Ahora que los mexicanos ya dejamos en paz, y sólo nos duró unos días el “cuerpecito” de Florence Cassez, al voltear de golpe y porrazo a la cruda realidad y ver el final de la “luna de miel” del gobierno de Enrique Peña Nieto; todos queremos saber la verdad de lo que propició la muerte de 36 mexicanos en un edificio gubernamental, propiedad de una empresas icono como es Petróleos Mexicanos.
Y aunque las autoridades federales encabezados por el secretario de Gobernación, Chong y el titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, aseguraron de manera prematura que los resultados al menos preliminares de la explosión en el complejo de edificios corporativos de PEMEX, se darían a conocer “en horas o a la mucho en días”; lo cierto es que ya vamos para una semana de lo acontecido sin que nadie nos salga a explicar o a decir de manera lógica y creíble el fondo de los hechos.
Mientras que el fantasma del sospechosismo, mismo que se niega abandonar las esferas gubernamentales luego de que en el sexenio de Felipe Calderón fue “obligado” a trabajar horas extras ante la muerte de dos secretarios de Gobernación en accidentes en aviones de la flota oficial, los especuladores profesionales, que no es lo mismo que los especuleros natos, comienzan a dar rienda suelta al deporte de moda en los últimos años en nuestro país.
La especulación y rumorología, ante la evidente cerrazón y los desaciertos en materia comunicacional por parte de los expertos mercadológicos del gobierno federal, ya que aunque vía twitter, un gran número de mexicanos nos enterábamos de una gran explosión con cientos de heridos, la paraestatal petrolera sólo atinaba a informarnos de una evacuación preventiva por problemas en los sistemas de aire acondicionado en los edificios.
Y así como a los estudiantes de Periodismo se les enseña que para poder armar una noticia seria deben cubrirse las preguntas básicas: qué, cuándo, cómo, dónde, por qué… sumándose una más en el siglo XXI: ¿para qué? Perfectamente podemos aplicar estas máximas a la hora de buscar respuestas a una Opinión Pública cada vez más crítica y mejor interconectada.
Por otra parte, la gran mayoría de los mexicanos ha escuchado o rezado el “Yo Pecador” que pudiera reunir el fondo de lo que se busca en este tema, en muy pocas pero sustanciales palabras: “de pensamiento, palabra, obra y omisión”.
¿Quién o quiénes son los responsables de que esa tarde murieran esos empleados y trabajadores de una empresa sujeta a la discusión política, luego de que dos días antes el presidente Peña anunciara en Brasil el inicio de negociaciones para lograr un acuerdo estratégico entre Pemex y Petrobras?
Tal y como dicen los clásicos en el análisis político mundial, aquí en este asunto sólo existen de dos sopas; de fideos o de jodeos…y todo indica que la primera ya se terminó.
Es decir, si hubo omisión en el mantenimiento de, paradójicamente, los sistemas de prevención de incendios; los mexicanos queremos saber, el porqué de esta situación, si hubo una palabra que diera esta orden, también queremos saber si alguien pensó en hacerlo, por supuesto que queremos saber.
No es justo que, al igual del incendio en el Casino Royale, en el que murieron casi 50 regiomontanos, las autoridades de cualquier nivel que sea, vayan a intentar apostarle a la tradicional memoria corta de los mexicanos pretendiendo minimizar los hechos y muertes.
¡Y con eso vayan a querer justificar una conciencia limpia!
¿Error humano por omisión en el mantenimiento?, ¿falla poco deseable pero posible en alguno de los sistemas operativos del edificio?, ¿una casualidad o causalidad en la no aplicación de protocolos de seguridad?
O lo que es peor: ¿una intencionalidad para recibir con “los brazos abiertos” las firmes intenciones del presidente Peña y llevar adelante la estratégica Reforma Energética que puede pisar infinidad de callos?
Es obvio y conveniente por el bien del país, no adelantar especulaciones ni alimentar el sospechosismo, por ello la necesidad de que exista transparencia y cuentas claras para los mexicanos en este doloroso tema.
Pero, sea cual sea el motivo, nada justifica la muerte de estos mexicanos que al igual que millones, estaban haciendo lo que mejor saben: trabajar, por lo que el o los responsables de esta barbarie deben ser juzgados y cargar con todo el peso de la ley por sus criminales actos.
Los videos tomados por cámaras de seguridad de una institución bancaria ubicada en el frente del lugar de la explosión, que están revisando las autoridades, muestra una fuerte explosión seguida por una gran onda expansiva de alto impacto que destrozó vidrios de centros comerciales y vehículos aledaños, pero sin que se registraran flamas que llevaran a incendios.
La verdad es que la gente murió o fue lesionada por golpes generados por la onda expansiva, mas no por quemaduras.
La verdad, un asunto tan serio no debe ser sujeta a negociación política, ni a chantajes de grupos o poderes fácticos, mucho menos darse a conocer a la opinión pública “en abonitos”, por lo que la llegada de expertos en el tema por parte del FBI de los Estados Unidos puede ocasionar dos cosas, que ayuden al esclarecimiento de los hechos, o que como ha sucedido en otras ocasiones: ¡Primero se entere la gente en los Estados Unidos de lo que pasa en México, que los propios mexicanos!
Muchas gracias.
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