Parece que va en serio la sacudida al árbol con manzanas podridas que dará el presidente Enrique Peña Nieto, al sindicato magisterial que comanda la profesora Elba Esther Gordilllo, que tiene de rehén a la educación de México desde hace varias décadas.
Y ha sido la manzana el fruto que dejamos alguna vez en el escritorio de nuestros profesores cuando éramos niños. Pero con el paso del tiempo esas manzanas se fueron pudriendo por la ambición personal, primero de Carlos Jongitud Barrios, el antecesor de la Gordillo como líder moral del SNTE.
Habrá que ver si las buenas intenciones de Peña Nieto, a través de su secretario de Educación, Emilio Chuayffet, no generan inestabilidad social en el país, pues los seudomaestros han demostrado ser buenos para la violencia a mano limpia cuando se trata de defender a su lideresa.
En el bando opositor a la Gordillo también saben de paros perjudicando la enseñanza de los niños de nivel primaria, sobre todo. Basta con recordar los meses de bloqueos del centro histórico de Oaxaca por parte de la coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
En mayo pasado más de un millón 300 mil escolares no fueron a clases en ese estado mexicano con mayor índice de analfabetismo, porque el CNTE protestó en contra del gobernador Gabino Cué, para impedir se aplicara la prueba ENLACE a los alumnos, con la cual se evaluaría su nivel educativo.
Por primera vez en 23 años, la Gordillo no asistió a un evento sobre educación pública que se realizó el lunes 10 de diciembre, donde Peña Nieto y los líderes nacionales del PAN, PRD y PRI firmaron la iniciativa de reforma constitucional en esta materia.
El tema central de la propuesta presidencial busca reformar y convertir en Ley General de Educación para recuperar el control de la educación por parte del Estado, para quitar el poder que tiene el SNTE que pone y quita maestros a su antojo, al mismo tiempo que pone a la venta plazas, entre otros vicios.
La reforma educativa ha sido comparada con “el quiñazo” de Carlos Salinas de Gortari cuando en 1988 asumió la presidencia de la República, que ordenó poner fin al cacicazgo de Joaquín Hernández Galicia, líder moral de los petroleros, quien fue encarcelado varios años acusado de graves delitos.
Apenas el 1 de diciembre Peña Nieto se colocó la banda presidencial y anunció la reforma educativa, o lo que es lo mismo: el comienzo del fin del poder de a Gordillo, que nació con el PRI, continuó con el PAN y que, ahora, parece que el supuesto nuevo PRI cavará su tumba política.
Hay que recordar que fue antes de las elecciones presidenciales de julio pasado cuando la Gordillo se distanció de Peña Nieto candidato, cuando se rompió la alianza PRI-Verde- Nueva Alianza, el partido político de los maestros que postuló a otro títere de la lideresa, Gabriel Quadri, aunque siempre lo negó.
La educación en México es una vergüenza, sobre todo en los niveles primarios y secundarios, porque cualquier inculto y con oficio magisterial podría ganarse una plaza de maestro por herencia, o peor aún, por una módica cantidad, poniendo en riesgo a las futuras generaciones de mexicanos.
Brasil, la sexta economía del mundo y próximamente a convertirse en la quinta, se ganó el respeto y su lugar en el contexto mundial (desplazando a México como la potencia latinoamericana), cuando el entonces presidente Enrique Cardozo puso la mira en mejorar el sistema educativo.
Así se cumplió la máxima que dice que pare medir la grandeza de un país hay que empezar con la educación.
No es posible que México haya tenido un retraso significativo en este rubro en los últimos 30 años, superando por otras naciones de África y Asia, económicamente menos avanzadas.
Pero el bajo nivel educativo en México siempre ha ido de la mano de los intereses y el poder político. De los amasiatos.
En la década de los 70 el entonces dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Milmo, se refería a que las principales producciones de su empresa tenían que ver con darle pan y circo a los mexicanos, con churros telenoveleros y noticieros oficialistas.
A Televisa no le importaba difundir cultura a través de sus canales, porque de esa manera los mexicanos despertarían. Al PRI y a esa empresa les convenía tener un público bajo en niveles de educación para seguirlo manipulando a su antojo.
Quién se pudo haber imaginado que en el siglo XXI el discurso político sería otro. Ahora hay que ver si en la cárcel hay cupo para la Gordillo, porque seguramente su riqueza es inexplicable.
Esa sería la cereza del pastel. Ver quién le pone los otros cascabeles, no al trineo de Santa Clos, sino a la profesora.
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