez, además de Víctor Guerra, asesor en marketing político, quien entró al relevo de Omar Elí Robles que acudía un miércoles sí y el otro tampoco.
Hay que aclarar que Omar Elí tiene un programa radiofónico de lunes a viernes a las 8 de la mañana que se trasmite por Génesis 98.1 FM de Núcleo Radio Monterrey, y seguramente era imposible cumplir con la competencia.
Portugal, por si usted no lo sabe pero El Apuntador se lo hace saber: es uno de los periodistas radiofónicos más acreditados y respetados en Nuevo León, con amplia experiencia también en noticieros de televisión cuando estuvo en el Canal 28 en la época como directora de Judith Grace González. ¡Ya llovió!
Por cierto, El Heraldo Radio estrenó modernas instalaciones en el tercer piso de un edificio ubicado en Treviño entre Cuauhtémoc y Jiménez. ¡Suerte!
En otros temas menos agradables, hay que decir que es una verdadera vergüenza cómo los directivos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL permitieron que sus instalaciones fueran utilizadas para la realización de un sexoso segmento llamado “Fantasías Aleyda” que se transmite en el mugrero ése disfrazado de programa de televisión llamado “Es Show” con Ernesto Chavana.
El citado segmento es un insulto a la televisión, algo a lo que ya tiene acostumbrado Chavana con sus ideas y proyectos transmitido por el Canal 6.
Hay que decir que el mentado “Fantasías Aleyda” no es solo un insulto a la inteligencia del espectador, que corre el riesgo de asesinar a unas cuantas miles de sus neuronas si tiene el valor de ver la pieza completa, sino que también consigue ofender a varios sectores de la sociedad.
Es un insulto a las mujeres, quienes son reducidas a un simple objeto sexual.
Y ya por último, es una grosería a la Facultad de Ciencias de la Comunicación, cuyas instalaciones son utilizadas para grabar esta porquería donde la muchacha Aleyda se despoja de su ropa para quedar semi desnuda.
El columnista se pregunta si los directivos del Tec de Monterrey o la UdeM se hubieran prestado para facilitar sus instalaciones para la realización de un segmento de este tipo… seguramente no, porque ellos sí respetan a su institución.
Ah, pero eso sí, apenas se armó el escándalo por el uso de las instalaciones para esto, los directivos se lavan las manos y no se les ocurre más que despedir a Iván Nolasco, trabajador que sale en el segmento quien, por cierto y debido a su discapacidad necesita del empleo por lo que va a impugnar la sanción en rectoría.
En otros asuntos el columnista debe de lamentar el reciente y triste deceso del compañero Marco Antonio Castillo Ochoa, quien falleció el 13 de noviembre pasado en su casa, luego de una enfermedad hepática que prácticamente lo fulminó.
A mediados de los ochenta Marco Antonio comenzó a trabajar en el archivo de El Diario de Monterrey. Nunca estudió formalmente la carrera pero Joel Sampayo, que siempre tuvo buen ojo para descubrir talentos, lo sacó del archivo y lo puso a reportear espectáculos en el Extra! de la Tarde.
Ahí se convirtió, en su tiempo, en uno de los mejores reporteros de la farándula en Monterrey y uno de los de mayor solvencia a nivel nacional. Se recuerda que en ese tiempo formó un trabuco, en las páginas de espectáculos y deportes, las softnews del Extra! con Adrián Cerda, Luciano Campos, Mary Espiricueta, Diana Alvarado, Diana Martínez y Walter Juárez, quienes le dieron batería a todo el medio, incluido El Diario, que se encelaba con el equipo de Sampayo.
Luego Marco se fue a la Ciudad de México donde se hizo representante de Lorena Herrera, Lina Santos y de Maribel Guardia de quien se hizo amiguísimo. Estuvo algunos años en El Norte como coeditor de Espectáculos hasta abril de 2020 cuando salió debido a un recorte presupuestal.
Marco Antonio estaba lleno de proyectos, uno de los cuales era hacer un libro de espectáculos que tristemente no pudo concretar.
Descanse en paz.
Ahora sí, va la gustada pregunta de la quincena: ¿A quién tenemos que agradecerle el regreso de la llamada Caravana del Hambre en forma de la próxima posada del 4 de diciembre en Cadereyta?
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