Ante un mundo en constante movimiento, todo indica que el primer encuentro que sostendrán Barack Obama, recién reelecto para sus segundos cuatros años de gobierno y Enrique Peña Nieto; buscarán sentar las bases de una nueva relación al fin más de vecinos fraternos que en disputa.
Es un hecho que, aunque el tema de la migración sigue siendo eje primordial entre las dos naciones, el fantasma de la inseguridad pública real y la muerte de civiles inocentes, se antepondrá por primera vez en la agenda bilateral que sostendrán ambos mandatarios el jueves 2 de mayo en la Ciudad de México.
Por primera vez en mucho tiempo, el Gobierno de los Estados Unidos no tiene solvencia moral para señalar que la inseguridad sigue siendo un tema exclusivo al sur de la frontera, ya que ahora las muertes de ciudadanos se registran dentro de su territorio.
Hechos lamentables como los sucedidos en Boston, durante la celebración de uno de los eventos deportivos más emblemáticos de la Unión Americana, sumado a las constantes muertes por balaceras registradas entre sus propios ciudadanos, hacen parecer vulnerable a la otrora nación más segura del mundo.
Y paradójicamente, cada vez que suceden este tipo de hechos, los ciudadanos estadounidenses sufren el menoscabo de su libertad y sus garantías individuales.
Es triste pero es una realidad que a mayor inseguridad… menores libertados en los Estados Unidos; vaya, una constante devaluación de los dos conceptos principales en los que basan su argumento de venta hacia el exterior.
Los afectados con las explosiones en Boston, lo vivieron en carne propia, al darse cuenta que sus equipos de telefonía celular no funcionaban para evitar más actos terroristas.
Los hechos registrados en esta ciudad, más la suma de la psicosis colectiva posterior a que se vieron envueltos los estadounidenses, con el envío de cartas tóxicas a representantes en las Cámaras, incluyendo al propio Presidente Obama, lo único que acarrearán es la radicalización en la aplicación de la conocida Ley Patriota, que no hace otra cosa sino atentar contra las libertades individuales.
¿Si los Estados Unidos ya NO son seguros NI libres; entonces cual será ahora su argumento de venta mundial?, es una pregunta que ronda de manera significativa en los analistas políticos globales.
La muerte de inocentes ya es un tema global y no exclusivo de México; para los familiares de las víctimas de ambas naciones, no les importa si sus seres queridos murieron a causa de un enfrentamiento por grupos delincuenciales o por un bombazo, fruto de un atentado terrorista perpetrado por fanáticos enojados con el mundo.
Esa realidad deberá ser vista bajo un nuevo enfoque por los mandatarios Barack Obama y Enrique Peña Nieto en el encuentro que sostendrán a principios de mayo en la Ciudad de México.
Por primera vez, no se trata ahora de ver quién es más grande que quién; se trata de dejar claro que las prioridades de ambas naciones son el saber proteger a los inocentes de gente perversa con intereses muy particulares.
Las condiciones son diferentes, Estados Unidos debe entender que el Gobierno de México ha logrado avances importantes en un breve tiempo, mismos que varios representantes de influyentes grupos de poder de esa nación, lo han puesto como ejemplo, e incluso aconsejan a Obama copiar las reformas estructurales para eficientizar su nación.
Porque nadie duda que ahora el Gobierno de Estados Unidos luce obeso y excesivamente burocratizado, lo que ha propiciado que arrastre severos problemas de déficit fiscal, al estar gastando más de lo que produce.
En cambio, México “está de moda” en los inversores y capitales mundiales, condición que será aprovechada por Peña, para reposicionar la exigencia histórica de México hacia los Estados Unidos:
Un trato digno y respetuoso, de vecino a vecino y que no nos sigan viendo como el patio trasero, situación que ayudará a recuperar el liderazgo latinoamericano político y económico perdido en los últimos 12 años.
Mientras que Peña Nieto está prácticamente con las “pilas nuevas”, el Presidente Obama está en su segundo período sin más ambiciones políticas que tratar de dejar un país menos mal que como lo recibió.
Es un hecho que el Senado de los Estados Unidos abordará el tema de restringir la venta y uso de armas entre civiles, con los que nuevamente se sentirán vulnerados en lo que ellos consideran “sus libertades” consagradas en la Constitución. En contraste, al Presidente Peña le urgen acuerdos menos tibios y más profundos, por lo que es un hecho que exigirá reformas más rigurosas que restrinjan el tráfico de armas a territorio mexicano, y no anuncios más mediáticos pero poco efectivos.
Peña debe dejarle claro a Obama, que aunque representa a un gobierno emanado del PRI, sigue representando al mismo México muy superior a intereses políticos sexenales.
Muchas gracias.
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