
El periodismo ideal es el que se ejerce sin compromisos, en estricto apego a la imparcialidad y a la honestidad. El que investiga, informa, interpreta o enjuicia con el fin de mantener vigente el principio de la libertad de prensa y de expresión. El que tiene en alto aprecio el respeto a la opinión pública y el que comulga religiosamente con el derecho a la información.
Por eso mismo, no es auténtico periodismo el que se rige por intereses comerciales para engañar o manipular a las masas y, mucho menos, el que es dictado por cualquier clase depoder, especialmente el poder político, con miras a convertir a los medios en voceros oficiales y a los reporteros en mensajeros a modo, sometiéndolos a sus dictados y caprichos.
Pero también es un mal periodismo aquel que por celos profesionales no apoya las denuncias probadas o los hechos consignados por colegas de otros medios, y ni siquiera retoma tales noticias para darle seguimiento por su cuenta y formar un coro general que exhiba las lacras de los políticos o de los actores sociales en sus malas conductas.
El mal ejemplo dado por Televisa tratando de ocultar o minimizar el escándalo que protagonizó el ex entrenador de la Selección Nacional, Miguel “El Piojo” Herrera, vuelve a darle a la empresa de Emilio Azcárraga una bofetada con guante blanco. Pero ni los ridículos en que han caído los televisos ni esta vez el pobre valor de su silencio, los hace ejercer un periodismo sin compromisos, porque los rebasó el ruido que hicieron casi todos los medios que reprobaron el pobre comportamiento del “líder” de los futbolistas que acababan de ganar la Copa Oro en Estados Unidos.
Pero igual comportamiento guardan en Monterrey los medios que cuentan con enorme apoyo financiero y que marginaron al candidato independiente a la gubernatura del Estado, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, quien, por otra parte, durante su campaña proselitista recibió serias vapuleadas de dichos medios y después de que fue declarado triunfador, éstos han enseñado el cobre de su lisonjería y poca dignidad profesional, ofreciéndole impúdicamente hacer negocio conjunto cuando se investido del poder.
Pero hay otro caso denigrante en nuestro medio regiomontano, porque ¿cómo es posible que Hora Cero haya desnudado en el 2014 al alcalde de Guadalupe, César Garza, y al de Juárez, Rodolfo Ambriz, en su presunta corrupción con empresas a cargo de falsos propietarios y que dejan ver se trata de prestanombres para lucrar con cargo al erario municipal, y, en cambio, los demás medios callan como si fueran cómplices de tal trapacería?
Dichas empresas no pueden sortear la evidencia de haber sido constituidas días previos o posteriores a la llegada del poder de dicho alcaldes para expedir cheques millonarios a nombre de supuestos testaferros, porque, sospechosamente, esas razones sociales redujeron drásticamente los pagos que recibías de las respectivas Tesorerías.
Como si César Garza Villarreal y Rodolfo Ambriz Oviedo hubieran olfateado la derrota del Revolucionario Institucional en las elecciones a gobernador el pasado 7 de junio -quedando sin protección de una probable acción de la justicia en su contra-, este año ambos ediles dejaron de privilegiar a cinco empresas “todólogas”.
Pero ¿por qué los demás medios no levantaron sus antenas? ¿Qué falso celo profesional puede justificar hacerse de la vista gorda ante un probable fraude? ¿Por qué esos medios todopoderosos no contribuyen a sanear semejante abuso si se dan cuenta que dichos alcaldes se pudieron a temblar con la publicación oportuna de Hora Cero? ¿No eran suficientes los documentos y rastros informativos para seguir la pista, por propia cuenta, de las facturas expedidas por Constructora y Mantenimiento CELCA, S. A de C. V. y Comercializadora ENDEE, Constructora e Inmobiliaria CORSA o las demás cuyos supuestos dueños ni ellos sabían que eran sus dueños?
Abandonar a un medio en la persecución de la justicia y el bien común, entraña también mucho de soberbia porque el “grande” se cree mucho y piensa no necesitar a nadie en sus cruzadas, como para andar dando apoyo solidario a los que considera “pequeños”. Que se rasquen con sus propias uñas, parecen decir esos “mastodontes” financieros con vocación de periodismo convenenciero.
Por eso, por más que se le enseñe en las aulas el periodismo sin compromisos, muchos jóvenes terminan decepcionados cuando en la práctica los televisos y otros medios le exigen callar la realidad o torcerla a su antojo y no secundar reportajes de investigación que valen la pena dentro del derecho a la información de las que son sujetas las masas.